
Heine, un lector universal y un hombre
prolífico dedicó extensos capítulos de
su obra a temas de España. Entre ello, también al Quijote. Escribe la
introducción a la traducción alemana y se confiesa como permanente lector de
Cervantes. Su obra “Romanzero“ - escrito así - contiene escenas del viejo
Toledo que Heine nunca vio, pero le cautivó la imagen de la cultura
sefardita.
Reproduzco algunos breves extractos
traducidos por mí, de su texto sobre Don Quijote publicado en 1833 con el
título
¨Cervantes. Don Quixote”
“Me acuerdo que
en cada lustro de mi vida he leído “Don Quixote“ con diferentes y cambiantes
sentimientos. Cuando en la juventud con falta de experiencias traté de atrapar
los rosales de la vida subiendo a las rocas más altas para estar cerca del sol,
y de noche sólo soñaba con águilas y con mujeres vírgenes, entonces “Don
Quixote“ me parecía un libro poco atractivo y lo aparté de mi vista.
Más tarde,
siendo un hombre ya maduro comencé a reírme del infeliz defensor de Dulcinea.
Es un individuo loco, pensé.
Sin embargo, de
manera muy curiosa las sombras del caballero delgado y de su escudero gordo me
perseguían, sobre todo cuando topé con momentos cruciales de mi vida. Me
acuerdo que cuando emigré a Francia despertando en la diligencia medio dormido,
los ví…, a mi lado derecho “Don Quixote“ montado sobre su transparente Rocinante y a la izquierda
Sancho Panza sobre su macizo burro.
Y cuando llegábamos
a la frontera, el hidalgo de la Mancha inclinó la cabeza con reverencia ante la
bandera tricolor que nos saludaba desde el poste fronterizo, y el buen Sancho
saludaba a los gendarmes franceses. Y después ambos se adelantaron, los perdí
de vista pero oí el relinche del Rocinante respondido por el rebuzno del burro.
Yo pensé entonces que lo ridículo del Quijote consistía en el tratar de revivir
tiempos pasados, y que su pobre cuerpo, sobre todo su espalda, sufrieran por
eso al chocar con la dura realidad.
Pero, ay de mí,
desde entonces comprendí que es locura igual tratar de introducir el futuro a
nuestro presente anticipadamente. Sobre todo si sólo se dispone de un delgado
caballo, de una vieja armadura y un cuerpo frágil.
El sabio
observador sacudirá la cabeza sobre aquel y este don quijotismo.
Sin embargo,
Dulcinea es la mujer más bella del mundo. Y aunque me veo tirado tan
miserablemente sobre este rincón de la tierra, nunca retiraré esta afirmación.
No puedo decir
otra cosa, -- ¡tiradme con vuestras lanzas, caballeros de la Luna, disfrazados
barberos!
----- Pero la pluma de un genio siempre es mayor
que el mismo autor y va más allá de sus intenciones temporales. Sin que se
diera cuenta, Cervantes escribió la sátira mayor contra el entusiasmo humano.
Nunca era esta la intención de Cervantes, el auténtico héroe, quien siendo un
anciano se alegraba de haber combatido en la batalla de Lepanto, fama que pagó
con la mutilación de la mano izquierda (…)
----- La
grandeza de la política de España de su época podría elevar el espíritu de sus
escritores. Para ellos tampoco se ponía el sol, como en el imperio de Carlos V.
Las guerras contra los moriscos terminaron. Y como después de la tormenta las
flores huelen más intensamente, así florece la poesía después de una guerra
civil. Algo similar sucede en Inglaterra en tiempos de Isabel, donde una
escuela de poesía nació que nos invita a curiosa comparación. Allí vemos a
Shakespeare y aquí a Cervantes como flores de esta escuela.(…)
----- A los
españoles les corresponde la fama de haber creado la mejor novela, como a los
ingleses de haber producido la cumbre de la dramática.
¿Qué nos queda
a nosotros los alemanes? Pues somos los mejores poetas líricos sobre la tierra.
Ningún pueblo posee tan bellas melodías como nosotros. Ahora las naciones se
desviven por la política y cuando acaben estos negocios iremos todos, alemanes,
británicos, españoles, franceses e italianos a un verde bosque para cantar y
que el ruiseñor sea nuestro árbitro.
El autor de estas reflexiones no conoció
España, sin embargo son notables el interés
y la comprensión que manifiesta. Heine da letras a sus reflexiones
críticas que son un regalo para el lector moderno porque invitan a hacerle
compañía y dialogar con una mente lúcida que sobrevivió a la muerte ocurrida en
el año 1856 en Paris. En el cementerio de Montmartre de Paris reposan los
huesos frágiles del autor y allí nunca falta una flor fresca que en este
momento también en mi fantasía yo deposito.
fm peter
marzo de 2016
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