Nachtgedanken Johann Wolfgang Goethe
( pensamientos nocturnos)
Euch bedaur ich, unglückselige Sterne,
Die ihr schön seid und so herrlich
scheinet,
Dem bedrängten Schiffer gerne leuchtet,
Unbelohnt von Göttern und von Menschen:
Denn ihr liebt nicht, kanntet nie die
Liebe!
Unaufhaltsam führen ewge Stunden
Eure Reihen durch den weiten Himmel.
Welche Reise habt ihr schon vollendet!
Seit ich weilend in dem Arm der Liebsten
Euer und der Mitternacht vergessen.
¡Qué
tristes os veo, astros infelices,
Hermosas
estrellas que brillantes relucís,
Ilumináis
al navegante perdido,
Ni
dioses ni hombres os lo agradecen,
Porque
no amáis, ni conocéis el amor!
Horas
eternas para cruzar el firmamento.
¿Cuál
de los viajes habéis acabado?
Mientras
yo, en brazos de mi amada
Os
olvido a vosotros y a la medianoche.
Desde hace siglos las estrellas son testigos
del amor, tan eternas, poderosas y lejanas. Comparada con esa solemne presencia
del universo, la relación de este hombre y de esta mujer es fugaz, transeunte. Durante
la medianoche se aferran felizmente una
al otro y olvidan el mundo. Mientras...las pobres estrellas que seguramente los
contemplan ¿no conocen el amor, tan terrenal, tan fugaz?
Tan poca cosa somos, que las estrellas nos
ignoran. Pero deberían envidiarnos.
Porque en el amor somos completos, como las flores en mayo.
Johann Wolfgang Goethe dedica este poema, al
modo de los griegos, a Charlotte von Stein en 1781, secreta y pública relación
suya con la dama de la corte de Weimar, tan mayor que el, hombre famoso a los
treinta y dos años.
¿Un amor virtual? Eso creen algunos filólogos. El poema habla de
olvidar a las estrellas, que sigan platónicas en su rumbo celestial.
La
medianoche desea otro discurso. Y la noche lo sabe mejor.
¿Cuál? No lo sabemos, cierto es que las
estrellas lejanas no se enteran. Los brazos de la amada son los que cuentan.
¿Será duradera esa unión?
El joven enamorado, escritor y ministro en este pequeño ducado,
lo abandonará todo, se escapará a Italia, dejando atrás oficio y amante.
Charlotte nunca le perdonará esa traición. Pero guardará este poema entre su
correspondencia secreta.
Goethe logró hacer las paces con el duque de
Weimar, pero no con Charlotte. El poema solamente quedó para dar testimonio.
Y - si las estrellas - supieran reir, se
reirían; pero ellas siguen sus cursos, eternos, perdurables. ¿Qué les importa
el amor de un tal Goethe?
Y este seguirá mariposeando como lo
demuestran las mariposas siguientes: ver
anexos.
friedrichmanfredpeter mayo 2014
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