“Europa ha de ser una potencia mundial”,
dijo J. Fischer miembro del Partido Verde, exministro de Asuntos Exteriores Alemán en una reciente entrevista con la prensa.
¿Debería, podría serlo?
Varios países europeos lo han sido en tiempos históricos ‘modernos’: Desde España y Portugal a Gran Bretaña y Francia -además de intentos torpes y fugaces de alemanes o de japoneses- todos ellos marcaron al ‘resto’ del mundo con su sello particular o intentaron hacerlo.
De estos intentos logrados, limitados o fracasados hablan las enciclopedias de la historia moderna.
Recientemente, apenas el siglo pasado, esa experiencia fue repetida por EEUU y por la Unión Soviética. Actualmente China intenta lo mismo.
“Potencia Mundial” un sueño fugaz, una aventura sangrienta, una vanidad explosiva con innumerables víctimas humanas, con tesoros fundidos o hundidos en los mares. Se trata de una experimentación histórica coronada por los laureles que todos los actores se han impuesto a si mismos.
¿Y ahora la Unión Europea? Hoy por hoy cuando aún no sabemos si es real o Fata Morgana con aires turísticos y olores a pizzas o al ‘Sauerkraut’.
Ya ha habido intentos: La Europa cristiana en marcha o en su defensa, durante siglos se enfrentaba al reto del Islam.
Con 60 000 soldados el santo Rey Luís IX de Francia en el año 1249 se encontraba delante de la ciudad de El Cairo en Egipto.
Y su secretario Jean Sire de Joinville cita la siguiente oración de su santo señor completamente desesperado ante la imposibilidad de vencer, ante una derrota que le aparecía cercana y concluida con la muerte de todos los que tan entusiasmados habían emprendido esa ‘Cruzada’ para liberar la ‘Tierra Santa’ de los ‘Infieles’.
“ Beau Sire, Dieu Jesus Christ, garde moi et toute ma gent!”
Asi rogando a Dios, el santo Rey salvó su propia vida, pero la gran masa de su tropa pereció ante un arma inesperado que desde la muralla de El Cairo lanzaron ‘los infieles’.
Esa arma había garantizado, siglos atrás, la defensa segura de Bizancio ante el acoso de los enemigos invasores. Se llamaba ‘Fuego Griego’y había reducido a cenizas en varias ocasiones a invasores muy superiores en fuerza y números. ¿Cómo funcionaba?
Bolas de fuego eran catapultadas hasta los navíos y galeras de combate concentrados ante las murallas de la ciudad de Constantinopla. Un arma ‘invencible’ garantizaba durante siglos el cierre de la ruta de los Balcanes contra la invasión musulmana iniciada por primera vez en el año 670. Fue el Imperio Bizantino poblado por los cristianos ‘ortodoxos’ el que montó la guardia.
No sabemos de qué materiales estaban compuestas estas bolas que incluso fueron catapultadas como artillería naval desde un navío contra el enemigo enfrente y funcionaba ardiendo debajo de la superficie del agua. Un material inflamable de especial consistencia, probablemente hecho con elementos como el petróleo y la cal viva. El hecho es que no se podía extinguir con ningún antídoto.
(Hay que abandonar la idea que haya sido el invento de la pólvora que revolucionara las guerras en el Medievo. Las catapultas bizantinas lograron lanzar piedras de más de cien kilos a una distancia de tres kilómetros.)
¿Cómo lograron los árabes usar el ‘Fuego Griego’ tan eficazmente?
Por traición, se supone. El traidor nunca falta cuando se trata de algo tan valioso. El arma secreta garantizaba el dominio sobre el campo de batalla y estabilizó el poder real en la sociedad.
Sin embargo, tras la victoria de los musulmanes, en términos de la época simbolizaba la suprema voluntad de Alá contra la ‘infamia´ cristiana.
¿Qué pasó a los ‘cruzados’ después de esa terrible derrota?
Simplemente se invirtió la acción. Desde este momento fueron los musulmanes los atacantes que por medio del Imperio Otomano turco llegaron a tomar la ciudad de Bizancio, la nombraron Estambul y avanzaron hasta ponerle sitio dos veces a la ciudad de Viena. El camino a la Europa Central estaba abierto.
Sin embargo, en el frente occidental, en España, con la caída del Reino de Granada, el Islam fue desterrado del occidente europeo. Y Europa olvidó darle las gracias a Castilla/Aragón --España.
¿Qué tiene que ver eso con los problemas actuales en Europa?
Tengamos en cuenta que no hay tiempos pasados, sino historia de tiempos y que Europa actualmente distinta de todo su pasado sigue estando cercada por los mismos límites geográficos, mentales, ideológicas y emocionales.
En este contexto opera toda decisión política. Nunca habrá actualidad que pueda alejarse del pasado. Como potencia económica, le faltará la política. Para obtener la política intervendrá la ideológica y al final de la cadena a los europeos les espera su división cultural, mental y emocional, los inextinguibles nacionalismos locales.
Es realismo pronosticar que de una u otra forma, todo seguirá igual: un continente dividido en sí mismo con rivales externos incalculables.
Redacción: friedrichmanfredpeter agosto 2018
Edición: anavictoria
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