martes, 18 de septiembre de 2018

Atravesar el río Styx


                                
Era una noche oscura cuando llegué al río Styx; la luna se había escondido detrás de las nubes negras que a cada momento parecían descargar una tormenta. Dante y su compañero Virgilio me estaban esperando:
-¿Estás seguro de que querrás ver lo que podemos enseñarte?- me preguntó Dante. Virgilio con extrañeza me contemplaba; habituado a verse rodeado de romanos le debería extrañar mucho esa visita de un viajero curioso del siglo veintiuno.
-¡Prepárate para lo peor! – Al paraíso no podemos llevarte, tendrás que acompañarnos a donde nadie quiere ir, además no podrás retroceder. –
-Sí, al Infierno es donde yo quiero ir; además me interesa más.
El Hades guarda más secretos que ningún otro lugar del universo mitológico. Allí es donde la verdad alcanza a todos aquellos que se negaron a ella en vida. El Hades no admite más mentiras ni soberbia alguna.-
Después Virgilio silbó y se presentó Caronte en su barcaza precaria. Nos montamos – muy estrecha para los cuatro – y en ese momento vimos luces que parecían rayos en la lejanía y ruidos que parecían gritos de angustia y de desesperación.
-Voci alte, sospiri- me explicaba Dante en italiano.
-¡Lasciate omni speranza!- agregó Virgilio.
Sentí cómo el miedo comenzó a invadirme cuando nos acercamos a la orilla de este continente sumergido bajo la superficie terrestre.

Y en este momento Caronte retuvo la barca y llegamos a una playa cubierta de arena negra; metidos hasta la cintura en esa arena estaban decenas… cientos…miles de personas agitando los brazos en alto y gritando sin parar consignas y lemas furibundos. Sus gritos formaban un concierto, una cacofonía de frases incoherentes. Sólo pude escuchar estos:
-¡Traidores del pueblo!- ¡Judíos fuera! - ¡A la horca con ellos! ¡Alemania para los alemanes! ¡Extranjeros a su tierra! ¡Somos el Pueblo!- ¡Basta ya!
Sentí gritos en varios idiomas, pero el alemán dominante: "Deutschland erwache! Juda verrecke!"
Un escalofrío me recorrió, me quedé temblando.
Y me dice Dante:
-Están obligados a repetir estos gritos infinitamente hasta que queden roncos, exhaustos, sin aliento.-
- ¿Qué pasa cuando se callan? – pregunté.
- Les caerá un rayo encima! – Así, este es su Infierno.

Entonces fuimos avanzando paso a paso de peor en peor:
Pasamos por una emisora de radio con altoparlantes que emitía voces como truenos.
-Son obligados a crear mentiras y repetirlas, tienen que inventar noticias falsas y exageradas sin parar,- me explicaron.
Los interlocutores casi no tenían voz ni fuerza, sus caras expresaron angustia y dolor porque ya duraba esa condena más de cien años, sin descanso, mintiendo y anunciando falsos noticieros…polemizando sin parar. Ya no podían más, pero tenían que seguir inventando mentiras.

Y había gente uniformada, montada sobre bancos con cervezas en mano y sin poder beberla, gritando y pidiendo relevo sin obtener respuesta, ni socorro.
-Estos son los que predicaron odio y revanchismo, prepararon la mecha para incendiar los polvorines que sacudieron el mundo entero.- dijo Dante.
-Pero, ellos solamente hablaron, predicaron, gritaron, eran unos borrachos, - contesté yo.
-Hablar no es actividad inocente, por sus frutos se valora el árbol y tanto más el hombre, - sonó la voz de Virgilio; él ha de saber bastante de eso porque redactó la Eneida cuyo argumento es la traición.

Después vimos a gente uniformada que tenía que gritar sin parar:
- ¡Hurra! y ¡Venceremos! Hubieron de quitarse las botas y luego colocárselas nuevamente, ponerse firmes y saludar con el brazo en alto.
-Ya hace cien años lo están haciendo – me dijeron – sin parar, ni tomar refrescos, ni callar. -¡Manos arriba! – Sieg Heil, Heil, Heil - decenas de miles de veces y más les quedan.
Y ahora: -¿Qué es eso?- pregunté
Esta es la gente que tiene que contar dinero. Estos sacos llenos de billetes y de monedas hay que revisar y contarlos.
-¿Cuándo lo hayan contado?
- Se remueve nuevamente y se traerán más sacos y lo tienen que contar de nuevo – contar y contar hasta reventar.
Ellos vestían muy elegantemente porque fueron hombres de la banca. Hombres de negocios y especuladores que se hicieron ricos con el armamento, la venta de municiones, etc.
Yo ya no quise ver más, porque eso sólo era el primer estrato del infierno. Me imagino que detrás de todo eso, habría espectáculos que yo no podría soportar. Aquí en este estrato había visto lo que durante los años Veinte sucedió y que había llevado el mundo al desastre: las crisis formadas por desorientación y demagogia, por ignorancia, falacias y creencias absurdas y por las que murieron millones de humanos en casi todos los continentes..

Cuando yo desperté ya estaba en pleno día. Este viaje al Infierno me había enseñado que nada de lo que había pasado cien años atrás estaba definitivamente olvidado, perdonado. Y lo que en actualidad nos acosa podría servir para cargar de habitantes otro Infierno en un futuro cercano. Así el horroroso espacio será permanentemente renovado.
Y yo – ahora despierto- pido que así ojalá no sea así.

Redacción: friedrichmanfredpeter septiembre 2018
Edición: anavictoria

























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