jueves, 6 de septiembre de 2018

Ricote - el refugiado cervantino -

Ricote  - el refugiado cervantino-
             (Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Segunda parte, capítulo 54)

“Los moriscos habían sido expulsados de España mediante una serie de decretos que se extienden desde 1609 a 1613. El día 4 de abril de 1609 se hacía extensivo a toda España, invocando la razón de Estado, o sea, la ‘conveniencia’ y la seguridad de la nación. (---) Fueron expulsados, aproximadamente 300.000 moriscos, entre cuyas más frecuentes profesiones estaba la de tendero y labradores del campo.”(Francisco Rico, Edición Instituto Cervantes)
                         



El Morisco de este caso, de nombre ‘RICOTE’, se encuentra con Sancho Panza quien después de renunciar al ‘gobierno de su Isla’, desilusionado, camina hacia el reencuentro con Don Quijote. Ricote, metido en un grupo de peregrinos alemanes camino de Santiago de Compostela saluda a Sancho, quien montado en su burro en un principio no lo reconoce; pues Ricote fue su vecino antes de ser expulsado de España por ser ‘morisco’. Luego, el júbilo es grande y como es costumbre española hasta hoy, se come y se bebe y se ríe… todos juntos. 

¡Qué sorpresa para los lectores!
Ahí tenemos el retrato fiel de una situación que se parece a la actual. Ricote es  el prototipo de la persona desterrada, expulsada de su nación de origen y lo que cuenta podría ser el relato de un desterrado de hoy. Su vida errante sólo tiene un lugar de mágica atracción que es la nación que lo expulsó:

Doquiera que estamos lloramos por España; que, en fin, nacimos en ella y es nuestra patria natural; en ninguna parte hallamos el acogimiento que nuestra desventura desea; y en Berbería, y en todas las partes de África donde esperábamos ser recibidos, acogidos y regalados, allí es donde más nos ofenden y maltratan. No hemos conocido el bien hasta que le hemos perdido; y es el deseo tan grande que casi todos tenemos de volver a España; (---)
y ahora conozco y experimento lo que suele decirse: que es dulce el amor de la patria. Salí, como digo, de nuestro pueblo, entré en Francia, y aunque allí nos hacían buen acogimiento, quise verlo todo. Pasé a Italia, y llegué a Alemania, y allí me pareció que se podía vivir con más libertad, porque sus habitadores no miran en muchas delicadezas: cada uno vive como quiere, porque en la mayor parte della se vive con libertad de conciencia.”

Curiosa atracción que ejerció Alemania sobre estos expulsados. Allí hallan la libertad que deseaban tener en su lugar de origen de España. La ‘libertad de conciencia’ desde la ‘Paz de Augsburgo’ - firmada en el año 1555 - era un logro valioso que parecía haber acabado con la confrontación entre católicos y protestantes. Ricote tomó ‘casa’ en la cercanía de Augusta que es Augsburgo (sitio en el que la fundación de los ‘Fugger’ mantiene hasta hoy una urbanización dedicada a obras sociales). Ricote también está consciente de las razones políticas que causaron su destierro; con ironía y sarcasmo comenta lo que le ha sucedido:


“---porque bien vi, y vieron todos nuestros ancianos, que aquellos pregones no eran sólo amenazas, como algunos decían, sino verdaderas leyes, que se habían de poner en ejecución a su determinado tiempo; y forzábame a creer esta verdad saber yo los ruines y disparatados intentos que los nuestros tenían, y tales, que me parece que fue inspiración divina la que movió a su Majestad a poner en efecto tan gallarda resolución, no porque todos fuésemos culpados, que algunos había cristianos firmes y verdaderos; pero eran tan pocos, que no se podían oponer a los que no lo eran, y no era bien criar la sierpe en el seno, teniendo los enemigos dentro de casa. Finalmente, con justa razón fuimos castigados con la pena del destierro, blanda y suave, al parecer de algunos Sancho, yo sé cierto que la Ricota mi hija y Francisca Ricota mi mujer son católicas cristianas, y aunque yo no lo soy tanto, todavía tengo más de cristiano que de moro, y ruego siempre a Dios me abra los ojos del entendimiento y me dé a conocer cómo le tengo de servir. Y lo que me tiene admirado es no saber por qué se fue mi mujer y mi hija antes a Berbería que a Francia, adonde podían vivir como cristianas.”

Ricote interpreta con esa ironía la decisión de ‘la Majestad’ de expulsar a lo moros porque no era bien “criar la sierpe en el seno” de la España católica. Aparenta justificarla, pero su experiencia real la contradice: Todos fueron castigados sin diferenciar entre conversos y auténticos musulmanes. La realidad fue esa: no solamente se desterró a la familia Ricote una sola vez, sino varias, recorriendo África y Europa hasta finalmente encontrar el lugar tolerante que los acogió. Sin embargo, ese sitio no era la patria querida que llevaban en el corazón.
Por eso, para volver a España, Ricote se vistió de peregrino de Santiago de Compostela; y disfrazado así, en unión del grupo de peregrinos alemanes recorrieron las plazas de España pidiendo “Gueltre” que es ‘Geld’ – dinero en alemán. Otra intención suya era rescatar objetos de valor escondidos antes de ser expulsado y que tiene enterrados en un lugar seguro. 
Ricote es valioso testigo literario para analizar el proceso que actualmente tiene lugar en toda la geografía de Oriente Medio. Innumerables dramas humanos acompañan esa historia cruel de vanidad y tiranía políticas.

Lo que el famoso novelista no tocó es el tema de la pérdida material que España sufrió con la expulsión de los moriscos, que era una más después de la expulsión de los judíos y el desprecio social de los conversos. Esa autolesión difícilmente es evaluable. España se separó mental y materialmente de Europa. Un precio muy alto a pagar para las generaciones del futuro. 

Tampoco pudo Cervantes tratar el tema fundamental de ‘identidades’. No existió jamás un gentilicio común para moros y cristianos. ‘Españoles’ sin pro ni contra, ‘españoles’… esa única ciudanía. Sancho y su amo Don Quijote se mueven en un panorama humano constituido por cristianos viejos o nuevos, amos y amas, tenderos que son ‘moriscos’ y señores ‘hijos de algo’-hidalgos. Además clérigos, nobles, mendigos, frailes y monjas. Cada cual encerrado en su cajita con la etiqueta bien puesta y visible: ¡Que a nadie se lo olvide!:¿De dónde procedes, ¿quién eres, a qué te dedicas?
Es la sociedad medieval sin alteración. Sólo a un loco se le da permiso de posicionarse de otra manera. Don Qujote y Sancho aparentan lo que no son, tienen permiso para eso porque son de ficción. 
Muchos siglos después, habiendo pasado por alto importantes fases de evolución occidental, para España perdidas, después de una guerra civil que con sangre y fuego ha tratado de responder a la pregunta: ¿Quién eres tú? ¿Ciudadano de España?

¿Lo ha logrado?

Redacción: friedrichmanfredpeter septiembre  2018
   Edición: anavictoria

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