martes, 25 de septiembre de 2018

¡Adiós a las 'Luces'!

El histerismo colectivo
¡Adiós a las ‘Luces’!


Manifestación nocturna neonazi en una ciudad alemana contra un centro de    acogida de refugiados.

Creo que hemos sido demasiado optimistas confiando en las mil sonrisas que provoca el sol primaveral, dando por hecho que su fuerza elemental tiene cómo iluminar e ilustrar todas las vidas. 
Fue mi profesión ejercida en la docencia la de dar voz y cara a este bien y yo creía que la clara luz del día y la reflexión acompañaría los tiempos modernos porque soy uno de los discípulos de aquel ‘Siècle des Lumières - ‘Siglo de Luces’. 
Liberados de nazis y de otros fascistas, esta luz definitivamente abriría nuevamente un camino a la democracia, a la justicia y a la libertad e igualdad de los hombres. Jacobino he sido y alma jacobina aún tengo –lo confieso- creyendo que el humanismo no necesitaría argumentos para su defensa después de pasado ese medio siglo XX de crueldades infinitas. Esa experiencia histórica resolvería todo lo que antes era inimaginable. Tal optimismo me hizo creer en la superación definitiva de todas las fronteras en Europa; las fronteras y los credos, origen de tantos conflictos y guerras. Siempre pensé más allá de Europa, en un mundo justo y equilibrado. Los insultos antisemitas y xenófobos me parecían desterrados del lenguaje común de la gente, con más razón en Alemania. 
¡Me equivoqué!


En este instante estoy viviendo algo como ‘el invierno’ de la luz y de las ideas constituyentes de medio siglo de paz y de conciliación. Ahora tengo frente a mis ojos países que parecen hundidos en el histerismo colectivo: Desde la lejana región de Sajonia, a través de Alemania, pasando por Italia y llegando a la Cataluña de España parece que existiera una sola preocupación: El peligro imaginado de una invasión por ‘traidores’ e inmigrantes peligrosos.
 Como solución única y exclusiva se proyecta el ‘fetiche’ de la autodeterminación, la descalificación del gobierno democrático. 
Siempre en la intimidad de la discreción familiar o entre amigos de bar, siguió existiendo cierta xenofobia y hostilidad contra el ‘desconocido’, el ‘intruso’, el ‘raro’ etc. Pero lo novedoso, lo que nunca esperé ver son las manifestaciones plurales, llenas de orgullo y proclamando pronta acción frente al imaginado peligro.
Todos los días se cometen delitos xenófobos en Alemania y en la mayoría de los casos quedan impunes. El método oficial es, restarle importancia.
Toda la geografía europea aparece invadida por odios, agresiones y fanatismo  que se extienden como una epidemia; veo histéricos desenfrenados por todas partes…exhiben muy orondos sus visiones básicas, fundamentalistas y simples, acerca de problemas y temas complejos sobre política y sociedad. Incapaces de dialogar, reticentes a compromisos que consideran falsos y mentirosos, exhiben una sola idea y una sola solución: ¡‘autoridad – orden – expulsión’!
Y eso así, gritando, pataleando como niños inmaduros, incapaces de argumentar, mucho menos escuchar.
Como es usual en este medio, exhiben dolor y victimización, justifican sus agresiones como defensa de lo propio, de lo ‘sano’ de lo ‘nuestro’ y lo peor del caso: obtienen apoyo por parte de las élites políticas tradicionales. El mensaje violento ha llegado a ocupar el centro mismo del discurso político en casi todas las naciones europeas.  Es pleno verano, pero Europa se hunde en su propio invierno de fantasmas.
¿Qué hacer?
¡No lo sé!Sólo sé que yo nada haré. He emigrado
cito el poema “Hälfte des Lebens” de Friedrich Hölderlin:
                  ------ im Wind klirren die Fahnen.

Ay de mi, ¿dónde están
Las flores y el sol
Y las sombras en la tierra?
Es el invierno
Y los muros son rígidos
Fríos y mudos, y el viento
Hace sonar las banderas.

Friedrichmanfredpeter septiembre  2018
    Edición: anavictoria

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