¡Oh, la historia! y Yo
-delirios del XXI-
“Igual que las palomas, sobrevolaron la ciudad pájaros anunciando desastres. El ruido de sus motores era trueno, granizo, era tormenta. Todos los días, todas las noches, llegan, se van, practicando ejercicios de la muerte, regando sonido sonoro en cada sacudida removiendo las ruinas ya hechas. Y ahora quedan vacías sus reservas, ya nadie los mira.”
Así describe Wolfgang Koeppen[i]el triste destino de las ciudades alemanas durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial.
Pero, ¿qué más había pasado? ¿Qué dicen la memoria colectiva, el saber histórico, mi experiencia personal?
Chatarra militar.
Por aquí desfilaron columnas de la S.A Nazi bajo un bosque de banderas, cantando; después pasaron batallones SS élite negra del régimen – orden bajo la calavera. Los seguían bandas sonoras con música marcial.
Y. de repente se levanta un grito salido de una calavera debajo de un casco perforado: ¡Los muertos al frente!
Vi jóvenes de dos Guerras Mundiales seguidos por sus madres. Yo saludé esa triste procesión.
Y los hombres de Estado, jefes políticos, con los pechos cubiertos de medallas, méritos acumulados entre dos guerras exigiendo nuevos puestos para continuar labores. Y los generales de las dos guerras cubiertos de condecoraciones, me saludaron con soberbia pidiendo altas pensiones,
Y señalándome gritaron: ¡Este es el traidor, ahórquenlo! Pero no había verdugos.
Y fue entonces el turno de los marxistas. La primera sección portaba una cabeza de mármol: era Wilhelm Friedrich Hegel. Y me pareció que la cabeza hablaba, escuché las palabras “Weltgeist” y “Dialektik”.
Luego seguían los que con gran esfuerzo cargaban un monumento de bronce pesado de Marx y Engels. Agotados y exhaustos discutían entre ellos, no faltaron los insultos. Ahh, pero la Internacional cantada por miles de voces mandó a callar las discusiones y un mar de banderas rojas invadió el ambiente. Yo permanecí callado cuando se asomó entre ellos un hombre, era mi abuelo FW, me entregó una bandera pero ardió mi mano al intentar recibirla y la dejé caer.
Volví la espalda y encontré un grupo de personas, entre ellos a mi abuela Philomena y a mi tío Fritz.
Me parece que me invitaron y yo les dije:
“Hier bin ich - Aquí estoy”.
Redacción:friedrichmanfredpeter febrero 2019
Edición: anavictoria
[i]Wolfgang Koeppen, premio Büchner de 1962 de literatura alemana. “Ich ging Eulenspiegels Wege”, ed. Suhkamp 1998, p. 226.
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