¿Nuevos tiempos?
“Sin estos minerales, sin las minas de oro y de diamantes, sin estas abundantes cosechas y sin la labor de millones de esclavos y de trabajo mal pagado, Europa no sería el paraíso que hoy buscan esas masas de refugiados que tanto admiran y desean compartir.” (C.Ransmayer)
“Pero es un paraíso amenazado, como lo son todos los paraísos: Las ideas y los derechos universales han sido reemplazados por la retirada a lo suyo propio, inamovible, a la nación detrás de una frontera. Los principios de libertad, igualdad y solidaridad se desarrollan sólo entre los muros elevados y rodeados de alambradas de púas. Son principios reducidos porque se trata de ‘nuestra’ libertad y de ‘nuestra’ igualdad.
¿Pero qué valor puede tener ‘nuestra’ libertad cuando conlleva un no querer saber ni ser informado? Acostados cómodamente rumiando lo mismo siempre. Esa es la nueva virtud para un ciudadano que se volvió cómodo y desconfiado de la igualdad; la verdad se siente emocionalmente – mas no es reflexionada – : tal es la nueva tendencia.”
Al leer esas observaciones de Philipp Bloom en Die Zeit online de 01-08-18, recordé inmediatamente la inmensa colonia de pequeños jardines que rodean las ciudades alemanes desde varias generaciones atrás. Cada pequeño jardinero cultiva con esmero y atención el pequeño y próspero rincón que es el suyo. Son rincones donde prosperan flores y gran variedad de legumbres mimadas por las manos del jardinero aficionado.
Ahí Alemania está consigo misma, está en su casa propia; prosperan la amistad, la rivalidad, y también el menosprecio e incluso, la abierta hostilidad. En ese ambiente reducido se vive lo que luego se dimensiona en grande, en el amplio terreno de la vida pública se percibe, se siente. No hay nuevos tiempos, es la repetición de lo mismo de una generación a la próxima. Del abuelo a los nietos se traduce la costumbre de los fritos acompañado de bebidas refrescantes. África, otros continentes, otros países, se encuentran en los televisores o se revelan en una o dos semanas de vacaciones disfrutadas desde algún bunker hotelero inmenso -idéntico en cualquier parte-.
Los nuevos tiempos amenazan, pero con seguridad se quedarán fuera de la colonia privada de la jardinería de cada quién. Ahí, donde cada vez más se ven banderines ondeando, marcando minifundios de orden, de vigilancia y de exclusión.
Lo que ahí se practica, transita por toda la comunidad: la mirada de desconfianza, el suspiro de menosprecio, la soberbia y el gesto grosero y maleducado ante el forastero, el extranjero.
“¡Aquí no somos racistas, cada quien a lo suyo, eso es normal!” afirman los amorosos jardineros.
A mí no me extraña eso porque así lo conocí desde siempre. Tiempos nuevos no hay, mientras no haya gente nueva. Prefiero retirarme de la periferia, pasar de largo por las colonias de jardinería, mirar hacia otro lado para no oler a esa Alemania de humos y satisfacción.
Pero a veces sueño con que un huracán que se lleva todo eso por los aires, a otros mundos, al centro de África… por ejemplo.
Redacción: friedrichmanfredpeter agosto 2018
Edición: anavictoria
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