“En cuanto a Morón: consumatum est.Se ha hecho un escarmiento, que supongo impresionará a los pueblos que aún tienen la estulticia de creer en el marxismo y en la esperanza de podernos resistir…
A todos les recuerdo que, por cada persona honrada que muera, yo fusilaré, por lo menos diez; y hay pueblos donde hemos rebasado esta cifra. Y no esperen los dirigentes salvarse, apelando a la fuga, pues los sacaré de bajo la tierra, si es preciso, para que se cumpla la ley.”
Queipo de Llano
En la foto de 1939 hecha en Berlín, el Teniente General, marqués Gonzalo Queipo de Llano y Sierra (1875 – 1951), aristócrata español de clase alta; dicho de su madre: “¡tenía raza!”; militar de carrera; participó en la Guerra de Cuba y en la del Rif, Maruecos; junto con los generales Mola y Sanjurjo dirige el golpe militar contra el gobierno del Frente Popular en 1936; jefe de la acción en Andalucía – ‘El Virrey de Andalucía’; menospreció al cabecilla del golpe Francisco Franco - “Paca de Culona” (a Franco le faltaron ‘raza’ y nombre aristocrático); estrecha vinculación al clero católico desde los estudios en el seminario diocesano de Tordesillas.
No haré referencia en este comentario a las complejas circunstancias políticas de la época. Estas han sido analizadas por conocedores mejores que yo sobre el tema de la Guerra Civil Española.
Me permito reflexionar sobre el bando proclamado por el vencedor de la contienda, Queipo de Llano. Su actitud no fue singular; es más, trasciende hasta la actualidad en la relación entre vencedor y vencidos. Se reproduce y es moderna.
Los hechos: durante los meses de julio y agosto de 1936 se desarrollaron crímenes de vandalismo y de asesinato masificados en el pueblo de Morón de la Frontera, provincia de Sevilla, España. La Guerra Civil en pleno auge.
La represión de Queipo era fulminante: en Sevilla fueron asesinados en pocas semanas más de tres mil “rojos” y en Morón fueron trescientos. Esa cifra en un poblado de entre veinte a treinta mil habitantes es exorbitante. Los asesinatos se hicieron a plena luz del día, en la calle, en las plazas públicas. La selección se hizo a ‘señal de dedo’; los cadáveres quedaron largo tiempo tirados en medio de las calles. Se trataba así de ‘escarmentar’, vengar actividades delictivas de ‘los rojos’. Hubo muchos moronenses que aprobaron estos actos, colaboraron al señalar enemigos suyos personales. El pueblo se transformó temporalmente en un cementerio vivo.
-“Consumatum est” – son las últimas palabras atribuidas a Jesús crucificado, citado del evangelio ‘Vulgata’ en latín. ‘Se ha cumplido’ la misión, el destino, el quehacer duro y mortal.
Corresponde con la última frase del bando que menciona “cumplir la ley”. ¿De qué ley se trata que obliga a mandar a la muerte a supuestos enemigos? No se trata de una ´ley’ escrita en un código penal, sino debe ser esa ley de leyes que es anterior a toda ley humana y que manda a exterminar el pecado, acabar con el origen del mal, el demonio.
Envuelto esto en palabras de Cristo encontramos un máximo de perversión difícilmente superable. El que manda a matar cumple una ley de divina procedencia, no comete crimen ni pecado, no solamente es inocente, su acción es heroica.
-“--se ha hecho un escarmiento”.Un escarmiento se hace contra personas desobedientes, es la medida tradicional en el sistema educativo arcaico. El método es variable, según el código inquisitorial, desde la simple reprimenda hasta la quema en público. Resulta importante la humillación que recibe la persona. De su ‘culpa’ realmente no se habla; esa está preestablecida. Se llama ‘marxismo’ sin definir qué es eso, pero debe ser la suma de ideas falsas y de peligrosa gravedad porque los tales ‘contra-creyentes’ se esconden con “estulticia” y su ‘fuga’ es malévola. Hasta debajo de la tierra los sacará su verdugo para que no escapen al merecido castigo. Nada más faltaría el famoso capirote con el que eran llevados los reos de Santa Inquisición al cadalso.
Por eso, el verdugo no hace mal sino bien, su actitud es necesaria, valiente y merece aplauso - el mismo se lo otorga.
-“Yo fusilaré-“ El YO imperioso está presente en todo el texto. Naturalmente en persona, con pistola en mano, no fusilaría – eso supongo – aunque nunca se sepa hasta donde llegaría la voluntad sanguinaria de un militar extraviado. Pero YO es imprescindible en un ambiente donde los YO – los hombres, y sólo ellos- están decididos a frenar esa abismal carrera hacia ‘la nada’ – según su modo der ver.
Lo que el texto llama ‘marxismo’ nada tiene que ver con el término político, es simplemente la palabra que denuncia desorden y vandalismo, destrucción de un valioso patrimonio religioso – cultural. Ateísmo en su pura manifestación. Con aquellos bárbaros no se discute, se les fusila, ya está.
Fusilar además, es un término militar, no hay nada deshonroso en fusilamientos. ¡Cuántas más se habrán fusilado en las campañas de Cuba o del Rif marroquí! Fusilado se muere bien cuando se pierde.
¡Viva la Muerte! Era el grito de la Legión Española.
Conclusión: El bando de Queipo es la pura resurrección de una España negra antepasada de heroicidades absurdas, una mentalidad que se reproducía sin parar, anti – histórica pero que nunca caduca.
Lectores críticos me preguntarán: ¿Qué nos dice de estos vándalos rojos que quemaron templos y monasterios?
La simple respuesta es esa: Cuando a un perro maltratado y encadenado se le suelta –rabioso es y muerde. No es ninguna excusa, es solo una metáfora.
Redacción: friedrichmanfredpeter agosto 2018
Edición: anavictoria
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