“Karl Marx no necesita brazos ni piernas, la cabeza lo dice todo,”
dice Lew Kerbel, autor de esa cabeza monumental de Marx.
Esa cabeza monumental se encuentra en la ciudad alemana de Chemnitz -antes, durante la era de la RDA llamada ‘Karl Marx Stadt’-. Fundida en bronce en la Unión Soviética, fue transportada por partes hasta su lugar donde fue ensamblada y colocada en el año 1971. Desde entonces, ahí se encuentra esta monstruosa… monumental… (pesa más de cuarenta toneladas) escultura de cabeza humana la más grande en la tierra; todo un récord mundial.
¿Qué dice ese monumento gigante, aparte del mensaje estético que infunde respeto y veneración hacia el autor de la obra emblemática ‘Das Kapital’ tratada como una ‘biblia’ en el entonces bloque soviético?
¿Cuál es el mensaje social y político?
Por cierto, no se trata de algún tipo de invitación a la lectura profunda de ‘Das Kapital’, obra maestra de una fusión lograda entre economía, sociología y filosofía y una obra teórica planeada por su autor para continuar ‘Crítica’ de la ‘Razón Pura’ de Manuel Kant, esencia del pensamiento teórico alemán. Pero tal no inspiró al escultor soviético.
Lew Kerbel, escultor, aplasta a quien contempla su obra; no es inspiradora sino que reclama admiración, obediencia; es la máxima autoridad que no inspira ni admite preguntas. Manifiesta una sola idea: No se trata de la persona de Karl Marx con brazos y piernas, sino del ‘Marxismo’ triunfante en el mundo. Puro marxismo-leninismo.
¿Un error gigantesco?
¡Nooo! Es política, hermana / hermano lector.
Política que comenzó hace miles de años, documentada en la ‘Guerra de Troya’ de Homero a Virgilio:
“Timeo Danaos dona donantes”, se lee en la Eneida – “Temo a los Griegos cuando nos traen regalos.”
Efectivamente el regalo que traían los griegos a los troyanos era ‘El Caballo Troyano’ de madera, transportando desastre y perdición a la ciudad de Troya que ya se había creído vencedora de la guerra de ‘nunca acabar’.
Y así se repitió: La Unión Soviética triunfante hace un regalo monumental a su satélite alemán, aumento desde la propaganda verbal a la artístico-política y su maniquí político de turno, su sátrapa – Erich Honecker – lo agradeció con un gran beso en la boca del vencedor.
Ahí está el monumento, mentiroso, monumental. ¿Por qué no se elimina?
Pues, ahí debe estar para recordar – pienso yo – las preguntas; ¿Cómo aprender, cómo enseñar, cómo investigar el pasado si no hay huellas y documentos presentes, visibles, impresionantes?
Yo, en este momento saco el tomo primero de “Kritik der Politischen Ökonomie” con el subtítulo “Das Kapital” y leo en el prefacio esa frase:
“Es ist der letzte Endzweck dieses Werks, das ökonomische Bewegungsgesetz der modernen Gesellschaft zu enthüllen.”
“La intención final de esa obra es revelar la ley económica fundamental que rige la sociedad moderna.”
Finalidad inconclusa, vigente para un pensamiento crítico y libre.
¿Hay ‘ideas’ que pesen 40 toneladas?
Redacción: friedrichmanfredpeter agosto 2018
Edición: anavictoria
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