martes, 1 de agosto de 2017

A quien llega tarde

“A quién llega tarde, le castiga la vida”,

                 dijo Gorbachov, el último secretario general del comité central soviético antes de disolver un régimen político que había durado 70 años; su homólogo alemán Honecker hizo lo mismo; el estado alemán de la RDA sobrevivió 40 años escasamente. Y así sucedió en otros numerosos países europeos.


El presidente electo de Venezuela acaba de instalar por la vía de una oscura elección una Asamblea Constituyente con función de un supremo soviet venezolano que comenzará a funcionar casi exactamente 100 años después de la Revolución rusa de Octubre y transformará la nación venezolana en una réplica de democracia popular con el nombre de República Bolivariana. Eufemismos retóricos no faltan para disfrazar lo que en la realidad es: la dictadura de un comité central sobre la población indefensa y privada de sus derechos democráticos, parafraseando a Rosa Luxemburgo en su famosa carta dirigida a Lenin, quien - se supone – nunca la leyó porque para ser socialista había que creer en el fantasma de la Revolución.
No hay duda: Venezuela necesita una profunda transformación para realizar reformas nunca hechas durante más de doscientos años de existencia.
¿Pero hay que acudir a modelos caducados, desfasados históricamente?
¿Vale realmente imitar a lo que obviamente no sirvió?
Mi compatriota apreciado Karl Marx había advertido que copiar no sirve para iniciar una era nueva. Y es más, dice que en tiempos históricos los eventos puede que se repitan, pero dicha repetición será una comedia; en el presente caso:  una pintoresca y sangrienta comedia tropical.
¡Pobre Venezuela!


friedrichmanfredpeter    30   julio  2017

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