miércoles, 16 de agosto de 2017

Aristocracia

Aristocracia  -- ¿Llena de Gracia?



“Alter Adel, immer edel” : Oh vieja nobleza, siempre excelente.
Se demuestra este antiguo decir dando una mirada sobre la historia, la alemana naturalmente, porque sobre ese tema me atrevo a relatar algo.
Von Kotzbue es el nombre de la noble dinastía radicada en las orillas del Mar Báltico donde se cruzaban distintas etnias, culturas y religiones. Los Kotzebue poseían extensas tierras en una región  que hoy es de estones, lituanos, letones y rusos. También los alemanes, fundadores de ciudades como Reval y Riga o Königsberg, que resultaron tragados por la guerra caníbal o desplazados y expulsados cuando esta terminó. Eso también fue el destino de los Kotzebue, nombre báltico, pero alemanes de raíz.
Cómo tales habían servido a distintas patrias: algunos de ellos en uniformes del Zar en los diversos frentes de su imperio, el mayor del mundo. Otros uniformados prusianos, con una imparable vocación por las  artes, la literatura, el inventarse la vida. Se destacaron Otto von Kotzebue, navegante ruso, investigador de los mares entre Alaska y la Isla de Pascuas en el siglo 18, y August von Kotzebue, autor de numerosas comedias y escritos que divertían el público en la entonces Alemania o, mejor, como se llamaba en esa época después de la era napoleónica.: Confederación Tedesca (Der Deutsche Bund),
Mucha fama tenía este August von Kotzebue, más conocido que Goethe de quien fuera contemporáneo, admirado por un público ansioso de leer y ver, porque los burgueses  alemanes llenaban las salas de teatro para aplaudir :
 ¡Viva Kotzebue!
Sucedió que este autor, amado y venerado en exceso tenía también enemigos, mortales; porque Kotzebue era el representante oficial del gobierno prusiano ante el consejo de la Confederación y esa institución era odiada a muerte por los estudiantes que soñaban con otra Alemania, la de “Negro, Rojo, Gualda”, la democrática y unificada. Para ellos el tricolor alemán debía reemplazar el odiado aguilucho negro prusiano que  impedía y obstruía todo lo que la historia con urgencia demandaba. El representante del aguilucho, ese mediocre escribiente, con cara de mongol retardado, era el objetivo visible de autocracia y de sumisión. Pero existía Georges Sand, el estudiante de teología y miembro de la agrupación de estudiantes “Franconia”, un “Burschenschaftler” idealista y violento. Llegó, bien preparado y lleno de canciones revolucionarias, exaltado tras la quema de símbolos reaccionarios entre ellos los escritos por Kotzebue… se acercó con una daga escondida en la manga, y se la hundió en el corazón al viejo reaccionario. Y este murió delante de su pequeño nieto y dispuesto a darle el autógrafo que creyó que le iba a pedir su asesino.
Sand se hirió con intención de suicidio público, en el pecho con la misma arma, pero no logró morir. Fue rescatado, sentenciado y decapitado en la ciudad de Mannheim. Este primer “terrorista” alemán provocó una ola de entusiasmo en toda Alemania. Se hicieron verdaderas romerías, peregrinajes a su tumba en Mannheim donde todavía existe un monumento llamativo.
En cambio la tumba de su víctima, August von Kotzebue, en el lejano este ahora Rusia, se la comió el tiempo.
Nadie se acuerda de él, ni de su obra teatral, banal, kitsch popular se diría con el tiempo. Sin embargo, Goethe  director del Nationaltheater Weimar dejó que se presentara una obra Kotzbue. El gusto del público no se debe ignorar, dijo el autor del Fausto con resignación.

Bien pero…¿qué más pasó con los Kotzebue?
Yo conocí a uno. Rurik von Kotzebue se llamaba, “el último” decía él ignorando a las tres hermanas que vivían también.
Rurik era un muchacho de unos veinte años y trabajaba en una finca grande muy cerca de Frankfurt. El dueño de esta finca practicaba un estilo de aristocracia semirural próxima a los Junker prusianos. Supongo que era esa la razón por la que había acogido a este refugiado sobreviviente que además llevaba el sonado nombre de  Kotzebue. Y a Rurik le tocó en la infancia realizar lo que numerosos criados hicieron por él y por sus antepasados : alimentar a cerdos y vacas, limpiar establos  y amarrar los caballos a los carros. Lo supo hacer y lo hizo bien, no perdió el ánimo, ni la sonrisa. No estudiaba, pero algo tramaba su mente:
Yo me fui del pueblo y no supe más nada de él. Me contaron que había emigrado a Namibia, África, la que había sido temporalmente colonia alemana antes de la Primera Guerra. Allí hasta hoy existe una numerosa minoría de alemanes.
Rurik en Namibia, eso sí que despertó mi curiosidad. He investigado y encontré que existe una empresa que organiza Safaris, expediciones de cacería sobre el territorio semidesértico del país africano; esa empresa mantiene además una línea directa de aviación con una ciudad en Alaska cuyo nombre es… Kotzebue! Sabemos que antes de ser americana, Alaska era rusa y por ahí pasó el explorador llamado Otto von Kotzebue, navegante ruso.
Si mi sexto sentido no me engaña, he verificado lo que dice el título: Aristocracia y excelencia  sobreviven a las revoluciones, asesinatos y otras calamidades. Te felicito Rurik, si es cierto que lo hiciste tu solito ¿o quizá te ayudaron los de tu gremio, tíos, primos y el largo etcétera?

friedrichmpeter   agosto   2017
  edición  anavictoria

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