“Las condiciones de
trabajo de un escritor naturalmente son diferentes a las de un comerciante o de
un ingeniero. Y es debido a la sociedad, que cuando se refiere a un escritor, lo hace como
si de un ser raro y excepcional se tratara. Hay personas que ven al escritor
como una especie de canario o papagayo. No debe deformarse en el eco social
subvencionado, ni tampoco decorar el propio ombligo con el dolor del mundo. Ser observador es condición de su
trabajo; pero también lo es compartir las penas ajenas.
Ejemplos hay:
cuando la sociedad no entiende al escritor eso es fatal para él; pero el
aislamiento que por ello sufre es
soportable. Mucho, mucho peor para él es no comprender a las personas sobre las
que escribe y ese aislamiento – se puede justificar como quiera – es el verdadero
desastre.“ Martin
Walser
Yo no soy escritor, sólo escribo
textos y eso a falta de clases para preparar y comunicar. Entonces, ¿es lo mío
una diversión para matar el aburrimiento, castigo que corresponde a los viejos
pensionistas?
Quiero que sea más
que eso: ser un observador, no lamer las propias heridas; por el contrario, tratar
de comprender vidas ajenas es más que necesario para mantenerse en forma y
actualizado. Escribir para mí no es una profesión, tampoco fue nunca una
vocación; es asegurarme de comprender lo que ví y he vivido, porque detrás de
las imágenes grabadas por la experiencia se esconde lo que se escapó de la
vista.
La realidad de los
encuentros es su inmensa complejidad. Descubrir lo que hay detrás del espejo,
cuando nos contemplamos sin vernos de
verdad, es labor del que escribe aún sin ser escritor. Como aquel que buscando
setas encuentra un tesoro.
El lector crítico
dirá que ya todo se ha dicho y descubierto. ¿Qué puede descubrir un aficionado?
y ¿para qué sirve repetir lo que otros han hecho mejor?, ¿nueva versión de lo
mismo?
Lo último sería,
ser canario o papagayo. Sí, lo admito,
hay fragmentos de pensamientos pasados, de modas caducas o al menos anacrónicas,
amenazantes porque ponen lentillas invisibles que solo muestran lo que ya pasó
e impiden comprender un problema actual tal y como es..
Además, comprender algo
no es afirmar ni consentir; Goethe afirmó que no había sabido de ningún delito
que no fuera capaz de cometer él mismo también: eso significa exactamente el comprender
vidas ajenas.
El escritor al
contrario del fotógrafo es llamado a contemplar la vida por dentro y, siendo
viajero renuncia a la fotografía como medio para guardar impresiones. Su instrumento
es el lápiz y un pedazo de papel. El escritor Ernst Jünger, siendo soldado, tomó notas bajo
el fuego de la artillería enemiga y eso no fue simplemente frialdad ante el
peligro de la muerte; se trataba de que el
momento de escribir significaba tener aún la vida.
Las imágenes de
color pueden engañar a la mente como olores aromáticos que anticiparon lo que mejor no deberíamos haber
comido. Escribir impone distanciar lo vivido y eso hace que la alegría sea
menos resonada y el dolor menos hiriente.
Para el alemán que yo
soy, escribir en español es un reto que me obliga a alejarme de mi mismo; es como
mirar con otros ojos.
Escribir consuela y
su un proceso pareciera limpiar la mente: Con cada texto escrito termina una
vivencia y normalmente no lo vuelvo a
leer más, es similar a un acto de confesión sellado para siempre. Pero eso está
reservado a los grandes escritores que
pudieron poner como título a su obra: Confesiones.
Lo mío es más
sencillo, no pretendo cambiar ni remediar nada, y un solo lector para mis
escritos ya es un éxito.
He dicho,
friedrichmanfredpeter agosto 2017
edición
anavictoria
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