martes, 4 de julio de 2017

Elegantes, soberbios… ¿nazis modernos?



(la foto evita mostrar caras para destacar “moda” impersonal)

¿Por qué el cambio de estilo, de atuendo en las juventudes de derecha “alternativas” alemanas?
¡Las ideas son las mismas: autoritarias! Las emociones, bordeando el resentimiento.
¿Se trata caso de una actualización de los viejos demonios?


Según el historiador Rolf Peter Sieferle[i] , Adolfo Hitler –   --- “definiría para siempre la  posición complementaria para alemanes y para judíos en el mundo como relación específica: son pueblos seleccionados y elegidos por él para un idéntico trauma histórico, de dos caras:
1.      Positivo: el pueblo judío
2.      Negativo: el pueblo alemán.

De acuerdo esa definición los crímenes cometidos por el nazismo alemán a través del personaje Adolf Hitler han concebido para siempre las imágenes de dos pueblos: el judío y el alemán. El primero víctima, el segundo victimario. Todas las acciones que nazcan  en estas dos variantes compensatorias serán buenas por un lado y malas o por lo menos sospechosas por el otro.  
Observando el panorama político del día es innegable que el Holocausto ha dejado una sombra que perdurará. Alemanes  y judíos no podemos liberarnos de ello. Nunca más serán “normales” estas relaciones y parecería increíble, equívoca  que  en el año1932 el profesor Neumann de la Universidad de Frankfurt hubiera declarado:  “Los alemanes entre todos los pueblos del mundo son los menos antisemitas.”
El profesor Neumann era judío y logró escapar con suerte de la persecución nazi. Había vivido confiado en que los “alemanes” no podrían cometer actos bárbaros ningunos.

No es de extrañar que a partir de la recuperación de su soberanía después de la segunda guerra, en Alemania se  moviesen todos los gobiernos tras el objetivo de escapar de esta sombra oscura.
Así, por ejemplo, en Alemania negar el asesinato de millones de judíos europeos durante la era nazi constituye delito.
 Con el estado de Israel, Alemania mantiene una relación de apoyo político y económico desde la fundación. Todos los gobiernos alemán  ha manifestado solidaridad incondicional con Israel. Sin tal apoyo, opinan muchos, Israel no hubiera podido sobrellevar su precaria existencia rodeado  de  enemigos árabes.

Sin embargo, diversidad de grupos sociales -organizadas o espontáneas- en Alemania han mostrado una franca oposición a tales políticas, poniendo en duda que esa sea una responsabilidad histórica del país. Durante muchos años las oposiciones fueron marginales y principalmente callejeras ruidosas, vistas por la mayoría como fanáticas, con escasa o nula representación política en los parlamentos regionales; al Bundestag, en  el parlamento central, nunca entraron.
Exhibiendo símbolos nazis se acercaron al Nazismo constituyéndose poco a poco en sus herederos: Neonazis.
La situación cambió cuando Alemania recobró la soberanía completa en 1989 con la reunificación de la nación y sobre todo durante la fase de inmigración masificada de refugiados de las guerras del Oriente Medio. Estos inmigrantes presentan un cuadro cultural distinto a las costumbres europeas. La inicial y maravillosa solidaridad de gran parte de la población alemana con la gente perseguida pronto cambió en sospecha y aversión.
“Son diferentes, genio y modales por parte de la cultura musulmana, impedirán su integración”, se decía. Sobre la punta de este “Iceberg social” y capitalizando los temores de sectores de la población se colocó un nuevo partido político, como surgido de la nada (AFD). Esa autodenominada “Alternativa para Alemania” pronto consiguió un amplio apoyo social y con seguridad pronto entrará en el parlamento central con más de 10 % de votos. Esa nueva “extrema derecha” está cambiando el discurso político en el país porque logra votos de descontentos de todos los sectores sociales. En tal sentido no se trata de la clásica decimónica “Derecha” histórica.
No paran de declararse contrarios y distintos a los neonazis ideologizados y vulgares, escorias del pasado. Su atuendo corporal presume de actualidad, modernidad ; representación de un  “movimiento” popular, dispone de verdaderas respuestas a las inquietudes del pueblo alemán al que conciben como sagrada etnia sublime. Sacudirse las sombras del pasado reciente es su meta y  acerca del nazismo, negando verdades incómodas de la historia, poniendo en duda lo que no les convenga.
Una poderosa fuente de “reclutas” se encuentra en las zonas menos prósperas del este, en las regiones de la desaparecida RDA comunista. Medio siglo de doctrinas, primero nazi, luego comunista, absorbidas desde la infancia hasta la edad mayor, ha dejado un  residuo de inesperada inmadurez. Al aplaudir la reunificación del país, no asimilaban el aumento de la responsabilidad individual que eso incluía.
Mentes colectivizadas huyen  del precio de la libertad aunque la hayan solicitado a
gritos. Perder la habitual “protección” oficial de cuerpo y mente significaba un esfuerzo inesperado. Muchas personas comenzaron a vivir esa libertad no como chance, oportunidad, sino como “perdida”. La experiencia con regímenes totalitarios no les pareció tan mala, poco a poco se esfumaron los recuerdos malos  para ser reemplazadas por suaves y dulces recuerdos de una infancia protegida y guiada.
¿Para qué tanta libertad? pensaron. Y es cierto, muchos ¿para qué la querían?
No es de extrañar de entre esa masa humana se encuentra fácil eco el clamor contra extranjeros, exponentes de otras culturas, en fin todo ser extraño les es sospechoso. Dictaduras ideológicas no se borran fácilmente. Sobre todo porque en el caso de Alemania oriental faltaba el contrapeso que es el enraizamiento en
una vida cristiana contrario a la vecina Polonia. Por eso , la AFD lo tiene fácil encontrar adeptos en esta región donde ya no es raro encontrar lideres entre profesionales de la educación. Un cuadro muy peligroso se presenta: nacionalista, localista, xenófobo y antieuropeo.
Además, su perspectiva es tanto nacional como internacional; se acercan explícitamente a personajes de la política europea como Marine Le Pen o Geert Wilders. Su ejemplo admirado es  Donald Trump, descendiente de inmigrantes alemanes en EEUU.
El programa político novedoso se reduce, hasta donde he podido investigar, al tema de impedir que continúe la inmigración a Alemania porque Alemania junto con EEUU son las naciones del mundo que reciben el más alto número de inmigrantes. Lo que muchos defienden como necesario para una nación de industria moderna y creativa, ellos la llaman un peligro que hay que combatir.
Los políticos en el Este de la Comunidad Europea con sus políticas de aislamiento antieuropeo son indirectamente sus aliados.
Así las cosas para encontrar apoyo social para su programa xenófoba están cambiando de imagen y comienzan a “vestirse de seda” como demuestra la foto al inicio de este texto.
Relativizar los crímenes nazis es un baluarte de su autodefinición. No son ya sobrevivientes de la Segunda Guerra: sus edades oscilan  entre los 20 y 40 años. Sus años vitales fueron marcados por la prosperidad del país, no sufrieron daños ni persecución, son hijos del bienestar social que formulan su protesta en el nombre de un ficticio patriotismo. Simplemente no quieren compartir la buena vida con otros.
Es un vulgar egoísmo y una creencia de superioridad que los eleva por encima de los demás mortales. Su generosidad es tan grande como el agujero en la cajita de las limosnas, así los describiría Heinrich Heine, si los pudiera ver.
Me avergüenzan tales representantes que son la mascarada completa de una sociedad opulenta, pero provinciana y restringida. “Somos el pueblo” suelen gritar sus seguidores. Conocemos la connotación negativa y peligrosa del término “VOLK” en alemán.
Yo, antes de ser “pueblo” soy persona, ellos no al parecer.

fmp  junio de 2017 



[i] Finis Germania  von Rof Peter Sieferle ist von einem fast zwanghaften Determinismus beseelt: Hitler sei es "für alle Zeiten"  gelungen, "den Deutschen und den Juden eine komplementäre Sonderrolle" in der Welt zuzuweisen. Es gebe ein "positiv auserwähltes Volk", nämlich die Juden, und ein "negativ auserwähltes Volk", die Deutschen.

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