martes, 19 de julio de 2016

¿La literatura como patria?

W.S. era un alemán que hablaba el español con un marcado acento que delataba ver su origen natal… era de Hamburgo al igual que su hermano G. quien también vivía en Barranquilla.
Visité con regularidad  las casas de ambos y siempre me sorprendió lo que en casa de W.  Pude observar: encima de un taburete de la sala se encontraba un libro abierto. Yo, en un principio pensé que se trataba de la Biblia, la Torá de los judíos, porque suponía que eran judíos creyentes y practicantes. Pero…no era lo que me imaginaba: era un tomo de la literatura clásica alemana  del cual W. solía leer diariamente un capítulo en voz alta a un auditorio que se limitaba normalmente a su propia mujer. Nunca volvieron a Alemania después de escaparse de los nazi. La mayoría de sus familiares perecieron, asesinados por los nazi alemanes y mi anfitrión jamás comentó nada al respecto durante nuestros encuentros.


Cuando le conocí se dedicaba al negocio de la exportación de tabaco. Un negocio muy arriesgado por los precios inestables del producto en el mercado internacional. El exportador compraba el tabaco mucho antes de la cosecha a un precio fijo y esperaba que a la hora de la exportación su mercancía valiera más, lo que sucedía unas veces y otras no.
Me parecía que por medio de sus lecturas ceremoniosas W.S. había conseguido permanecer en su ambiente perdido, porque en realidad nunca habría abandonado su país para emigrar voluntariamente comoera mi caso. Él y su hermano habían sido expulsados, huyeron para salvar sus vidas ante la amenaza de la barbarie. No eran emigrantes sino fugitivos y la opción de una vida en Israel no los atraía. Cuando nuevamente fue posible, renovaron su identidad alemana que nunca consideraban perdida. Por eso tampoco se hicieron colombianos.




W.S. únicamente solía comentar que debido a la huida tuvo que interrumpir los estudios de medicina que había comenzado en Hamburgo y no que no pudo reiniciar en Colombia donde tenía que dedicarse a ganarse la vida como mejor podía.
No sé cuántos alemanes en Alemania practican una costumbre similar a la de ellos… dedicar un espacio vital a la literatura. Yo, por ejemplo, aunque  lector profesional nunca lo había hecho y sentí cierta vergüenza personal ante la hermosa costumbre de mis anfitriones. Me impresionaba la entrega apasionada a la herencia humanista de nuestra cultura. Me emocionaba y no me atreví a pedir a W.S. que me leyera a mí lo que más le entusiasmaba a él.
Sin embargo, recibí un obsequio que aun guardo. Se trata de un ejemplar de la correspondencia dirigida por Heinrich Heine a Rothschild, editado en 1915 en edición especial de Friedrich Hirth. W.S. lo había traído desde Alemania y le había acompañado durante esa fuga para salvar su vida. Un hecho realmente admirable.
Mucho tiempo después de estas visitas leería yo una declaración de Marcel Reich Ranitzky, personaje admirado, crítico literario alemán y judío como mis anfitriones. Él decía que su patria era la literatura alemana, patria compartida con aquel Heinrich Heine emigrante también, quien describió esa patria alemana diferente de las demás, porque “está en el aire“, más precisamente en el “Luftreich des Traumes“ - “en el imperio aireado de los sueños“-; y allí es donde nadie nos alcanza.
¡Qué dicha la nuestra!

friedrichmanfredpeter  julio 2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario