miércoles, 1 de octubre de 2014

Visitando Méjico con Egon Erwin Kisch [1]

¿Qué vió y visitó el "Veloz Reportero" durante el exilio en Méjico entre los años 1940 a 1946?
¿Nos sorprenderá todavía, aun nos tiene algo que decir?

"Entdeckungen in Mexiko" se llaman estos reportajes, publicados por el Aufbau-Verlag Berlin en 1979.

¿Y qué nos dice Kisch? ¿Qué me ha llamado la atención?


1.
"Padre y madre nacieron en Praga, allí vivieron, murieron, y allí están enterrados. Nunca podían haberse imaginado eso: uno de sus hijos dedicando la oración de los muertes a ellos en medio de un grupo de indios, y en la sombra de los montes cargados de plata de Pachuca. Mis padres que pasaron sus vidas en el barrio viejo de Praga, nunca se hubiesen imaginado que sus hijos fuesen expulsados de allí, uno a Méjico, otro a la India y dos más que no pudieron huir, fueron sacrificados en sitios de horror. Ellos y tantos familiares más merecían que les dedicáramos la oración."[2]

El suceso que Kisch relata es increible: los indios de Pachuca rezan con el exilado la oración por los muertos dejados atrás en la lejana Europa, que en este momento sufre la barbarie nazi. La muerte para estos indios es una realidad viva y presente, digna; y sienten que la memoria deben compartirla con el forastero. Un acto de gran humanidad y de aproximarse al dolor de otros.

2.
"Más veloz que la gravedad caí hacia el centro de la tierra. Y después, cubierto de un casco de acero, atravesé túneles y galerías; y me acordé de la descripción que Heinrich Heine dedicó en su visita a la mina de plata en la montaña del Harz alemana. Pero no encontré ningún idilio, a ningunos mineros cantando y bebiendo con su archiduque generoso, a ningunos enanitos ví, y ni Heine se habría acordado de dulces hijas de mineros. ---
Yo fui marchando, armado de lámpara, casco y con el lápiz  en mano, atravesando un laberinto de galerías, cuatrocientos metros debajo de la tierra. ¿Qué busqué? Fui buscando lo nuevo en esta mina tan antigua que aun no conocía el ruido de compresores, cuando chichimecas y toltecas sacaron de aquí la plata, cuando Cortez lo mandó. Y cuando el ingeniero de minas Humboldt por aquí pasó hace más de cien años, tampoco existió este tren asombroso que recorre la montaña sin presencia de humanos.
Y desde Heine a nosotros, los medios de producción                                pasaron una revolución, las condiciones de trabajo se endurecieron, los beneficios multiplicaron. Estas son las diferencias, en cantidad y en calidad.
Por el resto, no hay nada de nuevo debajo de la tierra."[3]

Este es un paisaje, una sociedad, una vida, creados por la plata. Es como si el metal precioso ejerciera voluntad propia, alejada de los hombres, que simplemente obedecen, desde la era de Cortez hasta los días actuales. Kisch respira las desgracias, se adentra en los ciclos históricos de la vida laboral de los hombres. Continúa la labor de Heine y de Humboldt, matiene esa visión humanista de las cosas. Nada le es indiferente, nada le interesa simplemente por razones técnicas y de administración. La vida humana está inmersa en las leyes materiales de la historia. Y al reportero sólo le resta un gesto impotente de solidaridad. Estos toltecas y chichimecas aun están ahí, sus vidas han impregnado los túneles y galerías. Kisch los admira, y esa admiración es la solidaridad que el es capaz de dar. Lo único.

3.
"El niño nació el día 12 de enero de 1867. Sin embargo, la sucesión al trono había sido arreglado bajo el aspecto que el "Emperador" Maximiliano de Méjico era incapacitado para procrear un hijo. ¿Qué hacer entonces con el recien nacido de la "Emperatriz" Carlota? Maximiliano, en este instante, está detenido en Méjico, espera ser fusilado, y sabe de nada de este hijo de su esposa. Y Carlota o Charlotte, refugiada en el seno de su familia belga, recorre Europa, reclamando justicia, por haber sido "envenenada" durante su estadía en Méjico.
Al hijo finalmente no se le bautiza Maximiliano sino Maxim; será adoptado por un abagoado francés de apellido Weygand y ascenderá en la vida militar hasta ser el jefe del estado mayor francés durante la Grande Guerre de 1914 -18."[4]

¿Qué hay de este raro "envenenamiento" de la emperatriz?
Las consecuencias para el honor de la dama fueron notables; ella hasta se refugió temporalmente en el vaticano, donde  - dicen - que fue la primera mujer que allí pudo pasar noches.
A Kisch, sin embargo, nada de eso le extraña, hace una larga excursión sobre el florero de plantas de todo tipo que en Méjico tienen larga tradición psicodélica. Y que seguramente Charlotte no se haya liberado de ellos, siendo una persona de tan alta categoría, además combatida. El niño concebido - opina Kisch - habría sido bajo efectos de gemelas, María y Juana. Y por eso cita la canción popular mejicana:

"La cucaracha, la cucaracha,
Ya no puede caminar,
Porque no tiene, porque le falta,
Marihuana que fumar."

friedrichmanfredpeter  octubre 14




[1] Kisch era hijo de un vendedor de telas judío y pasó su infancia y años escolares en Praga. Estudió en la Universidad Alemana Karl de Praga (Deutsche Karls Universität Prag) y se hizo miembro de la Studentenverbindung Sajonia de Praga, una confraternidad estudiantil de esgrima que aceptaba a judíos. En 1905 estudia en la Escuela de Periodistas (Journalisten Schule) en Berlín. En 1906 trabajó por primera vez como reportero local del diario liberal alemán Bohemia de Praga. En 1914 participó en la Primera Guerra Mundial en las tropas en Serbia. En 1917 como reportero de guerra en Viena. Miembro co-fundador de la Federación Revolucionaria Socialista Internacional ("Föderation Revolutionärer Sozialisten Internationale") de corte izquierdista liberal. Dirige el suplemento "Die Rote Garde" ("la guardia roja") y el semanario Der freie Arbeiter ("el trabajador libre"). En 1919 ingresa en el Partido Comunista de Austria (Komunistische Partei Österreichs, KPÖ). Realiza reportajes de viajes por la Unión Soviética, Estados Unidos y China.
En los años de la década de 1920 vivió en Berlín-Schöneberg. En la calle Hohenstaufenstraße 36, una placa conmemorativa recuerda al "reportero vertiginoso" ("rasender Reporter"), como se le conocía también en Alemania. El 30 de enero de 1933 pasó a vivir en la calle Güntzelstraße 3 en Berlín-Wilmersdorf/Schöneberg, donde existe otra placa conmemorativa. En la noche del incendio del Reichstag (la noche del 27 al 28 de febrero de 1933) en Berlín fue aprehendido y llevado a la prisión de Spandau y posteriormente deportado como ciudadano checoslovaco. En 1937 y 1938 participó en la Guerra Civil Española integrado en las Brigadas Internacionales, mandando por un tiempo el Batallón Masaryk de la 129.ª Brigada Internacional. En 1939 huyó a los Estados Unidos, pasando a finales de 1940 para residir exiliado en México. En 1946 después de terminada la Segunda Guerra Mundial, regresa a Praga. Y allí muere en 1948.
[2] Indiodorf unter dem Davidstern; Entdeckungen in Mexiko, p. 567, Berlin 1979.
[3] Landschaft, geschaffen um des Silbers willen; s.o. - -
[4] Verwirrungen einer Kaiserin, s.o. ---

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