> Para entender, por qué tanta gente se entusiasmó por el leninismo y la Unión
Soviética después de Revolución de Octubre hay que tener en cuenta la situación
histórica. La Fata Morgana comunista es mucho más compleja que la socialdemocracia simple - que es
democracia, más estado social. Este proyecto grandioso se dirigió a todos
aquellos que poseían una visión cerrada de la historia, e identificaron la
perspectiva social con la actividad personal de una forma teórica, abstracta.
El dios socialdemocrático, desengaño de tantos, no interesaba. Pero el dios
comunista, este era una historia mucho mayor, y ahí se trató más que nada de la
pérdida de una fe y de crear otra.
"Sí, era así, como si los bolcheviques después de 1917 hubiesen
monopolizado un misticismo. ¿Por qué fueron sus simpatizantes occidentales tan
crédulos; toda esta gente que se identificaron con la Unión Soviética, hasta en
sus fases más sangrientas?"
Para un creyente comunista o para un adicto simpatizante, nada tenía
que ver la Unión Soviética con aquello que estaban viendo.
La realidad simplemente no interesaba a los que viajaron a la Unión
Soviética. Los que llegaron siendo creyentes, regresaron de ahí con una
idéntica visión inicial, sin ninguna variación. Sólo se interesaron por lo que
el futuro traería.
Siempre se trató de esa tortilla del futuro para la que había que
romper infinita cantidad de huevos en el tiempo presente, porque el previsible éxito en el futuro justificaba
todas las medidas en el presente, por muy drásticas que fuesen.<
Este breve extracto de una conversación
imaginada entre los historiadores británicos Tony Judt y Timothy Snyder[1]
explica con sencillez clarividente las causas de la admiración que obuvo el
credo comunista durante varias
generaciones en el siglo XX.
La Unión Soviética, eso parecía, había
dado con la llave maestra a resolver todos los conflictos sociales acumulados
durante el pasado siglo. Desde la Revolución Francesa el mundo esperaba una
renovación actualizada para resolver los problemas de la era moderna. Cuando
esa llegó, era obvio que se trató de una nueva religión secular. Un "mesías"
pareció haber nacido en la lejana Europa oriental, un hecho que la masa de la
población en la URSS no había asimilado. No supieron, quién vino a salvarlos o a
matarlos, y por qué sucedió todo eso. La masa rural campesina sufría y moría en
silencio, mientras en los centros urbanos se planificaba la redención del mundo
en un futuro indefinido.
Cuando el joven Jorge Semprún fue
detenido por la Gestapo en Paris y enviado al campo de concentración de
Buchenwald en Alemania, entró en contacto con comunistas alemanes que allí
formaron la élite de los presos políticos. Y ellos le explicaron lo que
significaba el término "Dialektik", para explicar su comportamiento
en el KZ y su actitud en aquel escenario terrible. Pues, colaboraron cuando era
necesario con la administración SS. Eso
era su arte de quedar siempre "de pie", mantener la autoridad sobre
el discurso vigente, ser indispensables para todos y ser justificados ante la
historia.
Significaba encuadrarse en el marco político, estar de
acuerdo con las leyes globales del
materialismo histórico, revelada por la ciencia y adminstrada sabia y poderosamente
por el partido comunista sometido a las directivas de la lejana Moscú.
Participar en eso, era ser auténtico y
activo: Sobrevivir. Muchos intelectuales europeos obedecieron creyentes las
sentencias del catecismo rojo; negaron a reconocer toda realidad adversa,
veneraron su dimensión teórica y profética, actuando como misioneros de una
causa justa.
Tony Judt, debido a su historia personal
de judío, oriundo del este europeo, admite que eso tiene mucha similitud con el
pensamiento rabínico tradicional.
Sea como fuere, la teoría marxista,
pasada por el filtro oriental de Lenin, se hizo fundamento del pensamiento
progresista en general. Y sucedió que
"este hegeliano" ( Karl Marx) regaló a la izquierda europea una
versión en herencia para absorber todas las tradiciones radicalistas locales:
"¡Proletarios del mundo entero,
uníos!"
Había nacido una nueva religión secular,
base del pensamiento totalitario moderno; y junto al racismo nacionalsocialista
alemán constituyó el fundamento responsable de las grandes tragedias en el
siglo XX.
¿Lo hemos superado? ¿Nos hemos alejado
de eso para decir tranquilos: esto es historia?
Dice Karl Marx que hechos históricos no
suelen repetirse. Sin embargo, hay que admitir
que existe el eco de los eventos del pasado, un eco que retumba en el
presente.
Las barbas del pasado pueden
transformarse en bigotes del presente.
La Revolución de Octubre puede volverse
en una especie de Oktoberfest de la revolución. La Plaza Roja en Moscú puede transformarse
en escenarios de La Habana o de Caracas. Los revolucionarios de antaño pueden
vestir de indignados, de okupas urbanos o, más serio, de guerrilleros luchando
siempre por causas más que justas.
Todos dicen que "podemos cambiar el
mundo", y tienen la receta a la mano cómo debe hacerse. Pero hace falta
creer en ello. Siempre hace falta creer, desear y peregrinar a ciertos lugares
donde se ha producido la última revelación:¿en Chiapas, en La Habana, en
Caracas?
¿Qué
se reveló allí? El visitante que no es peregrino desea saber antes para poder creer.
Pues nadie lo sabe tan claramente:
"¡Creeremos!"
¿Vieron al duende revolucionario?
¿Es suficiente, tener una causa justa?
Y así, mucho mundo sigue "viendo y
creyendo" en la aproximación del
mensaje mesiánico.
Admito que me falta esa fe.
friedrichmanfredpeter octubre14
p.s. Para evitar malententidos agrego la
siguiente nota:
Es un tema complejo,
en esencia, la vía política iniciada por el leninismo no era realista, ni
conforme con las necesidades urgentes de su país. La fata morgana elevada a
religión secular correspondía a los deseos de poder de una secta manipuladora
rodeada de creyentes.
La base, la teoría de Carlos Marx es un hegelianismo aplicado a procesos
sociales y económicas. Y como teoría no apto para dirigirlos. Las teorías
acompañan y no definen lo que socialmente y económicamente hablado debe ser
racional, medido, probado y pragmáticamente realizado. Y siempre con la duda en
ristre, pues los humanos solemos equivocarnos.
Los credos deben ser reservados a otros ambientes. La política no es
para creyentes.
En manos de poderosos se transforma en cinismo, y el pretendido libertador
pronto se hace perseguidor.
Admito que en eso son posibles diferentes miradas, debido a distintas
experiencias. A mi no me faltan datos y argumentos.
Yo no niego la necesidad de promover cambios. Sería malentenderme. Pero no
quiero que lo hagan aquellos que tan estrepitosamente fracasaron, y los declaro
no aptos para realizarlo.
Así sucedió en todos los escenarios conocidos. La DDR/ RDA antigua
estrepitosamente de derrumbó, dejando atrás mil heridas y más leyendas y mentiras.
A la persona que yo conocí personalmente ha sido mi tío Fritz; él pasó por
todas las etapas, de creyente y activista a perseguido y víctima. Su vida ha
sido ejemplar en este sentido, y su desengaño me ha marcado a mi.
La libertad no se puede reemplazar por la fe politizada. Acaba en
inhumanismo doctrinario.
fmp
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