sábado, 15 de agosto de 2020

Frische Feigen / higos frescos


 

“Caminaba un tanto aturdido por mi camino. Entonces vi sobre una carreta higos expuestos al aire.         Solo por aburrimiento me acerqué y entonces por unos pocos ‘Soldi’ compré media libra de higos. La vendedora me entregó mucho más de lo esperado y, ante la masa de frutos negros, azules verdes, pensé “cómo me los llevaré”; la señora no tenía papel para envolverlos. Las amas de casa de Secondigliano traen sus canastos y un cliente fugaz como yo no estaba previsto. Yo no quería dejar los frutos y los metí en todos los sitios posibles: en el pantalón, en los bolsillos de la chaqueta, en ambas manos, la boca llena.

 ¿Cómo me libraría de estos frutos? Porque ya no se trataba de ‘comerlos’ sino de defenderme contra ellos. Su aroma y su tacto resinoso lo invadieron todo. Me invadieron el hastío y la repugnancia. Comencé a odiar los higos, quería liberarme de ellos, y los comía para destruirlos. Un recuerdo animal arcaico me invadió.

 Y cuando saqué el último higo de mi bolsillo venía una carta pegada a él. Tendría que destruirla, hacerla pedazos, eeo era su destino.”

 (Walter Benjamin, Frische Feigen, en Angelus Novus, Frankfurt a. Main, 1966)

 

Encontré este texto del escritor Walter Benjamín en mi biblioteca y coincide la anécdota con la abundancia, verdadera invasión de higos maduros en el jardín de la casa. No se puede dar un paso sin pisar un higo maduro caído. Los pájaros se están dando un gusto enorme y lo que nos apetece de esa fruta lo satisface completamente esa higuera que año tras año crece más y riega sus frutos en abundancia. 

Benjamín, escritor heredero y sofisticado es una voz de la ilustración. Es por ello que todas las experiencias tienen una cara doble. El comer higos es tan placentero como causante de hastío y de asco. El bien y el mal coinciden, esa es ley de todos los gustos y placeres. El mérito, tal vez la grandeza de Benjamín reside tal manejar ambigüedad en su narrativa. Perforar la realidad para revelar su esencia, es su mensaje. Esa dialéctica de su mirada producía el aislamiento intelectual que sufrió en su tiempo. Los grandes eventos del tiempo fueron pronosticados por él; fue él quien captó la esencia del nazi-fascismo e igualmente el mensaje teatral de la Revolución Rusa. Ambos movimientos político sociales habían decidido eliminar al hombre. Proyectos y sistemas invasivos inhumanos. 

Benjamín no se alertó a tiempo… trató de huir cuando ya era casi tarde. En Port Bou – Cataluña se quitó la vida.

 

 f.... agosto  2020

     edición anavictoria

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