“La humanidad necesita ‘eficiencia’ -y eso es lo que menos soportamos”- , expresó Wolfgang Goethe.
Egon Friedell, por su parte, ha resumido brevemente esa ambigüedad de la sociedad desde la antigüedad griega hasta hoy, en su ensayo sobre ‘la Ilustración y la Revolución’:
“A ti, genio te necesitamos, pero tú nos causas molestias. Necesitamos esas estatuas que han levantado en tu honor Phidias y te adoramos; sin embargo, es una desfachatez tuya eso de ser un gran escultor. Y tú Temístocles por ser un gran estratega, igual. Y a ti te veneramos Sócrates por ser tan sabio y, porque no lo somos nosotros. Nosotros somos ‘el pueblo’, la gente corriente, somos la gente importante. Lo que hacéis vosotros los genios a nosotros nos ofende. Sabemos que resumís más razonamiento y nobleza que todos nosotros juntos. Sabemos también que os necesitamos, porque sois un mal necesario que hay que cargar.”
Tal pensaban los griegos – opina Friedell – y así lo han pensado todos los pueblos en todos los tiempos, muy especialmente en las democracias modernas.
La vida en una ciudad griega de la antigüedad sería insoportable para una persona del siglo XX, opina Friedell. Transformarse en esclavo era una opción real para la gran mayoría. Las ciudades griegas se hicieron guerras entre ellas con un salvajismo extraordinario: matando a los hombres, esclavizando a mujeres y niños. O cortando las manos a todos los vencidos. Los jóvenes espartanos cazaron a ‘Hélotes’ como a conejos. Y eso ocurrió entre griegos que, miraron con desprecio a los bárbaros, mientras que estos a su vez contemplaban esa ‘superioridad’ griega como una ley natural. ¿Los griegos clásicos modélicos? Nada de eso. Sus dioses mediocres voraces de sangre, esa era su religión, una liturgia ceremoniosa superficial.
Y esa superficialidad se puede observar en los hábitos sociales reinantes en las sociedades occidentales. Con horror observamos esa similitud de odio y violencia que reside tras la xenofobia y el racismo actuales. Ese grito en alemán “Wir sind das Volk”(nosotros somos el pueblo) abre la vía a actos de barbarie y salvaje menosprecio de minorías. El ‘antisemita’ moderno es en todo idéntico al anterior nazi.
Su grito de guerra pide violencia, su desprecio justifica los hechos de exclusión.
Desde su mediocre y miserable autoconsciencia descabeza a la inteligencia y de paso, la responsabilidad humanista de los que odia. En los procesos que actualmente se desarrollan en Alemania contra crímenes neonazis se revela un tipo humano de una bajeza vandálica inaudita. Todo eso lo ha habido ya, y en grandes dimensiones. Y creíamos que se había quedado atrás, superado y olvidado. Estábamos equivocados:
La realidad es que “das Volk” es capaz de abrir ese mismo saco de truenos para tapar su propia mísera incompetencia como humanos. Escucho los aplausos y suena como cuando se enfilan las bayonetas.
Pero Egon Friedell nos dio otro ejemplo de integridad: el día 18 de marzo de 1938 comete suicidio. Ese mismo día fue recibido el austriaco Adolf Hitler triunfante con frenético júbilo de su ‘Volk’ en la ciudad de Viena.
f… y anavictoria agosto 2020
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