Ricote - el refugiado cervantino-
(Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Segunda parte, capítulo 54)
“Los moriscos habían sido expulsados de España mediante una serie de decretos que se extienden desde 1609 a 1613. El día 4 de abril de 1609 se hacía extensivo a toda España, invocando la razón de Estado, o sea, la ‘conveniencia’ y la seguridad de la nación. (---) Fueron expulsados, aproximadamente 300.000 moriscos, entre cuyas más frecuentes profesiones estaba la de tendero y labradores del campo.”(Francisco Rico, Edición Instituto Cervantes)
El Morisco de este caso, de nombre ‘RICOTE’, se encuentra con Sancho Panza quien después de renunciar al ‘gobierno de su Isla’, desilusionado, camina hacia el reencuentro con Don Quijote. Ricote, metido en un grupo de peregrinos alemanes camino de Santiago de Compostela saluda a Sancho, quien montado en su burro en un principio no lo reconoce; pues Ricote fue su vecino antes de ser expulsado de España por ser ‘morisco’. Luego, el júbilo es grande y como es costumbre española hasta hoy, se come y se bebe y se ríe… todos juntos.
¡Qué sorpresa para los lectores!
Ahí tenemos el retrato fiel de una situación que se parece a la actual. Ricote es el prototipo de la persona desterrada, expulsada de su nación de origen y lo que cuenta podría ser el relato de un desterrado de hoy. Su vida errante sólo tiene un lugar de mágica atracción que es la nación que lo expulsó:
“Doquiera que estamos lloramos por España; que, en fin, nacimos en ella y es nuestra patria natural; en ninguna parte hallamos el acogimiento que nuestra desventura desea; y en Berbería, y en todas las partes de África donde esperábamos ser recibidos, acogidos y regalados, allí es donde más nos ofenden y maltratan. No hemos conocido el bien hasta que le hemos perdido; y es el deseo tan grande que casi todos tenemos de volver a España; (---)
y ahora conozco y experimento lo que suele decirse: que es dulce el amor de la patria. Salí, como digo, de nuestro pueblo, entré en Francia, y aunque allí nos hacían buen acogimiento, quise verlo todo. Pasé a Italia, y llegué a Alemania, y allí me pareció que se podía vivir con más libertad, porque sus habitadores no miran en muchas delicadezas: cada uno vive como quiere, porque en la mayor parte della se vive con libertad de conciencia.”
Curiosa atracción que ejerció Alemania sobre estos expulsados. Allí hallan la libertad que deseaban tener en su lugar de origen de España. La ‘libertad de conciencia’ desde la ‘Paz de Augsburgo’ - firmada en el año 1555 - era un logro valioso que parecía haber acabado con la confrontación entre católicos y protestantes. Ricote tomó ‘casa’ en la cercanía de Augusta que es Augsburgo (sitio en el que la fundación de los ‘Fugger’ mantiene hasta hoy una urbanización dedicada a obras sociales). Ricote también está consciente de las razones políticas que causaron su destierro; con ironía y sarcasmo comenta lo que le ha sucedido: