I En torno al ‘falso’ apóstol
(Para entender las américas)
“Apareció en el Sertón del Norte un individuo que dice llamarse António Conselheiro (El Consejero), y que ejerce gran influencia en el espíritu de las clases populares, sirviéndose de su exterior misterioso y hábitos ascéticos, con los que se impone a la ignorancia y a la simplicidad. Dejó crecer la barba y el cabello; viste una túnica de algodón y se alimenta tenuemente , pareciendo casi una momia. Seguido de dos profesos, se pasa rezando rosarios y letanías, y predicando y dando consejos a las multitudes que reúne donde los párrocos lo permiten y moviendo sentimientos religiosos, va arrebañando el pueblo y guiándolo a su antojo. Revela ser hombre inteligente, pero sin cultura.”(Euclides da Cunha, Los Sertones, Madrid 1981,p.135)
“Así deambuló largo tiempo, hasta aparecer al norte de Bahía. Fuele creciendo el prestigio. Ya no seguía solo. Seguíanle en la ruta sin rumbo los primeros adeptos. No los llamaba. Llegábanle espontáneamente, felices de pasar con él los mismos días de privaciones y miserias. Eran, por lo general, gente ínfima y sospechosa, reacia al trabajo, farábula de vencidos de la vida, avezada en la vagancia y la rapiña.” (Euclides da Cunha …cit. arriba)
“Todas las creencias ingenuas, desde el fetichismo bárbaro hasta las aberraciones católicas, libremente ejercidas en la indisciplina de la vida sertonera, se condensaron en su misticismo feroz y extravagante.
(…) Enfermo grave, sólo puede aplicársele el concepto de la paranoia. Sin embargo, se detuvo allí, indefinidamente, en las fronteras oscilantes de la locura, en esa zona mental en que se confunden héroes y bandidos, reformadores brillantes y tarados miserables, en que se codean genios y degenerados. (…)El Sertón es el escondrijo. Quien anda por sus veredas, al divisar en su orilla una cruz sobre la tumba de un asesinado, no indaga acerca del crimen: se quita el sombrero y pasa.”(Euclides da Cunha … cit.arriba)
II El ‘Apostol’ en su matadero:
(la ciudad de Canudos)
La animalidad primitiva, borrada lentamente por la civilización, resurge y encuentra en las nuevas manos, en vez del hacha de diorita y el arpón de hueso, la espada y la carabina. Pero el cuchillo recuerda mejor el antiguo puñal de sílex. Se esgrime para matar.
Canudos de 30 000 habitantes (la ciudad de Antonio Conselheiro) tenía en derredor un cinto de montañas. Traspuesto aquel cordón de sierras ya nadie pecaba. Se producía un retroceso en el tiempo; un deslizamiento hacia algunos siglos atrás. Se mataba sin piedad, se moría con resignación.