jueves, 12 de octubre de 2017

Un Diálogo “post mortem”

El profesor Albert Assa murió en el año 1996   en la ciudad de Barranquilla. Sin embargo, no ha sido olvidado. Enmarcado en ese recuerdo colectivo de su activismo cultural, reside mi memoria personal.
Como en otras ocasiones en  esta segunda estadía en Barranquilla, hoy trato de evocarlo tantos años después porque, además de haber estado bastante cerca de él durante aquellos lejanos años 70 del siglo pasado, los eventos actuales de España y Cataluña lo han traído a mi memoria en forma constante.

El profesor Assa había decidido defender la causa nacionalista catalana, fue un admirador del mensaje cultural catalán, habló catalán en casa con su esposa que era catalana; nunca perdió el afecto por Barcelona que era la ciudad de sus sueños y deseos. Su vida viajera llena de aventuras y lecturas le había llevado a esa ciudad en tiempos de la Guerra Civil Española; formó parte del batallón Thälmann de las Brigadas Internacionales. Sobrevivió aquella hazaña tras largos años de prisión en cárceles franquistas.
Finalmente, Barranquilla le adoptó dándole la patria decisiva y aquí murió tras una vida  próspera en creatividad, ideas educativas y proyectos culturales. Todo eso es conocido y no precisa repetición.

Yo pretendo evocar una discusión que tuvimos acerca del tema de nacionalismos, en especial del nacionalismo catalán. Sucedió tras la presentación de la actuación de un coro catalán en el marco del Concierto del Mes en el salón de Bellas Artes.






(Els Segadors, cuya letra hoy más que nunca suena llena de violencia y guerrerismo).

Entre el programa de canciones catalanas, el coro entonó “Els Segadors”, melodía y texto son considerados Himno Nacional de Cataluña. El público presente se levantó a rendir respeto y homenaje a la nación catalana. El primero fue el profesor Assa sentado a mi lado. Yo me quedé sentado en señal de desacuerdo. No vi oportuno demostrar a través de un gesto ajeno a mis convicciones una falsa solidaridad con la ideología nacionalista, en medio de un concierto cuyo fin no era político sino cultural, un concierto de música con un programa de canciones populares.

Después del concierto tuvo lugar la discusión a la que me refiero:

Assa: ¿Qué le pasó? “Els Segadors” – los segadores – da voz y manifiesto a la rebelión de “Los Segadores”, la revolución campesina que en Alemania también inició la era moderna contra el feudalismo  pasado. Es el tema de sus clases en Economía Política. ¿Qué puede tener en contra?

Peter: ¡Nada! Usarlo como manifiesto nacionalista me molesta. He venido a escuchar un concierto y no a rendir homenaje a un dudoso proyecto político actual.

Assa: ¿ Qué tiene usted contra Cataluña?

Peter: ¡Nada! Todo nacionalismo me choca, también el alemán. No hay nacionalismos inocentes, todos reclaman un sentimiento colectivo en contra de la libertad individual de cada persona.

Assa: El pueblo catalán ha sido siempre víctima de opresión externa.

Peter: El historiador protesta contra esa simplificación, no se aclara qué se entiende por “el pueblo catalán” ni lo que es esa “opresión externa”.

Assa: A mí me parece muy claro, el que sufre siempre tiene razón, su proyecto político pondrá fin al sufrimiento.

Peter: Eso es muy dudoso. Todo nacionalismo crea nuevas víctimas y nuevos sufrimientos. Yo no conozco ninguna otra ideología qué más sufrimiento y víctimas haya causado en Europa que el nacionalismo.

Assa: Eso lo entiendo por lo que a usted como alemán le pasó. Cataluña es diferente.

Peter: Todo nacionalismo absorbe entusiasmo y pasión, celebra eminencia y superioridad; es preludio de violencia que no debe entenderse sólo como militar, antes es cultural, luego administrativa, es una agresión contra el proyecto europeo.

Ahí  quedamos, porque Assa cerró la conversación; creo haber redactado fielmente esa controversia y quiero subrayar que mantengo mi posición.

(También resulta interesante leer en los registros periodísticos de su deceso en 1996,  lo que tantos de sus alumnos recuerdan que solía aconsejarles cuando les notaba una auténtica pasión por el conocimiento: “No se preocupen nunca por la nacionalidad, ni por la religión, ni por el ideario político de ningún hombre. Preocúpense únicamente de que sea un hombre de verdad. Eso es lo único importante.” Lo que me lleva al punto de que en fondo estábamos más de acuerdo sobre el tema en general de lo que él me habría podido confesar. Confirmándose una vez más, la experiencia nos dice: Una cosa es la que se piensa y otra la que se siente. Nación es un término cargado de emociones.)

Sería interesante si pudiera preguntar a mi difunto amigo, el profesor Assa si continúa con la suya. Cientos de miles de “catalanes” lo están haciendo en su lugar. Pero otros cientos de miles de “catalanes” no comparten esa posición, quieren vivir en una Cataluña abierta al mundo, sin discriminación de origen y lengua. La nación es para le gente y no la gente destinada a ser nación. El escritor Tucholsky ironiza la adicción al nacionalismo así:
“Hay personas con una sola pierna, tuertos  o sin apéndice, pero una bandera la tienen todos, es más importante que sus cabezas.”
¡Que así no sea!   Pido. Confiamos.

fmpeter  octubre  2017
edición  anavictoria

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