miércoles, 4 de octubre de 2017

El Mito del Fausto

El Mito del Fausto

“Technology has highlighted our daily Faustian choices:  Smartphones make our attention spans fleeting, and we are like Faust, who promises to part with his soul if ever he lingers to savour an experience: “If ever  to the moment shall say: / Beautiful moment, do not pass away!. ---- Every notable historical era will have its own Faust,” wrote Kierkegaard. Our challenge today is that, to some extent, we are all in a Faustian bind. We are plagued by politicians offering easy answers to complex problems – especially when those easy answers are empty promises. The legend warns us to be wary of the cult of the ego, the seductions of fame and the celebration of power. These are hollow triumphs, and short-lived; indeed, “what good will it be for a man if he gains the whole world, yet forfeits his soul? (What the myth of Faust can teach us. ----Benjamin Ramm)


“La tecnología ha multiplicado ad infinitum las opciones diarias para el Fausto moderno. Celulares / móviles nos ponen en permanente alerta y nos parecemos al Fausto cuando promete entregar su alma a cambio de saborear una experiencia excepcional: “Si yo pudiera decir una vez al instante: ¡hermoso momento, no te vayas nunca más!”… Kierkegaard había escrito que cada época tendría su propio Fausto. Nuestro reto actual es que en cierta medida a todos nos cobija la imagen del Fausto. Hay políticos que nos acosan con ofertas fáciles para responder  problemas complejos – especialmente cuando estas ofertas son promesas falsas-. La leyenda del Fausto nos advierte aborrecer el culto del Ego, la seducción por la fama y el festejo del poder. Estos son triunfos vanidosos que realmente duran poco. ¿Qué ganaría el hombre si poseyera el mundo entero, pero perdiera su alma?” Benjamin Ramm

Comentario
El Fausto es una figura inmortal. Se manifiesta en cada época y en cada vida individual. Las circunstancias actuales son idóneos para que Fausto y Mefisto entren en acción. Muchos problemas en los enredos de tecnología y de burocracia no se dejan resolver sin la intervención de alguna mano mefistofélica. Al contrario del Fausto histórico entregamos nuestras almas poco a poquito. Cuando se nos pide un voto, una colaboración a la que no estamos dispuestos pero nos sentimos obligados. Mefisto es un diablo secular, de miles de años de experiencia, nos conoce y sabe que no podemos vivir sin su colaboración discreta. Ya Goethe lo describe como señor elegante servicial, nada de olor a azufre. No envejece. ¿Cómo lo haría el ángel caído? …Tampoco engorda, está top… al día. Todos le aplaudimos cuando se nos presenta. Ya tiene a su disposición los medios electrónicos y no necesita esconderse en confesionarios de las iglesias o acosar a pobres monjas durante sus noches de insomnio. Ya no queman a nadie en su lugar. El Fausto moderno gana elecciones y marca goles en el futbol gracias a Mefisto.
Pero lo más extraordinario es que ni Fausto ni Mefisto existieron jamás. Somos nosotros los que fabricamos estos fantasmas, son  productos de nuestra fantasía siempre dispuesta a perdernos en laberintos hechos de deseos e insatisfacción. Y esto se nutre de forma masiva a través de los medios modernos de comunicación que son  cada vez más dominantes; su uso en muchos casos crea dependencia. Y Mefisto, escondido tras esa nube de imágenes y de datos, lo tiene fácil. El pacto ya está hecho y cancelar o anularlo se ha vuelto imposible.
 En los Alpes austriacos ya ofrecen curas: estancias garantizadas sin acceso al Internet y con la obligación de entregar el teléfono celular a la entrada. Te garantizan que Mefisto ha de quedar fuera. Pero eso no significa que no te alcance durante los sueños nocturnos. El síndrome de abstención te causará horas de insomnio y de dolor. Nuestro Fausto no puede vivir sin Mefisto, no podemos renunciar a vivir el momento feliz que Goethe atribuyó al pacto con Mefisto, siempre estamos pendientes, deseando que no se vaya este momento que nos es grato cuando abracemos a nuestro amado diablillo. ¿Saldremos curados del tratamiento alpino? ¿Seremos capaces de no saludarlo de nuevo?
Yo creo que no, ya nos posee, ya le vendimos el alma.
friedrichmpeter   2017  edición anavictoria

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