>Wir schlafen ganz, wie
Brutus schlief -
Doch jener erwachte und
bohrte tief
In Cäsars Brust das kalte
Messer!
Die Römer waren
Tyrannenfresser.
Wir sind keine Römer, wir
rauchen Tabak.
Ein jedes Volk hat seinen
Geschmack,
Ein jedes Volk hat seine
Größe;
In Schwaben kocht man die
besten Klöße.
Wir sind Germanen, gemütlich
und brav,
Wir schlafen gesunden
Pflanzenschlaf,
Und wenn wir erwachen, pflegt
uns zu dürsten
Doch nicht nach dem Blute
unserer Fürsten.
Wir sind so treu wie
Eichenholz,
Auch Lindenholz, drauf sind
wir stolz;
Im Land der Eichen und der
Linden
Wird niemals sich ein Brutus
finden.
Und wenn auch ein Brutus
unter uns wär,
Den Cäsar fänd er
nimmermehr,
Vergeblich würd er den Cäsar
suchen;
Wir haben gute Pfefferkuchen.
Wir haben sechsunddreißig
Herrn
(Ist nicht zuviel!), und
einen Stern
Trägt jeder schützend auf
seinem Herzen,
Und er braucht nicht zu
fürchten die Iden des Märzen.
Wir nennen sie Väter, und
Vaterland
Benennen wir dasjenige Land,
Das erbeigentümlich gehört
den Fürsten;
Wir lieben auch Sauerkraut
mit Würsten.
Wenn unser Vater
spazierengeht,
Ziehn wir den Hut mit
Pietät;
Deutschland, die fromme
Kinderstube,
Ist keine römische
Mördergrube.<
/Dormimos como Brutus durmió / Pero este
despertó y hundió la daga en el pechode Cesar / Los romanos se comíeron a sus
tiranos / No somos romanos, fumamos tabaco / Cada pueblo tiene su gusto y su
fama / En Suabia se hacen los mejores buñuelos / Somos germanos, cómodos y
buenos / Al despertar tenemos sed, (pedimos cerveza) - no la sangre de los
príncipes / Somos fieles como la madera de roble / También de tilo, cuánto nos
gusta / En el país de robles y tilos, no se halla ningún Brutus / Y si hubiese
uno entre nosotros / Al Cesar no lo encontraría / En vano lo buscaría /
Nuestras tartas son muy buenas / Tenemos treinta y seis amos (¡no es tanto!) /
Y todos llevan una estrella sobre el
corazón / Y no necesitan temer los idus de marzo / Padres los llamamos y patria
llamamos aquel país / que por herencia es de los príncipes / A nosotros nos
gustan mucho las salchichas con la colcruta / Cuando se pasea nuestro padre /
piadosamente nos quitamos los sombreros /Deutschland, hogar de niños buenos /
No es una cueva asesina romana /<
Comentario:
La revolución de julio de 1830 en Paris
había politizado a Heinrich Heine, quien en compañía del amigo Karl Marx
temporalmente abandonó el género lírico romántico para entregarse a la sátira
política. Contrario a Marx, Heine no encontró el lugar idóneo para manifestar su
credo; se quedó en la espectativa porque no estuvo seguro de cuál sería el
proyecto político adecuado para reemplazar el regimen absolutista de la
restauración, instalado en toda Europa después de la caida de Napoleón.
Siendo alemán sus enemigos preferidos
fueron los reyes de Prusia y de Baviera; a ellos les dedicaba su retórica más
agresiva. Y la reacción inmediata a la publicación de "Neue Gedichte"
en 1844 fue la prohibición de estas y "busqueda y detención" de su
autor que las autoridades francesas se negaron a ejecutar.
Sin embargo, pronto sus persecutores
comprendieron que el escritor Heine en realidad no amenazaba el orden
tradicional. Los lectores prefirieron la voz melodiosa, lírica del poeta
venerado. Y muchos de ellos preguntaron:¿Qué le pasa a este hombre? ¿Qué le
habrá hecho el simpático rey de Baviera? ¿Por qué insultarle? Imaginemos, cómo Heine - viéndose
incomprendido - sobre su colchón dando vueltas de insomnio soñaba:
Daß ich bequem verbluten kann,
Gebt mir ein edles, weites Feld!
Oh, laßt mich nicht ersticken hier
In dieser engen Krämerwelt!
Sie essen gut, sie trinken gut,
Erfreun sich ihres Maulwurfglücks,
Und ihre Großmut ist so groß
Als wie das Loch der Armenbüchs.
Zigarren tragen sie im Maul
Und in der Hosentasch' die Händ;
Auch die Verdauungskraft ist gut -
Wer sie nur selbst verdauen könnt!
>¡Dadme un campo de batalla para morir sangrando! /
¡No dejéis que me ahogue aquí en este mediocre negocio! /
Comen bien y beben bien, como alegres topos felices, /
Su generosidad es tan grande como la
rajita en el limosnero./
Llevan puros en sus jetas, y las manos en
el bolsillo /
Su digestión va muy bien -
¡Quién pudiera digerirlos a ellos! /<
El tono de su poesía endurece; su ironía
y el frío sarcasmo de sus versosalcanza a todos, nadie se escapa. No sabe, cuál
de los males será peor, el absolutismo monarquico o la senil y sumisa
obediencia de la sociedad alemana que no deja alternativa a la emigración para los
que no están conformes. Y más de cinco millones de alemanes abandonan este país
en el curso de siglo XIX para dirigirse al continente americano. Y son los
mejores que se van; en vez de hacerse Brutus se transformarán en la levadura de
los paises que los reciben.
Heine dedicó admiración, lágrimas y
versos a ellos.
friedrichmanfredpeter noviembre14
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