domingo, 2 de noviembre de 2014

Heinrich Heine: Zur Beruhigung - Un calmante

>Wir schlafen ganz, wie Brutus schlief -

Doch jener erwachte und bohrte tief

In Cäsars Brust das kalte Messer!

Die Römer waren Tyrannenfresser. 


Wir sind keine Römer, wir rauchen Tabak.

Ein jedes Volk hat seinen Geschmack,

Ein jedes Volk hat seine Größe;

In Schwaben kocht man die besten Klöße. 


Wir sind Germanen, gemütlich und brav,

Wir schlafen gesunden Pflanzenschlaf,
Und wenn wir erwachen, pflegt uns zu dürsten

Doch nicht nach dem Blute unserer Fürsten.


Wir sind so treu wie Eichenholz,

Auch Lindenholz, drauf sind wir stolz;

Im Land der Eichen und der Linden
Wird niemals sich ein Brutus finden.


Und wenn auch ein Brutus unter uns wär,

Den Cäsar fänd er nimmermehr,

Vergeblich würd er den Cäsar suchen;

Wir haben gute Pfefferkuchen.


Wir haben sechsunddreißig Herrn

(Ist nicht zuviel!), und einen Stern

Trägt jeder schützend auf seinem Herzen,

Und er braucht nicht zu fürchten die Iden des Märzen.


Wir nennen sie Väter, und Vaterland

Benennen wir dasjenige Land,
Das erbeigentümlich gehört den Fürsten;

Wir lieben auch Sauerkraut mit Würsten.


Wenn unser Vater spazierengeht,
Ziehn wir den Hut mit Pietät;

Deutschland, die fromme Kinderstube,

Ist keine römische Mördergrube.<


/Dormimos como Brutus durmió / Pero este despertó y hundió la daga en el pechode Cesar / Los romanos se comíeron a sus tiranos / No somos romanos, fumamos tabaco / Cada pueblo tiene su gusto y su fama / En Suabia se hacen los mejores buñuelos / Somos germanos, cómodos y buenos / Al despertar tenemos sed, (pedimos cerveza) - no la sangre de los príncipes / Somos fieles como la madera de roble / También de tilo, cuánto nos gusta / En el país de robles y tilos, no se halla ningún Brutus / Y si hubiese uno entre nosotros / Al Cesar no lo encontraría / En vano lo buscaría / Nuestras tartas son muy buenas / Tenemos treinta y seis amos (¡no es tanto!) / Y  todos llevan una estrella sobre el corazón / Y no necesitan temer los idus de marzo / Padres los llamamos y patria llamamos aquel país / que por herencia es de los príncipes / A nosotros nos gustan mucho las salchichas con la colcruta / Cuando se pasea nuestro padre / piadosamente nos quitamos los sombreros /Deutschland, hogar de niños buenos / No es una cueva asesina romana /<

Comentario:
La revolución de julio de 1830 en Paris había politizado a Heinrich Heine, quien en compañía del amigo Karl Marx temporalmente abandonó el género lírico romántico para entregarse a la sátira política. Contrario a Marx, Heine no encontró el lugar idóneo para manifestar su credo; se quedó en la espectativa porque no estuvo seguro de cuál sería el proyecto político adecuado para reemplazar el regimen absolutista de la restauración, instalado en toda Europa después de la caida de Napoleón.
Siendo alemán sus enemigos preferidos fueron los reyes de Prusia y de Baviera; a ellos les dedicaba su retórica más agresiva. Y la reacción inmediata a la publicación de "Neue Gedichte" en 1844 fue la prohibición de estas y "busqueda y detención" de su autor que las autoridades francesas se negaron a ejecutar.
Sin embargo, pronto sus persecutores comprendieron que el escritor Heine en realidad no amenazaba el orden tradicional. Los lectores prefirieron la voz melodiosa, lírica del poeta venerado. Y muchos de ellos preguntaron:¿Qué le pasa a este hombre? ¿Qué le habrá hecho el simpático rey de Baviera? ¿Por qué insultarle?  Imaginemos, cómo Heine - viéndose incomprendido - sobre su colchón dando vueltas de insomnio soñaba:

Daß ich bequem verbluten kann,
Gebt mir ein edles, weites Feld!
Oh, laßt mich nicht ersticken hier
In dieser engen Krämerwelt!

Sie essen gut, sie trinken gut,
Erfreun sich ihres Maulwurfglücks,
Und ihre Großmut ist so groß
Als wie das Loch der Armenbüchs.

Zigarren tragen sie im Maul
Und in der Hosentasch' die Händ;
Auch die Verdauungskraft ist gut -
Wer sie nur selbst verdauen könnt!

>¡Dadme un campo de batalla para morir sangrando! /
¡No dejéis que me ahogue aquí en este mediocre negocio! /

Comen bien y beben bien, como alegres topos felices, /
Su generosidad es tan grande como la rajita en el limosnero./

Llevan puros en sus jetas, y las manos en el bolsillo /
Su digestión va muy bien  -  ¡Quién pudiera digerirlos a ellos! /<

El tono de su poesía endurece; su ironía y el frío sarcasmo de sus versosalcanza a todos, nadie se escapa. No sabe, cuál de los males será peor, el absolutismo monarquico o la senil y sumisa obediencia de la sociedad alemana que no deja alternativa a la emigración para los que no están conformes. Y más de cinco millones de alemanes abandonan este país en el curso de siglo XIX para dirigirse al continente americano. Y son los mejores que se van; en vez de hacerse Brutus se transformarán en la levadura de los paises que los reciben.
Heine dedicó admiración, lágrimas y versos a ellos.


friedrichmanfredpeter noviembre14

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