domingo, 9 de noviembre de 2014

Otros muros cayeron antes, yo lo recuerdo así…

Durante el año 1989 la tierra giraba más velozmente; la historia entró en una fase de mayores eventos -año memorable- subrayado  en los libros y textos escolares. Comenzó  normal, nada de nuevo se dijo en la sede de  redacciones de prensa, pero finalizaría en éxtasis, locura colectiva. Algo jamás esperado cambió el panorama político, primero europeo, después universal: Cayó el muro de Berlín, tan monumental, tan visitado, pintado y fotografiado como pocos monumentos del pasado siglo. Desapareció tan a fondo, que veinticinco años después no se conocería su ubicación de no ser por  la mano conservadora de sabios restauradores que establecieron la veda: ¡Ya no toquen más!
Todo eso ha sido un delirio, y de este delirio habla la prensa, comentan los noticieros un poco más allá que de otros asuntos delirantes.


El muro de Berlín, doce km en obra cementada de una frontera de 160 km alrededor de esta isla occidental, ya no existe.
Y el estado en cuyo centro se encontraba esa isla política tampoco existe. La RDA, la República Democrática  Alemana, después de celebrar pomposamente su 40 aniversario se retiró del plató político muy calladamente. Casi nada quedó de ella. Y todo eso sin más que fiestas y lágrimas de alegría.  ¡Memorable!
Poco antes de estos sucesos había festejado su presencia con lo de siempre:  un desfile militar por el centro histórico de Berlín en honor de esta "nación alemana de los obreros y campesinos", besos efusivos entre hermanos comunistas - en la boca - naturalmente: el sr. Gorbachov - posteriormente cariñosamente llamado Gorbi, y el sr. Honecker - Honi - besándose ante la mirada irónica de Raisa Gorbachova, quien como todas las mujeres - sonrió escépticamente - lo sabía mejor- : eso se acabará, no sólo el beso.
¿Qué sabía ella?¿Qué se sabía?

Se sabía que "la cortina de hierro" que separaba Europa desde  la derrota de Alemania en 1945, comenzó a tener más huecos que un queso suizo.
En realidad poca cosa era este muro de Berlín solo, si observamos la frontera fortificada, armada y sellada que separó las dos Alemanias:
muros armados separaban pueblos, zonas minadas, trampas mortales para zorros, venados y jabalíes. Y encima de todo, las torres de vigilancia, luces nocturnas como en centros urbanos, y la mirada telescópica del gran hermano socialista. Todo eso una pesadilla en el centro histórico de la nación.
Conocí a varios que cruzaron esta frontera; han sido mis alumnos y sé lo complicados que  son el orígen y las  motivaciones de cada una de estas huidas  que siempre se sucedieron arriesgando la vida. Cada historia  es una novela, y no es fácil crear esquemas simples. Fueron diecisiete millones de alemanes encerrados detrás de muros, alambradas y campos minados; esa realidad si fue común a todos los casos, todos la tuvieron presente. Habían comenzado a organizar sus vidas bajo el signo de la colaboración activa o pasiva, de la resignación o de la rebelión. No hubo escapatoria, la salida, la emigración estuvo vedada.
Han sido diesisiete millones de casos individuales, y dos de ellos están muy presentes en la vida política actual: el presidente y la canciller de la actual y unificada Alemania: ambos son ciudadanos de la desparecida RDA.
Los antecedentes del noviembre memorable de 1989 se presentaron durante los años ochenta del siglo pasado; aparecieron varias vías para escapar de este destino forzado:
1. Viajes oficialmente permitidos para participar en eventos deportivos o congresos varios: oportunidad de viajar para quedarse y no volver.
2. Prácticas crecientes de turismo en el area del campo socialista; los lugares preferidos eran Praga y Hungría. Y allí  durante el año 1989 se cayeron los primeros muros.
3.La nueva política hacia el este, "die Ostpolitik" de Willy Brandt dio sus frutos. La República Federal Alemana estableció relaciones de estrecha convivencia con los estados vecinos bajo el dominio soviético.
Así ocurrió que un número creciente de "turistas" de la RDA se presentó en la embajada de Alemania Federal en Praga buscando asilo político al que Bonn no se podía negar porque los alemanes del este nunca fueron considerados extranjeros. La sede diplomática en Praga se llenó a reventar, era físicamente imposible admitir más. La policía checa resultó incapacitada para controlar eso. Emergencia sanitaria, política, de todo tipo…¿qué hacer?
La solución fue negociada entre los tres gobiernos, el checo y los alemanes. El gobierno de la RDA aceptó permitir la emigración ordenada de los que se encontraron refugiados en Praga.
Y entonces, sucedió algo que no ha sido valorado en su importancia psicológica: los que no pudieron salir hacia el oeste y volvieron de Praga con los pasaportes de Alemania Federal fueron deportados a la frontera en un tren especial.
El viaje de este tren era algo así como un fanal. La ruta de este tren no se pudo mantener en secreto, miles de opositores viajaron en el, pero además cientos de miles aplaudieron su paso. Una fiesta cívica, la policía fue incapaz de controlar eso.  A partir del conocimiento de esta debilidad manifiesta en la salida del tren histórico, miles de solicitudes invadieron las oficinas estatales. Los funcionarios de la Stasi (la seguridad del estado) se mostraron impotentes de actuar. En la ciudad de Leipzig, bajo el signo de Johann Sebastian Bach, se inició un movimiento cívico de marchas de protesta; cientos de miles de personas con  velas desfilaron todas las noches de cada lunes por las avenidas. "Wir sind das Volk", "somos el pueblo", haciendo uso del vocabulario oficial  que definió el gobierno socialista como gobierno del pueblo y para el pueblo.
Pronto este lema, "Wir sind das Volk" se transformó en "Wir sind ein Volk",   “somos un pueblo”. La división es artificial, producto de la voluntad de los vencedores sobre los vencidos. Comenzaron  a caer otros varios muros: el principal, la presunta estabilidad de los hechos reales creados sin preguntar a los alemanes. Los autores se vieron cogidos en su propia trampa y mentira. Aquello no era socialismo, ni democracia, sino una dictadura decadente. Y se veía ahora, vulnerable, débil.
4.- Otro escenario importante se presentó en la frontera entre Hungría y Austria. Miles de "turistas" alemanes se  aglomeraron ante los pasos fronterizos o en campo abierto, pidiendo paso libre para entrar en Austria. La policía fronteriza húngara se vio desborada de conflictos insolucionables: ¿hacer uso de armas, detenerlos? eran muchísimos.
¡Que decida Budapest! y el gobierno tras consultarlo con los gobiernos alemanes decidió abrir la frontera, una avalancha de miles de fugitivos cruzó la frontera. La cortina de hierro mostró lo que era desde sus inicios: un montaje teatral, vulnerable y vencible.
 5-. Aun falta el quinto y el definitivo golpe contra el muro. Y eso fue el que dio Gorbachov quien olvidó el cariñoso beso y ordenó detener cualquier salida de los soldados rusos de sus cuarteles. Todo había estado listo para hacer lo mismo que treinta años antes: armas y municiones listas, campos de concentración para los rebeldes preparados por el gobierno alemán oriental.  Nada de eso se repitió. "No es nuestro este asunto" dijo Gorbi, y por eso los alemanes le queremos.
 Cayó el muro de Berlín finalmente como un fruto maduro cae por su propio peso. Fue el triunfo final de la razón contra la sinrazón; pero en el momento del suceso activó las emociones y soltó las lágrimas de muchos, las mías también. Yo me levanté delante el televisor y saludé a mi tío Friedrich Peter, llamado Fritz.

"Fritz, estás muerto, pero mira eso, has ganado."


 friedrichmanfredpeter  9 de noviembre 14


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