Durante
el año 1989 la tierra giraba más velozmente; la historia entró en una fase de mayores
eventos -año memorable- subrayado en los
libros y textos escolares. Comenzó normal, nada de nuevo se dijo en la sede de redacciones de prensa, pero finalizaría en
éxtasis, locura colectiva. Algo jamás esperado cambió el panorama político,
primero europeo, después universal: Cayó el muro de Berlín, tan monumental, tan
visitado, pintado y fotografiado como pocos monumentos del pasado siglo. Desapareció
tan a fondo, que veinticinco años después no se conocería su ubicación de no ser
por la mano conservadora de sabios
restauradores que establecieron la veda: ¡Ya no toquen más!
Todo
eso ha sido un delirio, y de este delirio habla la prensa, comentan los noticieros
un poco más allá que de otros asuntos delirantes.
El
muro de Berlín, doce km en obra cementada de una frontera de 160 km alrededor
de esta isla occidental, ya no existe.
Y
el estado en cuyo centro se encontraba esa isla política tampoco existe. La
RDA, la República Democrática Alemana,
después de celebrar pomposamente su 40 aniversario se retiró del plató político
muy calladamente. Casi nada quedó de ella. Y todo eso sin más que fiestas y lágrimas
de alegría. ¡Memorable!
Poco
antes de estos sucesos había festejado su presencia con lo de siempre: un desfile militar por el centro histórico de
Berlín en honor de esta "nación alemana de los obreros y campesinos",
besos efusivos entre hermanos comunistas - en la boca - naturalmente: el sr.
Gorbachov - posteriormente cariñosamente llamado Gorbi, y el sr. Honecker -
Honi - besándose ante la mirada irónica de Raisa Gorbachova, quien como todas
las mujeres - sonrió escépticamente - lo sabía mejor- : eso se acabará, no sólo
el beso.
¿Qué
sabía ella?¿Qué se sabía?
Se
sabía que "la cortina de hierro" que separaba Europa desde la derrota de Alemania en 1945, comenzó a
tener más huecos que un queso suizo.
En
realidad poca cosa era este muro de Berlín solo, si observamos la frontera
fortificada, armada y sellada que separó las dos Alemanias:
muros
armados separaban pueblos, zonas minadas, trampas mortales para zorros, venados
y jabalíes. Y encima de todo, las torres de vigilancia, luces nocturnas como en
centros urbanos, y la mirada telescópica del gran hermano socialista. Todo eso
una pesadilla en el centro histórico de la nación.
Conocí
a varios que cruzaron esta frontera; han sido mis alumnos y sé lo complicados
que son el orígen y las motivaciones de cada una de estas huidas que siempre se sucedieron arriesgando la vida.
Cada historia es una novela, y no es
fácil crear esquemas simples. Fueron diecisiete millones de alemanes encerrados
detrás de muros, alambradas y campos minados; esa realidad si fue común a todos
los casos, todos la tuvieron presente. Habían comenzado a organizar sus vidas
bajo el signo de la colaboración activa o pasiva, de la resignación o de la
rebelión. No hubo escapatoria, la salida, la emigración estuvo vedada.
Han
sido diesisiete millones de casos individuales, y dos de ellos están muy
presentes en la vida política actual: el presidente y la canciller de la actual
y unificada Alemania: ambos son ciudadanos de la desparecida RDA.
Los
antecedentes del noviembre memorable de 1989 se presentaron durante los años
ochenta del siglo pasado; aparecieron varias vías para escapar de este destino
forzado:
1.
Viajes oficialmente permitidos para participar en eventos deportivos o
congresos varios: oportunidad de viajar para quedarse y no volver.
2.
Prácticas crecientes de turismo en el area del campo socialista; los lugares
preferidos eran Praga y Hungría. Y allí
durante el año 1989 se cayeron los primeros muros.
3.La
nueva política hacia el este, "die Ostpolitik" de Willy Brandt dio
sus frutos. La República Federal Alemana estableció relaciones de estrecha
convivencia con los estados vecinos bajo el dominio soviético.
Así
ocurrió que un número creciente de "turistas" de la RDA se presentó
en la embajada de Alemania Federal en Praga buscando asilo político al que Bonn
no se podía negar porque los alemanes del este nunca fueron considerados
extranjeros. La sede diplomática en Praga se llenó a reventar, era físicamente
imposible admitir más. La policía checa
resultó incapacitada para controlar eso. Emergencia sanitaria, política, de
todo tipo…¿qué hacer?
La
solución fue negociada entre los tres gobiernos, el checo y los alemanes. El
gobierno de la RDA aceptó permitir la emigración ordenada de los que se
encontraron refugiados en Praga.
Y
entonces, sucedió algo que no ha sido valorado en su importancia psicológica: los
que no pudieron salir hacia el oeste y volvieron de Praga con los pasaportes de
Alemania Federal fueron deportados a la frontera en un tren especial.
El
viaje de este tren era algo así como un fanal. La ruta de este tren no se pudo
mantener en secreto, miles de opositores viajaron en el, pero además cientos de
miles aplaudieron su paso. Una fiesta cívica, la policía fue incapaz de
controlar eso. A partir del conocimiento
de esta debilidad manifiesta en la salida del tren histórico, miles de
solicitudes invadieron las oficinas estatales. Los funcionarios de la Stasi (la
seguridad del estado) se mostraron impotentes de actuar. En la ciudad de
Leipzig, bajo el signo de Johann Sebastian Bach, se inició un movimiento cívico
de marchas de protesta; cientos de miles de personas con velas desfilaron todas las noches de cada
lunes por las avenidas. "Wir sind das Volk", "somos el pueblo",
haciendo uso del vocabulario oficial que
definió el gobierno socialista como gobierno del pueblo y para el pueblo.
Pronto
este lema, "Wir sind das Volk" se transformó en "Wir sind ein Volk", “somos un pueblo”. La división es artificial, producto de la voluntad de
los vencedores sobre los vencidos. Comenzaron
a caer otros varios muros: el principal, la presunta estabilidad de los
hechos reales creados sin preguntar a los alemanes. Los autores se vieron
cogidos en su propia trampa y mentira. Aquello no era socialismo, ni
democracia, sino una dictadura decadente. Y se veía ahora, vulnerable, débil.
4.-
Otro escenario importante se presentó en la frontera entre Hungría y Austria.
Miles de "turistas" alemanes se
aglomeraron ante los pasos fronterizos o en campo abierto, pidiendo paso
libre para entrar en Austria. La policía fronteriza húngara se vio desborada de
conflictos insolucionables: ¿hacer uso de armas, detenerlos? eran muchísimos.
¡Que
decida Budapest! y el gobierno tras consultarlo con los gobiernos alemanes
decidió abrir la frontera, una avalancha de miles de fugitivos cruzó la
frontera. La cortina de hierro mostró lo que era desde sus inicios: un montaje
teatral, vulnerable y vencible.
5-. Aun falta el quinto y el definitivo golpe
contra el muro. Y eso fue el que dio Gorbachov quien olvidó el cariñoso beso y
ordenó detener cualquier salida de los soldados rusos de sus cuarteles. Todo había
estado listo para hacer lo mismo que treinta años antes: armas y municiones listas,
campos de concentración para los rebeldes preparados por el gobierno alemán
oriental. Nada de eso se repitió.
"No es nuestro este asunto" dijo Gorbi, y por eso los alemanes le
queremos.
Cayó el muro de Berlín finalmente como un
fruto maduro cae por su propio peso. Fue el triunfo final de la razón contra la
sinrazón; pero en el momento del suceso activó las emociones y soltó las
lágrimas de muchos, las mías también. Yo me levanté delante el televisor y
saludé a mi tío Friedrich Peter, llamado Fritz.
"Fritz,
estás muerto, pero mira eso, has ganado."
friedrichmanfredpeter 9 de noviembre 14
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