Sí, Madame, es cierto,
desgraciadamente sufro esta pasión por la razón, pero ella no me quiere a mi.
Yo le doy todo, y ella nada me da. Sin embargo, no la puedo dejar.
Me está pasando lo de
Salomón, que dice que alabó la iglesia cristiana cuando deseaba aquella joven
morenita ardiente. El rey compuso el Cantar y lo disimuló así, para que sus
judíos no se dieran cuenta.
Así hago yo cuando canto en
tantos poemas a la razón; me la imagino como una fría y pálida señorita que me
atrae y me rechaza al mismo tiempo, vuelta de espalda hacia mi. Este es el
secreto de mi amor infeliz. Y con eso, Madame, le estoy dando la clave para
comprender mi locura.
Es una locura muy especial,
distinta de la que poseen los demás locos ordinarios..... La mía me eleva:
El bosque de robles se
levanta al aire, encima en alto vuela
el águila, más alto aun pasan las nubes y
encima de ellas brillan las estrellas, Madame, ¿ No estaremos ya demasiado
altos?
Pues, más allá vamos, allá
donde están los ángeles, y más alto alcanza mi locura, Madame.
Heinrich Heine, Ideen, Das Buch Le Grand,
Cap.XVI