miércoles, 16 de diciembre de 2020

Heimat - Los animales -

                                                                              Heimat  

 -los animales-

 

Sangre… sangre es lo que veo cuando recuerdo gallinas, patos, cerdos. Tuve que intervenir en la matanza de ellos, ni modo, este era uno de mis oficios, detestable, despreciable. Sé que era inevitable. El que come debe colaborar con actividades que no le gustan. Y a mi no me gustaba matar a las criaturas inocentes: desplumar gallinas o patos, batir la sangre caliente de cerdos en un cubo inmediatamente después de que el matarife había abierto la aorta del animal. Había que batirla para evitar la coagulación pues de esa operación dependía la artesanía de morcillas y otros productos.

 La jornada de la matanza de cerdos era un evento especial, una especie de fiesta para todos los vecinos. Todos esperaban recibir una ración. Yo llevaba el primer producto a quienes ya estaban  preparados con los cacharros listos para recibirla.

A pesar de esta experiencia no me hice vegetariano. La imagen de la asesina Lady Macbeth me es ajena. 

Pero frente a esa matanza de animales, la cultura de los hombres queda reducida. Manifiesta un carácter egoísta e insensible.

Recuerdo un evento que no se me borrará nunca: En una de nuestras “excursiones” al bosque en busca de leña nos encontramos con un venado mal herido; tenía una de las piernas rotas, no podía caminar ni escaparse. 

Regresé al pueblo y avisé al cazador licenciado del hecho. Este me acompañó. Yo pensé que iría acabar con el sufrimiento del pobre animal con un tiro. Pero el hombre sacó una navajita, tal como yo también la llevaba y con este instrumento comenzó a matar a este noble y bello animal. Igual que un matarife y no como un cazador -que en la tradición alemana goza de un aprecio medianamente aristocrático. (Cazar venados era privilegio de la clase alta).

Yo  comprendí que los tiempos habían cambiado y los valores ya no eran los mismos de antes. En tanto un bello animal podía ser sacrificado de esta manera tan miserable, todo me resultaba alterado. Ya la magia de los animales de los cuentos de los Grimm había desaparecido para siempre. Y lobos y osos no eran más que portadores de pellejos útiles para recrear la vanidad.

 

manfred  y ana  diciembre  2020

 

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