miércoles, 23 de diciembre de 2020

Seducción

  

 


¡No os dejéis seducir!

 Regreso no habrá.

La luz del día ante las puertas se queda,

La brisa de la noche os envuelve,

Pero un día siguiente no se levantará.

(Bert Brecht, 1925)

“Lasst Euch nicht verführen!

Es gibt keine Widerkehr.

Der Tag steht in den Türen,

Ihr könnt schon Nachtwind spüren:

Es kommt kein Morgen mehr.”

(Bert Brecht, 1925)

 

¿Quién no se ha dejado seducir durante los años largos de la vida?

Y Bert Brecht ha sido el seductor quien con máximo efecto creó una obra seductora, más que literaria. Su voz sigue siendo profética.

Logró que su voz calase en la sociedad actual. Brecht, sin exagerar, representa un personaje público que pretendió saberlo todo. Este poema es un manifiesto de ‘anti – fe’ cristiano, dice que se equivocan los que creen en la continuidad de la vida después de morir: “No vendrá nada después” dice con un aire de resignación. Nada de triunfo nietzscheano: “Dios está muerto”.

¿Pero es realmente LIBRE quien no se deja seducir? 

La triste soledad es un lugar muy inhóspito y los refugios u ofertas son múltiples porque insinúan una forma de escape feliz. Una isla mágica que promete seguridad:

Existe una tradición milenaria de alternativas seductoras: las imágenes hechas de piedra, las tallas en madera fueron y son objetos venerados y temidos en varias culturas, más que símbolos. La mente busca refugio y halla protección o consuelo. 

Abandonar la triste soledad del principio “individuationis”, es la causa fundamental que creó las ideologías modernas: el racismo, el nacionalismo, la exaltación de una misión política; pero también se halla en la anti – ideología del consumismo y materialismo reinantes que ha encontrado el nombre de neoliberalismo. 

En efecto, el hombre mientras tiene la vida será un ‘creyente’ aunque eso no sería más que un espejismo que le ha seducido. Nada de lo que cree es realmente suya, su imagen del mundo es falsa, es copiada. 

En el islamismo político, la seducción alcanzó su relieve más amenazante. En esa ‘contra-cruzada’ fanática se resumen todos los elementos que amenazan al mundo civilizado. Y no deberíamos esperar hasta que ‘corra la sangre’. El proselitismo fanático debe estar vedado desde su comienzo. Esa guerra contra cultura no debe encontrar tolerancia ni protección: 

¡No os dejéis seducir! (Propongo leer el poema de Brecht de otra manera en la actualidad)

 

 manfred y ana diciembre  2020

 

 

jueves, 17 de diciembre de 2020

Heimat - La Madera

 Heimat

La Madera

 

Creo que con la madera puede dialogarse. Estoy muy seguro de esto, por lo menos en mi caso así ha sido. 

Todo comenzó con motivo de la actividad de buscar leña, acompañando al abuelo, en las pequeñas reservas de bosques que quedaban en los inviernos de la posguerra.

“Malos tiempos”, gruñía el abuelo Joseph, pero no había más remedio. La necesidad era la ley.

Y cuando sacábamos una raíz de árbol (solo eso quedaba) y la volvíamos hacia arriba, el árbol exhibe un secreto: las raíces eran brazos, se percibían caras, ojos y bocas en las nudosidades ocultas. Daba lástima tratarlo como leña a quemar. A través de sus raíces el árbol exhibía dolor, incluso lloraba…así me lo parecía. Tal y como las nubes suelen hacer cuando cubren el firmamento de imágenes. 

Comprendí que yo necesitaba imitarlo de alguna manera; que yo formaba parte de este concierto de formas extrañas. No me habría extrañado que la raíz hubiera empezado a caminar o a hablarme.

La navaja que siempre llevé conmigo me ayudaría a transformar cualquier objeto de madera. Percibí una vocación de carpintero, tal vez algo exótica y no practicable por el momento.

Luego mi abuelo me trajo de este lejano pueblito perdido en los montes un cuchillo especial para tallar que aún conservo. Y comencé lo que los tallistas hacen: repetir modelos torpemente. 

Me contaron que entre mis antepasados hubo tallistas o algo parecido y eso me animó. Antepasados que durante los largos meses de invierno fabricaron objetos útiles para labores del pequeño campesino: zuecos, platos, cucharas, jarrones para beber. Yo vi una colección de pajaritos hechos por un tatarabuelo.

Pero la revelación definitiva me la daría muchos años después las playas de Salgar cercanas a Barranquilla. Allí se amontonaban montañas de maderos, troncos y palos traídas por las corrientes de río Magdalena y del Mar Caribe. Madera con historias y que exhibían sus propios gestos y a las que yo les escuchaba su voz.

Solamente a mí me hablaron, probablemente.

Mis ratos libres los dediqué a la talla, ahora con unos instrumentos más selectos; dialogando con la madera que me insinuaba lo que debía hacer. 

(La opción de la tradición cristiana – barroca me es extraña. En mis torpes intentos de imitación fracasé. No soy un fabricante de imágenes). 

¿Qué soy entonces? ¿Qué somos la madera y yo? No soy un artista y tampoco un artesano como algunos próceres.

Soy Friedrich  Manfred que ya hoy no talla más. La energía física me falla y la luz se me apaga.

 

   manfred  y  ana  diciembre 2020

 

(Con eso se cierra el ciclo “Heimat” dedicado a experiencias del joven)

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Heimat - P W -

 HEIMAT  P W 

 

Vestirse como adolescente en un tiempo tan precario como el de la posguerra fue una ventura: todo se conseguía a cambio de alimentos o de tabaco.

En mi caso algo particular sucedió: un tío que había sido soldado en África en el cuerpo expedicionario de Rommel, cayó prisionero de los americanos y fue llevado preso en un barco que trasladaba tropas americanas de Europa a EEUU donde permanecería en un campo para prisioneros alemanes y japoneses, los enemigos. 

Hasta el fin de la guerra los americanos les aplicaron un trato humano tal como lo que prescribía la Convención de Ginebra. Posteriormente ello cambió y la intención clara era la de liberarse tan pronto como pudieran de esa carga. 

El tío Kurt que había soldado raso fue devuelto a Alemania y volvió con una pequeña fortuna en dólares por haber sido autorizado de trabajar en una finca. Se deshizo de la ropa de prisionero que constituían Americanas marcados con grandes letras blancas en la espalda: P W-prisoner of war-. 

Esas prendas cayeron perfectamente bien puestas en mi larga humanidad adolescente. Mi abuela hizo lo que pudo para eliminar las letras, pero la marca era imborrable, ahí quedó para siempre. Y así durante varios años el estudiante de bachillerato vistió disimuladamente de prisionero americano. 

 No sentí molestias por “Ando yo caliente, ríase la gente”.

 

   manfred y ana  diciembre  2020

Heimat - Der Turm - La Torre

                                       Heimat  - 

                            Der Turm – La Torre -

 

“¿De dónde --- tanta violencia?” pregunta Segismundo a su padre, rey de Polonia. Y éste, en lugar de dar alguna respuesta lo manda a encerrar en una ‘torre’ lejana del reino.

Es la  escena central del drama ‘Der Turm’ de Hugo von Hofmannsthal, autor austriaco y publicado en 1924.

Una actividad libre y extracurricular en las tardes acercó al adolescente Friedrich Manfred al destino de Segismundo.

¿No era este el otro YO que estaba buscando?

¿No vivía él en su nicho de miseria esperando que otro sueño le liberase? 

Mía era esa Torre; ahí estuve encerrado.

El camino para encontrar tal certidumbre lo abrió para mí el profe de literatura Reuter en un otoño de la posguerra. Vestido de uniforme gastado del derrotado ejército alemán se había ofrecido a esa actividad extra, la de la docencia.

Había tomado nota de la indomable curiosidad de alumnos. Nadie le pagó por lo que hizo.

Por medio de Hofmannsthal nos hablaba Calderón de la Barca.

Fuimos pocos en la clase.

¿Acaso todo lo que nos estaba pasando no era más que un sueño? 

¿No era esa la respuesta a la pregunta de Segismundo?

Y allí en el salón para profesores comencé a entenderlo mientras caían las hojas de los árboles de Acacia en el patio; un sueño era todo eso, una falsa realidad era la que estábamos viviendo, detrás tenía que existir otra cosa, digna del rey infantil que en ese momento era yo..,

  Y la hubo – pienso yo hoy – poco a poco se revelaría: Gracias a Hofmannsthal, a Calderón de la Barca y a usted venerado y respetado profe Reuter.

 

manfred  y  ana diciembre  2020

 

 

Heimat - Los animales -

                                                                              Heimat  

 -los animales-

 

Sangre… sangre es lo que veo cuando recuerdo gallinas, patos, cerdos. Tuve que intervenir en la matanza de ellos, ni modo, este era uno de mis oficios, detestable, despreciable. Sé que era inevitable. El que come debe colaborar con actividades que no le gustan. Y a mi no me gustaba matar a las criaturas inocentes: desplumar gallinas o patos, batir la sangre caliente de cerdos en un cubo inmediatamente después de que el matarife había abierto la aorta del animal. Había que batirla para evitar la coagulación pues de esa operación dependía la artesanía de morcillas y otros productos.

 La jornada de la matanza de cerdos era un evento especial, una especie de fiesta para todos los vecinos. Todos esperaban recibir una ración. Yo llevaba el primer producto a quienes ya estaban  preparados con los cacharros listos para recibirla.

A pesar de esta experiencia no me hice vegetariano. La imagen de la asesina Lady Macbeth me es ajena. 

Pero frente a esa matanza de animales, la cultura de los hombres queda reducida. Manifiesta un carácter egoísta e insensible.

Recuerdo un evento que no se me borrará nunca: En una de nuestras “excursiones” al bosque en busca de leña nos encontramos con un venado mal herido; tenía una de las piernas rotas, no podía caminar ni escaparse. 

Regresé al pueblo y avisé al cazador licenciado del hecho. Este me acompañó. Yo pensé que iría acabar con el sufrimiento del pobre animal con un tiro. Pero el hombre sacó una navajita, tal como yo también la llevaba y con este instrumento comenzó a matar a este noble y bello animal. Igual que un matarife y no como un cazador -que en la tradición alemana goza de un aprecio medianamente aristocrático. (Cazar venados era privilegio de la clase alta).

Yo  comprendí que los tiempos habían cambiado y los valores ya no eran los mismos de antes. En tanto un bello animal podía ser sacrificado de esta manera tan miserable, todo me resultaba alterado. Ya la magia de los animales de los cuentos de los Grimm había desaparecido para siempre. Y lobos y osos no eran más que portadores de pellejos útiles para recrear la vanidad.

 

manfred  y ana  diciembre  2020

 

lunes, 14 de diciembre de 2020

Heimat - leña -

                                 Heimat  

                                 - leña -

 

Quien frio tiene busca calor. Millones de alemanes buscaban calor cuando éste no estaba disponible durante los años de posguerra (1945 – 1949).

Las fuentes carboníferas produjeron carbón de minas a disposición de los vencedores.

Pero familias como la de friedrich manfred padecieron un tremendo frio durante las largas noches de invierno, los más intensos recordados por los mayores.

Si no había carbón, pues quemen madera, recomendaría cualquiera. Pero tampoco se conseguía leña legalmente. Pronto comenzaron a menguar los árboles en los alrededores de pueblos y ciudades. La arboleda de parques que las bombas de los Aliados habían dejado en pie, fue arrasada por la gente que salía de sus madrigueras para llevar lo que fuera para calentar ese pedazo de bien que les había quedado. 

Y en casa de Friedrich Manfred había que alimentar varios fogones: principalmente el de la cocina, la caldera donde hervía el agua para bañarse y se cocían los alimentos para personas y los animales: cabras, cerdos, etc.

Menos mal, sobre este pueblo cercano a Frankfurt no habían caído bombas. Algunos daños sobre los tejados no habían sido graves.

¿Dónde sacar esa leña, esa madera para quemar?

Habían quedado las raíces y eran suficientes, pero no era fácil sacarlas. Y para subir a este pequeño cielo caliente se necesitaba: Pico y pala para escarbar, hacha para cortar, cuñas de hierro y un martillo pesado, una sierra para dos. Y una carretilla a mano porque no existía otro medio de transporte.

Verdad  es que el Abuelo no se limitaba a escarbar raíces.

Debajo de la leña partida escondió uno u otro tronco de árbol. Nunca fuimos pillados por la ley. 

“Hombre precavido nunca fue vencido”, se dice: fui  yo mismo el encargado de llevar todos los domingos de verano un canasto de verduras en la bicicleta -productos de nuestra pequeña huerta y entregarlo al guardabosques, con un saludo cordial de Josef K.

 

manfred  y  ana diciembre 2020

 

  

sábado, 5 de diciembre de 2020

Heimat - los amigos -

 

Heimat

Los amigos

 

Únicamente fueron dos mis amigos y los dos han muerto. Nada más dos.

Uno fueGunther, descendiente de hugonotes franceses algo mayor que yo, pero un Wandervogel, explorador del Limes Romano, caminante de marchas extremas, extenuantes. Abandonó la filosofía y la literatura para hacer cosas concretas, tangibles. Aprendió la tipografía pues su padre era impresor. Tenía la ventaja de que nunca le faltaba el trabajo. 

Yo, sin embargo, tuve que buscármelo como podía. Di clases de apoyo, en latín, monté cargas en trenes de transporte y vendí jabones u otros cosméticos. Gunther era algo mayor que yo. Le tocaba ser soldadito de infantería, pero escapó por suerte de la derrota de los alemanes y sobrevivió.

Era la Universidad de Frankfurt y su facultad de Filosofía lo que nos había acercado. Ahh pero la teoría pura, la de Horkheimer y de Adorno no era de su preferencia. Las subidas y bajadas del monte Taunus, las ruinas de fortificaciones romanas fueron los elementos un acucioso interés para Günther. 

Se hizo profesor en una escuela de enseñanza de oficios prácticos, de tipógrafos, por ejemplo. El ‘Tintero del Wetterau’, (tal era el nombre de aquel castillo con numerosas torres en ruinas que dominaba el centro de la región) le atraía. Lo llaman Tintero porque las torres parecen plumeros inmensos metidos en un saco de escombros. Este era un lugar de nuestra preferencia.

 

El otro,Hellmuth,amigo de colegio, del Gymnasium. Tampoco era de origen alemán, había sido expulsado de Bohemia, actual Chequia. El delito que habían cometido este muchacho y toda su familia era de ser de etnia alemana y hablar alemán en su casa. El recién creado gobierno posguerra checo en la ciudad de Praga creado por élites checas hizo mesa limpia después de la derrota del Tercer Reich alemán. La milicia checa expulsó a todos los que no eran checos: alemanes y húngaros. Hellmuth nunca había estado en Alemania antes y a Chequia nunca más volvió aun cuando se normalizaran después las relaciones. Los nacionalismos no se pueden normalizar, son la plaga del siglo Veinte. Al padre de Hellmuth lo mató la milicia checa. Hellmuth nunca hablaba de eso.

Estos dos amigos son parte de mi “Heimat”. Patriotas no fuimos, ni ellos ni yo. El patriotismo está fundado sobre la política. “Heimat” reside en el alma, es individual. Hellmuth estudió medicina y se hizo cirujano.

¿De dónde son,  nos preguntaba la gente con insistencia? Contestábamos con una sonrisa burlona. ¿Quién podría explicar lo inexplicable? 

Y, además, ¿qué importaba?

Ellos murieron y yo estoy con vida. No es justo. Pero algo queda claro: Yo nunca podré ser un patriota.

 

manfred  y ana diciembre  2020

  

jueves, 3 de diciembre de 2020

Heimat - (Algunas aclaraciones)

                                  

 

Este término de la lengua alemana en el fondo no tiene referente; por ello no es traducible en otra lengua (tal cosa la he leído varias veces). Su esencia la llevamos dentro; lo ocupamos, lo vivimos; también lo sufrimos. Todos hemos tenido esa experiencia. Naturalmente es privilegio y castigo de los que somos sensibles, raros y diferentes de otros. La masa humana lo olvida y cierra las ventanas para no oír los ruidos callejeros. Son felices, supongo.

Poco tiene que ver con “Vaterland”; la patria y el patriotismo tienen otro origen. Tales son imposiciones forjados desde intereses colectivos, capaces de estimular reservas sentimentales, nostalgias y fanatismos políticos o sociales, y, créanlo, abriendo la opción de ofrecer las vidas. Patrias son etiquetas. Mi experiencia personal me ha causado un profundo desafío frente a esos predicamentos y sus predicadores. Detrás del “patriotismo” se esconden egocéntricas y cortas visiones: la envidia e incluso el odio. Y en máximo grado la simple ignorancia, la estupidez coronada de felicidad.

No he conocido a ningún patriota de cualquier nación que no haya usado esa mentalidad patriótica para esconder o proteger detrás rabias o egoísmos e instinto de superioridad.

Los patriotas suelen justificar sus instintos de xenofobia, de racismo y de soberbia.

Son estos los peores ingredientes de la era moderna.

(¿Qué buscaron los alemanes en Stalingrado? O ¿Qué hacen los americanos en el Oriente Medio?)

“Allons pour mourir un peu”cantaron mis queridos amigos franceses cuando los mandaron como soldaditos a Argelia para matar a argelinos o para “Mourir un peu”, en la Guerra de Argelia)

Yo sé que son elementos de fuerte enraizamiento en las sociedades modernas.Pero aún espero que la reflexión y el conocimiento al menos sean capaces de provocar una reducción para llenar las mentes estrechas de mayorías reinantes.

¡Yo no! Mi horizonte es otro. Mi HEIMAT es lo que me acompaña

 

manfred y ana diciembre 2020

Heimat - La Bayoneta -

                                     

 

-¡Corre, corre! – grité; y huimos corriendo, Kurt y yo.  

Detrás. Con igual velocidad dos jóvenes del pueblo vecino corrían tras nosotros. Proveníamos de dos pueblos pequeños, dos pueblos que se odiaban con jóvenes que se perseguían.

 

…Manfred y Kurt se habían atrevido a cruzar la línea de separación invisible que separaba unos de otros. Pisar tierra ajena, era arriesgarse a ser perseguido, expulsado, castigado o… ¿qué más podría ocurrir? La guerra de los adultos era reciente, Los jóvenes la imitaban.

Los perseguidores iban bien armados -pocos meses habían pasado después de terminar la última batalla- , además eran mayores y  llevaban bayonetas halladas entre la maleza del bosque.

 

Corrimos para escapar cuando uno de ellos sacó el arma, en blanco y me la tiró desde atrás. La bayoneta alemana era un cuchillo pesado. Aterrizó a mi lado en la tierra. Llenos de miedo y exhaustos llegamos a nuestra casa. No conté nada de eso porque me tenían prohibido pisar aquel terreno salvaje. Ahí poco después morirían tres niños al tratar de desactivar una mina antitanque. (Escribí sobre ello en un relato anterior)

Aún hoy no puedo pensar sobre ese evento sin sentir una fuerte sacudida de miedo y terror. ¡Tantos años después! Es una falacia opinar que la gente deseaba la paz. Cierto es que estuvieron buscando cualquier oportunidad para continuar la guerra. No había ningún motivo ni causa. En aquel bosque no estaba escondido ningún tesoro. Era pura curiosidad. Para ejercer la violencia no es necesario ningún argumento.

Pero eso es parte de mi “Heimat”, el mundo en el que nací y crecí.

 

manfred y ana diciembre  2020

 

 

  

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Heimat - Valquirias

        Heimat

          Valquirias

No las he visto, pero las he sentido, oído. Sus carcajadas son estridentes, agudas, amenazantes. Me las imagino feas, con alas de buitre. Caminan saltando sobre los campos de batalla durante siglos. Esperan el trueno de cañones, carne fresca humana.

¿Cómo las encontré?

Nuestro tour en bicicleta nos llevaba al sur de Alemania. Fuimos tres. Tenía que ser así porque sólo así se podía montar la tienda de campaña. Cada uno llevaba una lona alquitrana triangular de la Wehrmacht – herencia de familiares – con diseño de camuflaje. Se pegaban con botones y precaria hecha estaba la protección de la infantería alemana. No recuerdo de dónde procedió la mía. Pues no fuimos amigos. Yo, Friedrich Manfred fui el iniciador, sólo yo era el “Wandervogel”; sus principios me acompañan hasta la actualidad.

No recuerdo exactamente donde pasó. La noche se acercaba y nuestro nido no estaba aun hecho. Campings aún eran escasos. No habíamos encontrado ninguno. Y ahí estaba un extenso terreno poco arbolado.

-¡Aquí nos quedamos!-

Dije yo. 

Por ahí se acerca un frente de tormenta y lluvia. Logramos colocarnos. Pude rodear la tienda improvisada con una zanja y nos echamos a dormir sobre una capa de paja seca que logramos arrancar.

Y comenzó una danza de rayos y trueno, un viento inusual y fuerte casi arrancó esa tienda. 

¿Dormimos?

Yo no, al menos no me parece, porque las sentí, las oí, sus carcajadas  acompañaron los rayos. Por ahí anduvieron, sus alas negras rozaron las telas de la tienda.

Yo agarré fuertemente el puñal que llevaba.

¿Dónde nos habíamos metido?

Me pareció escuchar gritos. ¿Era eso un campo de batalla histórico? ¿Nordhausen?

Suecos y españoles enfrentados dejaron ahí sus muertos trescientos años atrás por el poder, por la religión, por el botín el saqueo y el robo.

En el subsuelo estarían sus restos. Pero las Valquirias riendo a carcajadas. Son inmortales. Solamente yo, el Wandervogel las había oído, aunque por la mañana todo parecía que nada hubiese ocurrido.

Los amigos’ habían quedado dormidos, querían volver a casa lo más pronto posible. Se asustaron. ¿Ha sido eso el brote de impresiones de bombas que cayeron y de violencia reinante en la infancia mía? Yo vivo obsesionado con el  tema de las guerras.

Yo, desde entonces me atrae y temo la historia. Esa visión forma parte de mi “Heimat”. Solamente y exclusivamente mía.

 

manfred y ana diciembre 2020