lunes, 10 de febrero de 2020

Despóticos piadosos

                                             Despóticos piadosos

“El despotismo de los frailes es ilimitado. (---) El monje sabe hacer cumplir las órdenes más increíbles porque está acostumbrado a que se cumplirán ciegamente. El joven fraile, educado en su monasterio exige la misma obediencia que le fue impuesta a él (en España) y llegado a América con la pretensión de obedecer a una llamada de voz interna intenta establecer un régimen chino o inca. En su mayoría se trata de jóvenes que han querido escaparse, muchos estando arrepentidos de haber tomado los hábitos religiosos. Con frecuencia son jóvenes de 18 o 19 años de edad que apenas llegan a América los hacen rápidamente sacerdotes. Los más talentosos se quedan en las costas donde realizan negocios opulentos participando en el tráfico ilegal con Jamaica. Solo los más estúpidos se adentran en las selvas. Y en estos lejanos lugares no existe mayor autoridad que la de los monjes. Ahí viven con absoluta libertad sus pasiones, entregados al más total despotismo.”(Alexander von Humboldt, Tagebücher (los diarios), Lima 1802)

             

 Los volcanes de barro en Colombia tal como eran en tiempos de Humboldt.


El diario de Alexander von Humboldt revela la otra cara del famoso explorador quien, protegido por el mismo Rey de España, ‘redescubrió’ a América -así lo expresaría Simón Bolívar-. Personalmente obtuvo toda la protección de un invitado de honor; ningún fraile, ninguna institución de la Colonia se atreverían a negarle apoyo. Humboldt lo admite y lo agradece. Sin embargo, las observaciones personales y privadas las entrega en su cuaderno personal, diariamente.
Su firme condena al régimen eclesiástico de las Colonias españolas nunca lo escondió. Para Humboldt este régimen era puro ejercicio de poder en nombre de la religión. Y la religión para el Humboldt ‘jacobino’ ocupaba un lugar poco explorado o considerado por él mismo en su mente formada por la ilustración. 

Formalmente era protestante prusiano educado en el estricto pensamiento kantiano. ‘La Naturaleza’ en general y concretamente el Trópico americano, temidos y rechazados en la mentalidad de los frailes misioneros, para Humboldt era admirable. Tal vez esa naturaleza y su enorme fuerza… ¿constituyeron su verdadero Dios?

Este ‘infierno’ para el explorador era un ‘paraíso’, uno auténtico y verdadero. Rechazar interpretaciones teológicas era consecuente y natural en su pensar; renovar una mentalidad medieval le era incomprensible. Sin embargo, eso se lee entre líneas en el diario personal; su problema era otro: Hacer un máximo resumen de saber y conocer de la naturaleza. Era un científico aficionado y de profesión ingeniero de minas. Es cierto también que la amistad con Goethe le marcó de por vida.

Para comprender ese perfil histórico de A.H. significativa es la subida al monte Chimborazo; era igual a un acto de fe. ¿Qué buscaba allí arriba? En aquel tiempo el Chimborazo fue tomado por la montaña más alta que existía. Finalmente, arriesgando su vida, solo se enfrentaba a la imagen del universo. Nadie le entendió, nadie le acompañó. Vestido con el impecable atuendo aristocrático, con los zapatos rotos y medio congelado del frío encontramos a un hombre feliz.
Y esa ‘felicidad’ era y es contagiosa. Todos tenemos nuestro propio Chimborazo para descubrirnos a nosotros mismos de frente (sin enfrentarlo) con nuestro mundo natural , aunque se trate de apenas de una loma o un cerro, nos hace ‘felices’.

friedrichmanfred y anavictoria febrero 2020


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