“Debes escribir sobre lo que no puedes escribir; exactamente sobre lo que no puedes escribir, sobre eso tienes que escribir.” (Hélène Cixous, Die Zeit- 10 de agosto de 2019)
“Yo vivo porque soy curioso” – dijo Louis Sébastien Mercier,autor de “Tableau de Paris” (1788).
Mercier fue uno de los curiosos que habitó la antesala de la Revolución Francesa. Sólo un año antes de la ‘Toma de la Bastilla’ este autor ‘curioso’ escribió “con los pies”, es decir recorriendo los rincones de la ‘ciudad de la luz’ que pronto serían el escenario de un drama real: la entrada del primer colectivo a la modernidad.
Como si fuese por arte de magia se sublevaron los débiles contra los fuertes, los obedientes contra la autoridad; la autocracia decadente cedió el poder a la democracia, -no menos autoritaria-, repleta de euforia y entusiasmo intolerante. El nuevo orden, reclamando validez universal. Entre masacres y la guillotina cortando cabezas se marcó una nueva vida, creada por la fantasía.
Esa Revolución, producida por la literatura, fabricada y vivida en Francia, esa era el nuevo destino, la nueva fe.
¿Terminaría de ese modo el poder de la falocracia, propia tanto de autócratas como de revolucionarios?
¿Qué dijeron las mujeres al respecto?
No es de extrañar que en el nuevo juego de cartas apareciesen las damas contra los caballeros aristocráticos.
La actual feminista Hélène Cixous tuvo su primera compañera de lucha: Olympe de Gouges.
En realidad Olympe no se llamaba Olympe, ni llevaba título de noble (de). Decidió ser otra persona, quiso ser libre, vivir ‘la liberté’ junto a Sébastien Mercier. Inicialmente ambos se unieron a los jacobinos radicales para después pasarse a los girondinos moderados y acabar siendo defensores del Rey Luis XVI. Mercier sobrevivió el terror, pero Olympe fue guillotinada.
¿Qué hizo Madame de Gouges para ser recordada?
En el año 1789 había llegado ‘su hora’; sin descanso bombardeaba a los nuevos poderosos con cartas y proclamas. Escribía y escribía y escribía. Escribía sobre todo lo que había guardado y acumulado bajo el manto de los prejuicios sociales del Viejo Régimen. Su declaración de los derechos de la mujer anticipan las ideas pronunciadas por Hélène Cixous, su sucesora moderna: Igualdad y Libertad no deberían ser solamente un derecho político / social, dijo, sino tenía que ser parte de la misma vida de los individuos, tanto de hombres como de mujeres. Sin embargo, vivir junto a Mercier la llevó a defender la vida del Rey. Ella lo consideraba medio hermano y como persona merecedora del mismo respeto como cualquier otro ciudadano. Pero el tribunal revolucionario consideró que Louis Capet (antes Luis XVI) era símbolo del antiguo régimen y por eso tenía que morir. Madame de Gouges compartió esa ‘suerte’ con él.
Se despidió de la vida con el grito ¡Viva Louis Capet! Valiente, generosa, digna de recordar no solamente en el ambiente feminista moderno.
Su compañero sentimental Mercier, sin embargo, murió mucho más tarde, sirvió a la Revolución, a la Contrarrevolución y a Napoleón Bonaparte. Mercier quien había atacado la institución de la lotería, inventada por los reyes para engañar y saquear el país y reinstalada por Napoleón, aceptó ser nombrado director de esa ‘lacra’. Y en su tumba dejó escrito:
“¡Envidiad mi destino, hombres del mundo entero! ¡Nací siendo súbdito, morí libre en la República!”
‘Retórica nunca les falta a los hombres - valentía sí’, comentaría Madame de Gouges
friedrichmanfred y anavictoria agosto 2019
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