¿Es posible ‘El Estado sin Doctrina’?
“Karl: El Estado no sigue doctrina alguna. Los partidos no defienden solamente opiniones: son fuerzas, poderes que se oponen entre ellos, se combaten para expulsar uno al otro del territorio; todos los días observamos eso.
Friedrich: ¿Y entre estos, piensas tú, el gobierno debe procurar establecer el equilibrio?
Karl: Efectivamente, gobernar significa conducir, dirigir”[1]
Otto von Bismarck (Primer Ministro en Prusia,
primer Canciller de ‘Deutsches Reich’ -1871)
El historiador prusiano Leopold von Ranke (1795 – 1886), escribe esto en “Politisches Gespräch”
(El Diálogo Político). Sus ideas no me parecen caducadas por el tiempo transcurrido. Su actitud como historiador conservador, íntimamente ligado con el estado prusiano, invita a abstraerse de la pluralidad de los eventos político/ históricos para lograr la visión generalizada, al fundirse el ver y el analizar. Esa abstracción se eleva por encima de la simple narrativa histórica. Los sucesos no son únicos de su tiempo, obedecen a reglas independientes de tiempos y de condiciones particulares.
Ranke atribuye al gobierno la función de mediador que busca el equilibrio entre los partidos como un polo tranquilo en medio de tormentas. Ese equilibrio siempre será frágil. Eso sucede concretamente en las democracias actuales occidentales.
Constituir gobierno después de elecciones se está volviendo una tarea complicada. ¿Puede ser útil contemplar las ideas del historiador prusiano? ¿Podrá iluminar el diálogo frustrado?
La democracia moderna no conoce esa tradición propia de la monarquía prusiana (El estado neutral entre los partidos políticos).
Los gobiernos europeos actuales son el producto de convenciones forjando compromisos al modo como gobernarán. El parlamentarismo constituye un mercado de ideas, pero los gobiernos siguen siendo actores reales, condenados a obedecer a medidas de gobernabilidad.
Cada vez más gobiernos trabajan apoyados por mayorías cambiantes en los parlamentos, absorben elementos de todo el panorama político. Su actitud es flexible, pragmática, alejada del pensamiento único, totalitario amenazante.
Tal vez esa evolución sea la causa de la más profunda alteración (después de mucho tiempo sin mostrarse) del fundamentalismo siniestro del siglo pasado.
El ejemplo patente es Alemania. Las alianzas cambiantes constituyen los gobiernos regionales (Länder), con lo que dejan de lado proyectos fundamentales, lograr estabilidad, garantías de progreso social y de respeto de los derechos humanos.
¿Peligros? Naturalmente los hay. Todos los ‘ismos’, toda programación ideológica, -desde el nacionalismo al extremismo- fundadas sobre voluntades insatisfechas han conspirado contra ese fundamento liberal.
Todos los pensamientos únicos se reúnen en la oposición frontal contra el pragmatismo, reducen su actividad cada vez más a la proclamación de odio. No es de extrañar que de ese ambiente intoxicado nazca la violencia política coronada por el crimen.
Ejemplo: ‘Refugees welcome’ en pocos meses se transformó en ‘Ausländer raus!’ Una gran masa silenciosa se ha convertido en gritones de insolidaridad y en defensores de una dictadura militante antidemocrática. Observamos como se establece un escenario de extrema derecha violento, que del odio proclamado se está pasando de la palabra a la actividad criminal, al asesinato selectivo.
Hay antecedente para esta peligrosa evolución. Durante los años ‘veinte’ del siglo pasado el movimiento nazi inició su carrera hacia el triunfo exitosamente sobre esa marca común que llamaron ‘pre-revolución’: Intimidar a unos, entusiasmar a otros, ese fue la receta exitosa para acabar con la democracia de Weimar.
Yo confío que la democracia pluralista sepa defenderse contra ese reto; necesario es levantarse contra esa plaga intolerante que amenaza a destruir la convivencia pacífica. Los extremistas de ambos lados del panorama político siempre defenderán su ’pensamiento único’ intolerante. A fuerza de ‘barrita mágica’ votan a resolver situaciones complicadas. Sin embargo, gobernar es ser ‘pragmático’ y su actividad se podrá convertir en ‘arte’ – el ‘arte’ de lo posible-. En ese sentido han entrado al corredor histórico como ‘los inmortales’ personajes que se nombraron como Otto von Bismarck, Charles De Gaulle, Konrad Adenauer o Adolfo Suárez. ¿Quién les seguirá?
friedrichmanfred y anavictoria agosto 2019
[1] “Karl: Der Staat ist keine Doktrin. Die Parteien verteidigen nicht bloß Meinungen: sie selbst sind Kräfte, Gewalten, die einander gegenüberstehen, einander bekämpfen, sich aus der Stelle treiben, was wir täglich wahrnehmen.
Friedrich: Und zwischen denen nun, meinst du, soll die Regierung das Gleichgewicht erhalten?
Karl: Jawohl, Regieren ist Führen, Lenken.”
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