“Hay solamente dos poderes en el mundo, el espíritu y la espada;
a largo plazo la espada siempre será vencida por el espíritu.”
(Napoleón Bonaparte)
Lo dijo el general, Napoleón B., maestro y genio de ‘la espada’. ¿Sentencia de resignación o de realismo?
Lo dijo ‘el golpista’ Napoleón B.. Eran las siete de la madrugada, día 18 de brumario
(9 de noviembre) de 1799.
Lo dijo ‘el comandante’ que mandó a desalojar a los quinientos altos representantes de la Revolución que había comenzado en 1789. Diez granaderos con las bayonetas puestas fueron bastantes; Napoleón con el sombrero en la mano declaró la transformación de la Revolución en la Nación francesa. Se liquidó un modo transitorio y se sintetizó ‘la Nación’. Esa lección innovadora no desaparecería más en el curso de los siglos posteriores.
Las bayonetas habían ejecutado lo que la razón práctica, moderada, clara y sintética mandaba. Se acabaron las cortes limpias de las guillotinas y comenzó la labor de abogados y la actividad de ministros entregados al bien común. Corrió la ‘plata’ de los impuestos y pronto el ‘golpista’ atrevido se haría dueño del resto de Europa.
La espada empleada como instrumento ‘quirúrgico’ había producido lo que la razón política exigía.
Espada de Simón Bolívar
No sé si algo se puede aprender de la historia; sin embargo conozco lo que no se debe ignorar. La lección napoleónica de más de doscientos años atrás está vigente. De hecho, si algo hace falta en el vecino país de Venezuela es precisamente eso: que se imponga la razón práctica y moderada. Se agotó la retórica ‘bolivariana’ … se agotaron los experimentos ideados en fantasías excéntricas. Todo la carencia está presente en la actividad de las guillotinas invisibles que inundaron ese país; las guillotinas modernas que son el hambre impuesto por la improductiva e inexperta economía, la escasez o ausencia de casi todo lo que necesita una vida normal y las muertes cotidianas producto de la ausencia de medicamentos básicos. Todo esto es conocido y la razón misma ordena reconocer que la ’Revolución’ – llámese bolivariana o como quiera – no ha sido capaz de resolver; es más: ha instalado la guillotina del hambre en un país rico en recursos.
¿Dónde está realmente Bolívar, seguidor y admirador de Napoleón Bonaparte?
En el ‘Discurso de Angostura’ (ciudad Bolívar) Bolívar, de quien posteriormente tomarán el nombre los revolucionarios militares chavistas ejecutada- declaró la entrega de su espada a ‘los legisladores’; sería labor de estos continuar en la política todo lo que el general “en su laberinto” inició militarmente.
¿Fue esa una decisión acertada? La realidad histórica dio la respuesta: obviamente no ha sido así, legisladores y ejecutores de todo tipo a lo largo de los dos siglos posteriores a La Colonia han instalado regímenes cambiantes con el factor común de la corrupción.
(¿No sería el momento oportuno de devolver la espada a una autoridad competente, soberana y lo suficientemente sabia para iniciar la era de prosperidad, promesa nunca cumplida?)
El ‘Código Civil’ napoleónico sobrevivió a la caída de Napoleón, cuya espada y fortuna se quebraron en Waterloo.
Su espíritu invadió incluso a sus vencedores quienes se abstuvieron de proclamar proyectos de fantásticas dimensiones.
La espada de Bolívar bebe estar al servicio de esa razón práctica que implica , entre otras cosas- abstenerse de retóricas trascendentales vacías, principales causantes de hambruna y muertes.
Por eso:
Simón Bolívar…¡saca la espada para devolver la autoridad a la razón, y que ella sea práctica, soberana y humana!
friedrichmanfred y anavictoria agosto 2019
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