Todos los animales veneran al rey León, se inclinan ante él, le besan la mano: quien más se humilla delante de su tiránica majestad es el zorro Reineke que le lame el pie. Porque bajo la sombra del poder crece el crimen. El zorro Reineke bien sabe eso, conoce las reglas y sabe manipularlas.
El cuadro hecho por Wilhelm von Kaulbach[1]ilustra la vida hábil y astuta del zorro Reineke; la ilustración adquiere ante nosotros una inesperada actualidad.
Reineke se va triunfante, regresa a su hogar fortaleza para seguir cometiendo sus fechorías; ya tiene la aprobación de su vida de delincuente por parte de la máxima autoridad: el rey León y su simpática corte populista.
Cuando todo se mueve por el egoísmo ‘sano’ y recalcitrante, el más hábil y astuto se lleva la corona de laureles. Nos sorprende cuánto nos enseña la literatura clásica sobre la situación política que vivimos en estos tiempos.