miércoles, 8 de marzo de 2017

El gatopardo

El gatopardo ( significado real: El leopardo jaspeado y se refiere específicamente al llamado en italiano gattopardo africano ), es una novela escrita por Giuseppe Tomasi di Lampedusa, en la medianía de los 50 del pasado siglo.






"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".

"¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado" (...)"…una de esas batallas que se libran para que todo siga como está"

“Cambio de todo, para que nada cambie” , este concepto del Príncipe de Salinas, (el Gatopardo, que tuvo a Burt Lancaster por protagonista en la película del mismo nombre) es la frase que ha motivado las ciencias políticas a crear un nuevo término para caracterizar un comportamiento sociopolítico, el gatopardismo. Gatopardista es quien -ante el reto de cualquier cambio social y político- opta por el continuismo sin que lo parezca, solapadamente y a conciencia defiende la continuación de lo mismo que él conoce pero aceptando nuevos  portadores del poder y nuevas élites.

¿Por qué justo en Sicilia se produce el inicio oficial de este moderno pero muy antiguo “arte” de supervivencia política?
Pues, pensemos: Sicilia es un escenario histórico singular y favorable para que se desarrolle el gatopardismo como un comportamiento generalizado de masas. La situación más actual (rebuscando en la historia de la isla) la constituye Garibaldi quien invadió Sicilia con sus seguidores nacionalistas italianos en el año 1860. El Príncipe de Salinas no tenía más remedio que hacer las paces con los nuevos representantes del poder, con la burguesía local y con personas que en el fondo detestaba. Sabía que el estilo de vida y los privilegios sociales de los Salinas se mantendrían bajo otros signos y nombres. El brillo aristócrata que había sido envidiado durante tanto tiempo por los que ahora pretendían combatirlo no desaparecería; los invasores querrían compartirlo. Entre lo que se dice y lo que se desea hay una distancia enorme y el deseo siempre se impondrá. Los enemigos revolucionarios deseaban ser iguales a la aristocracia que combatieron, su odio era un pretexto transitorio. Un abrazo oportuno sellaría lo que de fondo no cambiará.

Igual comportamiento se repetía en territorio siciliano desde antes y después de Garibaldi muchísimas veces: en la Antigüedad habían llegado como invasores: fenicios cartagineses, romanos y griegos; durante el medievo fueron normandos, sarracenos y una dinastía alemana. Más tarde llegaron españoles y finalmente italianos, nacionalistas que reclamaban la isla por ser italiana. Los sicilianos habitantes habituales  de terremotos naturales, no se inquietaban por casi nada, mucho menos de tales visitantes.
Todos acabarían siendo sicilianos y nada cambiaría, sobre todo porque los “conquistadores” se casarían con mujeres sicilianas que son  las más bellas del mundo debido a tanto cruce de razas, los  hijos, hijos de la NONA, la madre o la abuela siciliana que es quien realmente manda, finalmente serán sicilianos. Lo fue el emperador germánico Federico II y sus descendientes Conrado y Manfredo. Por eso todos los invasores fueron siempre recibidos con el aplauso popular.
Las tropas invasoras americanas han sido los últimos invasores que llegaron a Sicilia, abriendo desde allí un frente contra el Tercer Reich alemán en su momento de declive. Y con los americanos y vestidos con uniformes americanos volvieron de regreso a su tierra de origen los representantes de la Mafia que en Sicilia lleva el nombre de Cosa Nostra. Desde lo alto de un campero americano iba saludando Lucky Luciano. Vino de Nueva York vestido de soldado americano y el júbilo popular fue inmenso. Los americanos, siempre tan “ingenuos” creían que los aplausos obedecían al hecho de liberar a Sicilia del fascismo. Todo había cambiado, pero nada cambió.
Posteriormente el estado italiano moderno mantuvo una lucha a muerte con miles de asesinatos para liberarse de Lucky Luciano, lo que nunca fue posible. Cosa Nostra está ahí hoy y así será mañana y pasado mañana.
El ejemplo de Sicilia podría enseñarnos a todos: parece una ley de “física” que toda sociedad precisa un polo de organización, fuerza de gravedad política y social. En el fondo, el llamado caos social no existe o solamente se trata de fases breves y transitorias. Rápidamente se adueñarán de los vacíos grupos organizando el poder; élites generalmente limitadas y exclusivistas, “familias” unidas por la ley de la sangre o por intereses en comunes.
Cuando el “Estado” -por X razón- no está presente con una organización coherente y el estado de Derecho en la guarda del bien común no es una institución real, habrá repetidamente tiempos de caos original, distancias y extensión territorial, situación postcolonial, la jungla urbana de la vida moderna, etc.
Tal es el espacio en el que nacen y se alimentan las mafias. Son estos los grupos capaces de aprovechar  las oportunidades;  que ofrecen fraude, negocios, extorsión. Ellos constituyen  la continuación de la actividad comercial, de todos los negocios posibles con otros medios… medios inusuales, muchas veces. No crean riqueza sino que aprovechan la que otros crean; son capaces de improvisar y de inventar vías nuevas en las junglas locales permanentemente. Cuando el estado se va, se queda la mafia; y está sucediendo actualmente que el estado mismo moderno se haga mafioso, se sirva de los medios más modernos de comunicación y se rija por el principio gatopardista: Todo cambia, para que nada cambie. Corrupción es un nombre falso para caracterizar esa actividad. Mover las fichas a favor del negocio propio, es considerado  normal, y eso está más allá del ámbito de lo moral.
Es una observación muy inquietante y supongo que poco explorada, cómo los representantes de viejas élites -portadores de nombres sonados-  son capaces de vestirse de nuevos atuendos para continuar con lo mismo, o para resucitar poder e imagen histórica con un brillo imperial que ya hace más de un siglo desapareció en la historia. Signo de que la historia no se mueve linealmente hacia un futuro, cuyo esencia sería la continuidad del presente. Es distinto, se trata de oleadas en las cuales vivimos el regreso del pasado, no en forma de repetición, nada se repite. Estado y mafia se penetran mutuamente. Finalmente surge un ser bicéfalo que es democracia y dictadura al mismo tiempo. Es zarismo y sultanato vestidos de democracia y aplaudidos por el público.  Rusia, Turquía y otros nos dan hoy día esa lección.


friedrichmanfredpeter     marzo 2017

edición   anavictoriaoeding

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