martes, 8 de noviembre de 2016

U S A … ¿se transforma?


                                  U S A …  ¿se transforma?




Tal pregunta trata de responder afirmativamente Bernd Ulrich en una reciente publicación en Die Zeit, semanario alemán. Ulrich se refiere a lo que sucede a la sociedad americana en los actuales momentos denominando “American Angst” – temor o  miedo americano.
Argumenta además el periodista que es muy difícil para un alemán comprender a los americanos. Aprendemos algo de su cultura y tradición, conocemos sus actividades económicas y bélicas a través del mundo entero, pero… ¿entenderlo?
Con empatía, sin ánimo alguno de agravio, afirmo: no hay dos pueblos más distantes el uno del otro que los alemanes y los americanos. Desde el siglo pasado y como parte de las consecuencias de la última guerra mundial, a los americanos les mueve el orgullo de vencedores y a los alemanes la vergüenza por haber participado y sufrido en la desastrosa experiencia nazi. USA ganó una guerra que tildó de santa y Alemania que la perdió fue liberada de la peste nazi.

Actualmente USA se transforma en un país “en peligro” y esa misma sensación interna y externa consigue que sea también un país “peligroso”; crece la disposición a  “aventuras políticas” sean estas nacionales o internacionales.

Incalculable resulta prever lo que tal peligrosidad entrañaría. Vivir en peligro es perder la noción de realidad y aumentar la disposición a correr cualquier riesgo buscando “soluciones internas”. Ese parece el mismo motor que activara la aventura nazi en Alemania.
 Los desesperados mueven todas las reservas de militancia que están a su disposición. El populismo ciego les asiste cuando crece la sensación que ya no haya nada que perder. El miedo y el enfado son malos consejeros en política. El miedo trae angustia – “Angst” – en alemán; concepto que no se define a través de causas reales (como la inmigración incontrolada o la amenaza de perder un puesto de trabajo). “Angst” suele ser compartida por un crecido número de personas, se transforma en obsesión colectiva, se vuelve un modo de ser,  una “normalidad”. Combinar ese tipo de miedo con el orgullo de una pretendida soberanía amalgama una mezcla explosiva: ver cómo otros países “triunfan” siendo que la vanguardia de USA en todos los campos constituía un dogma más allá de toda duda ha de ser difícil y ha de crear el actual estado de desolación y enfado en buena parte de la población.
Así las cosas, el político enfadado se presenta como un actor violento, ignora la regla de la justa medida, se siente que está por encima de la ley,  es apoyado por la voz popular:
“¡Falta hace una mano dura para poner orden a esa sociedad!” Es el credo de la discreta mayoría social.  No se trata de rescatar creencias y convicciones  antaño perdidas, es el tejido protector de los clichés triunfalistas vividos como reales lo que se añora; la inseguridad de vidas precarias debe solucionarse con un mensaje autoritario. Curioso es el hecho que este proyecto no procede de capas dominantes en la sociedad sino de un trasfondo social representado sobre todo por una comunidad inculta, empobrecida, frágil e insegura.
Así, prometer soluciones rápidas a problemas complejos, es la doctrina del día que obtiene apoyo y aplausos, independiente de quien gana las elecciones.
¿Qué hacer?
No lo sé.
friedrichmanfredpeter  noviembre 2016

                   


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