miércoles, 16 de noviembre de 2016

Moctezuma Xocoyotzin


"Este nombre de Moctheuzomatzin quiere decir tanto Señor regalado -tomándolo literalmente-  como quiere decir señor -en el sentido moral -. Señor sobre todos los Señores y el mayor de todos, y Señor muy severo y grave y hombre de coraje y señudo, que se enoja súbitamente con liviana ocasión."


-¿Quién interpreta este silencio? , preguntó Hernán Cortés  a “lenguas” presentes, indicando a MOCTEZUMA quien se encontraba con las manos maniatadas delante de él. Nadie contestó.
Su intérprete Malinche calló también, nadie supo contestarle.
Moctezuma seguía callado, ni exponiéndole a tormenta  lograron arrancarle una palabra.
-¿Dónde está el oro… teocuitatl… entiendes?- gritaron varias voces.
Moctezuma murió en silencio. ¿Qué queda de él?
EL SILENCIO
En silencio tallé esta figura, me ayudó la madera: su color igual al de la piel, el manto que cubre su cuerpo, esa extraña mirada más allá de la realidad. El profundo saber personal que tanto la muerte como la vida son reales. Ese conocimiento, con seguridad, lo acompañó desde el nacimiento. No podría ser de otro modo para un cacique Azteca.
Sus visitantes “teules” mensajeros del  más allá donde nace el sol, (así entendió la cosmovisión indígena a la invasión española)  nada podían hacerle. No le causaron sorpresa, tomaron lo que él sabía que les debía: su vida.  Pero no les entregó nada de:

teocuitlacozcatl: collar de oro , teocuitlamatemecatl: brazalete de oro, teocuitlamatl: oropel, teocuitlamecatl: cadena de oro, pulsera.

Ese era el interés real por el que habían venido: oro para fundirlo en doblones para llevarlo a su lejana patria. El oro lo encontrarían sin ayuda de su muy noble anfitrión; abrirían minas profundas en esta tierra dejándola sangrante, abandonada por los dioses.
¿Qué tuvieron que dar a cambio los hambrientos de oro?
Muchas vidas. Los anfitriones pronto comprendieron que sus visitantes “teules” eran mortales y como tales comestibles para dioses, hombres y perros. Cortés en oficio de misionero había insistido al noble monarca huey tlatoani que no comiera más carne humana.
Y aquel, según el cronista Bernal Díaz del Castillo, recibió esa recomendación cortésmente. Sin embargo, sus súbditos no se habían enterado aun de esa nuevo acuerdo y se comieron las extremidades de 400 visitantes, dejando el resto a dioses y a perros.
Desde aquel momento hasta cuando Jorge Negrete pudiera cantar “¡ ay ay ay ayyy canta y no llores!” pasarán siglos, siglos en los que los visitantes se turnaron pisando sobre los restos desconocidos del Primer Anfitrión, este que abrió la puerta a su propio desastre seguramente a sabiendas de lo que pasaría.
Nada misterioso pasó, todo estaba pre escrito en el destino histórico.
El indio permanecerá mudo, sin nombre propio, sin lengua propia, sin tierra propia, sin cielo propio …. Con el “derecho” de ser educado, misionado, orientado y salvado de si mismo, de su propia “incultura” ancestral. El indio se mestizó, engordó, se armó de la pasión por la indiferencia. Con extrañeza contempló su alrededor, miró con esa mirada de siglos cargada, cayó en un silencio ruidoso de mariachis con ají picante. Y ahí está, sonriente ante la llegada de “teules” modernos.
¿Qué traerán después de haberlo secuestrado?
---Coca Cola, hamburguesas y mucha alegría para morirse de la risa.
Y estos  dioses carnívoros de carne humana, en las copas de Ceibas escondidos seguirán hambrientos; lloran en silencio, porque todo ha de quedar así. Nadie lo remediará.
Sin embargo, Moctezuma de madera, habla… en  SILENCIO.

friedrichmanfredpeter  noviembre 2016

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