domingo, 27 de noviembre de 2016

Bert Brecht, La Novela De Los Tres Peñiques

(“Der Dreigroschenroman”)

¿Muestra algo válido en la actual situación? ¿Se habrá inspirado Donald Trump en ella?




El tiburón muestra afilados dientes en su cara,
Pero Macheath lleva una navaja, y esa no se ve.

(“Und der Haifisch, der hat Zähne,
Und die trägt er im Gesicht.
Und Macheath der hat ein Messer,
Doch das Messer sieht man nicht!”)  



El principal personaje de esta novela del año 1934 se llama Macheath (pronunciado Mequíz). Brecht concibió esta obra pocos años después de la Ópera del mismo nombre que tuvo un sonado éxito debido, en parte al a música de Kurt Weill.  A continuación traduzco y parafraseo libremente la descripción del personaje escrita por Joke Frerichs, mi exalumno, amigo y escritor en lengua alemana:

Brecht presenta a Macheath como hombre con un talento singular, destaca su capacidad de pensar de modo “plump”; es simple, grosero, burdo y aparenta ser torpe. Pensar de este modo es signo de “hombres  singulares e importantes” dedicados al chiste grosero y a la chabacanería.
El modo “plump” consiste en saber reducir un asunto complicado (por interés y utilidad personal o de un pequeño grupo) a un solo punto clave. Funciona así: nadie antes comprendía bien algún tema, algo importante no es conocido a fondo, nadie ha escuchado su definición compleja… entonces con el mágico modo “plump”, el asunto complejo es transformado; se refiere a algo que le pasa a la gente y argumenta con palabras que la masa popular entiende, usando la jerga del caso e incluso la vulgaridad. De esta manera reduce el pensamiento complicado a un lugar  común, práctico. La teoría volcada hacia la práctica es reducida a una cuestión fácil de manejar con la ayuda de algunos clichés de tono dogmático. El ideal es concentrar un amplio discurso, reducirlo a un lema o consigna, algo que todo el mundo comprenda; tal presentación es de una lógica contundente. El idioma alemán habla de “Schlagwort”, (palabra-cocotazo) palabra que golpea, que despierta emoción, que insinúa acción.
Para frenar un discurso de este calibre no hay alternativas que valgan, es inútil imaginarlas;  las mentes  invadidas por el entusiasmo no las escucharían, no las aceptarían; la gente quiere ver, admirar, querer: “¡Por fin hay quien ofrece algo tangible, creíble!”

Trump al igual que Macheath  no está  equivocado de tiempo, está en la ola actual dedicado a mover capital reciclable,  le anima el espíritu de los negocios, sabe qué ventaja el mercado ofrece y define  verdades de acuerdo a las necesidades. Mueve las fichas en el tablero, pero las líneas a seguir  están pre - escritas. De ahí sus gestos de orgullo y el desprecio de las buenas costumbres: ¡Hay que ser claro y directo! Un público embobado le aplaude porque él es cómo ellos se quisieran ver.
Ambas figuras no son totalmente nuevas, siempre las hubo, y Bert Brecht echó una ojeada al futuro para observar cómo aparecen falsificadores y mafiosos en las cumbres de las sociedades modernas.
Karl Marx dio una mirada aun más lejos al tiempo indefinido de economía universal, cuando el capital financiero  envuelve la tierra en busca de beneficio y mayor productividad. Macheath y Trump son agentes de este proceso.
La simpleza de estos dos no es un disfraz, el  carácter acompaña estas personas, son cómo ellos se ven ante el espejo, negociantes tanto en lo privado como en lo público, su modernidad excluye todo lo que impida acumular dinero y poder.  “Nada saber” es una virtud. Y su lección es sencilla: mientras menos pienses, reflexiones o dudes, mejores resultados obtendrás. Entre la oferta de cien opciones, la más burda será la mejor. El pensamiento “plump” ganará. Y de hecho acaba de ganar, como todos podemos ver ya salidos de nuestro asombro.

friedrichmanfredpeter   noviembre 2016

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