domingo, 28 de febrero de 2016

¿Nación Europa?

La crisis económica ha provocado esa voz que grita:–¡Más Europa! – Sin embargo, el observador realista del escenario político y económico, se pregunta: ¿Quién de verdad quiere eso? ¿Quién desea ser antes europeo que alemán o español o italiano, etc.?




Repartir deudas sobre muchas espaldas no hace que desaparezcan pero causa alivio a quien carga un saco demasiado pesado para su frágil estatura.
–Esa es la verdadera solidaridad, dicen unos.
–No, esa es la pícara intención de unos, hacer pagar sus deudas a los demás, dicen otros.
Repartir a los refugiados entre los miembros de la unión.
-Esa es la verdadera solidaridad, dicen pocos.
-No, esa es la insolidaria pretensión de imponer cargas no aprobadas por los estados  miembros de la unión, afirman otros.
Son puntos de vista muy alejados para encontrar fácil conciliación. Los medios presentan este conflicto como desentendimiento entre los gobiernos; acusan el gobierno alemán y especialmente a su canciller Merkel de ser culpables. Algunos predican que si todos fueran de Izquierdas pronto se resolvería y los viejos tiempos prósperos volverían.
Pero están equivocados, el conflicto cala más hondo. Son los pueblos, sus mentalidades diversas los que impiden esa evolución. La lucha contra el protocolo de la Unión es, en el fondo,  una lucha contra la realidad. Algunos observadores atentos describen lo que divide Europa en una tensión entre:  el modo de elaborar riqueza, la vía del ahorro, la del consumo o de mantenerse en egoísmos nacionales.
Alemanes, holandeses o polacos ponen otras prioridades en el tablado económico, diferentes a españoles o italianos, para no mencionar a griegos. Unos racionalizan su labor para crear productividad, otros invierten más horas de trabajo, fantasía y esfuerzos para vivir mejor. Unos pagan, otros cobran, unos cumplen las reglas de la Unión, otros las relativizan o las rechazan.
 El capital se acumula donde encuentra productividad y dinero, si se destina al consumo no es capital productivo: Tal es ley económica número Uno. Nuevos partidos nacionales en la Unión denuncian esa ley como manifiesto del “capitalismo salvaje” o “predominio alemán”, intereses de izquierda, derecha y nacionalistas se mezclan y entre si se confunden. Reina una cacofonía de voces y ya se habló de un anarquismo de desunión. ¿Hasta dónde nos lleva eso? ¿Hasta cuándo aguantarémos?
La crisis del Euro no es otra cosa que la simple verificación de esta ley económica. Falta hace analizar, racionalizar el problema, sobran lamentaciones, enfados  y teorías de conspiración.
El mercado americano por su amplitud y dimensión presenta el modelo que Europa está llamada a seguir. Pero ¿existe capacidad para ello? Aquel mercado resume una curiosa fusión de diversos elementos económicos, admite alternativas, son varios sistemas en uno. La movilidad de capital y de personas es grande. Y por eso el dólar sobrevivirá sus crisis cíclicas.
¿Pero el Euro?  Todavía abunda en los bolsillos de europeos que encuentran su ideal estar sentados en sus rincones esperando salvación. Sin cambios profundos estructurales y mentales, Europa recaerá en lo que ha sido medio siglo atrás: un lugar precioso para el turismo universal o una máquina aislada en reciclaje.
El proyecto de Nación Europa - unión o confederación - significa la fusión de naciones independientes en un órgano político común, con capacidad de producir bienestar para todos. Este proyecto urgente está más lejos que nunca: Renacen estructuras autóctonas, autonomías y regionalismos con pretensiones totalitarias, igualmente prejuicios históricos y divisiones que parecían superados, con actores que tiran de la común carreta hacia diferentes caminos. Fragmentación en naciones minúsculas es la real dimensión deseada; y muchos piensan que con el marco, la peseta, el franco o la lira en el bolsillo, estarían resueltos sus problemas.
Mi pronóstico es que justo en este momento comenzarán.

friedrichmanfredpeter
16/06/2012 y febrero de 2016

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