domingo, 14 de febrero de 2016

Periodistas…testigos…víctimas….héroes



La foto representa a Carl von Ossietzky, redactor de “die Weltbuehne¨, foto hecha en el año 1935, del archivo de la GESTAPO alemana. El número que lleva está marcado por el campo de concentración de Ravensbrueck.
¿Cómo llegó este periodista a tal situación?


“Die Weltbuehne” fue la voz del periodismo crítico e independiente durante los años Veinte, años de la República de Weimar, democracia alemana frágil transcurrida entre 1919 y 1933. 
La última edición fue en marzo de 1933. Cerró la redacción el recién nombrado gobierno nacionalsocialista del canciller Adolf Hitler, su redactor en jefe detenido y encarcelado, pero no sometido a un juicio ordinario sino directamente transportado al campo de concentración de Ravensbrueck.
Durante los años Veinte, Ossietzky había tenido múltiples problemas con la justicia:
“Die Weltbuehne” publicó informes sobre la colaboración secreta entre “Reichswehr y “Rote Armee” el ejército soviético. 
¿Por qué esta extraña cercanía?  
El ejército alemán reducido y casi desarmado (siguiendo el Tratado de Versalles, Alemania no podía poseer ni aviación ni tanques ni armada) se reorganizó junto al recién creado Ejército Rojo. 
¿Acaso se preparó lo que en el futuro terminara en el pacto entre Hitler y Stalin? ( Pacto este que iniciaría la Segunda Guerra Mundial)
Ossietzky había revelado eso y el gobierno nazi no se lo perdonaba.
Sin  embargo, todavía existió una consciencia pública sobre el bien hacer de la labor de un periodista destacado y Ossietzky tenía amigos en el extranjero.
Además, el gobierno nazi no estaba establecido luchando con rivalidades internas.
¡Qué sorpresa se llevaron ante la noticia que a Carl von Ossietzky le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz en el año 1935, a un hombre encarcelado en el campo de concentración de Ravensbrueck, trabajando en el “Moor” – el pantano con pico y pala extrayendo musgos carbonizados para ser quemados y alimentar las estufas de la región, trabajo duro y agotador que minaba la salud de los presos. La intención oficial era, matarlos por medio del trabajo físico.
Ossietzky estuvo enfermo, demacrado, pero el Premio le salvó por un tiempo. Sus carceleros le alimentaron mejor y finalmente le dejaron regresar a su casa en Berlín. Pero  allí murió tres años después.

¿Por qué recordar a Carl von Ossietzky?
Fue él quien mantuvo el valor y el coraje de enfrentarse al desastre histórico de su país a tiempo, llegó al límite de lo que puede ofrecer el hombre en defensa de su causa, dio la vida. Nadie puede dar más. Los que le recordamos en la actualidad lo hacemos por varias causas:
Una es el respeto y la gratitud que le debemos y otra – muy personal – es la orientación que da su ejemplo. Seguir a Ossietzky es el mensaje vivo de su vida y muerte que no ha sido en vano, da aliento a los sobrevivientes. Recuerdo el impacto que me dio cuando topé por casualidad con un ejemplar histórico de la revista Weltbuehne, este testimonio me electrizó y marcó mi modo de ver mi país. Gracias a Carl von Ossietzky se ha vuelto patria otra vez. Él perdió, pero yo gané.
En estos días me enfrenté a una información que me causó escalofrío:
“La violencia contra periodistas en Colombia” por German Rey[1]:
“Entre 1977 y 2015 fueron asesinados 152 periodistas colombianos por razón de su oficio.”
Debido a este dato, Colombia ocupa uno de los primeros lugares en la lista mundial de crímenes cometidos contra periodistas. El conflicto armado entre el Estado y las Guerrillas es la causa principal seguido por la delincuencia del narcotráfico. Numerosos periodistas han tenido que abandonar su oficio o emigrar del país. La mitad de estos crímenes ya están prescritos. En sólo cuatro casos se ha cumplido la función de la justicia y los actores han sido condenados. Reina la impunidad y esa envía un mensaje terrible a la sociedad: no cuesta nada matar o mandar a matar a un periodista. Ningún oficio existe más peligroso que el del periodista.
¿Qué esperanza hay?
La esperanza que se nutre del mismo ejemplo de Carl von Ossietzky.
Dar el ejemplo, mostrar cara a los violentos, no caerá en el olvido.
Aunque la reflexión crítica esté distante, la sangre de estos muertos hablará a una nueva generación que descubrirá que exponer la vida por hablar y escribir libremente es un tesoro precioso, digno de ser vivido y mantenido con orgullo.

  friedrichmanfredpeter
  febrero 2016


[1] EL TIEMPO, MARTES 9 DE FEBRERO DE 2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario