<<¿Quién ha nombrado a los alemanes a ser
jueces de los pueblos? ¿Quién ha dado autorización
a que esta gente brusca y atrevida impongan un príncipe de acuerdo a su gusto
encima de otros hombres?>>[1]
..........
...... pregunta Juan de Salisbury
durante el sínodo de Pavia en el año
1159.
Tan temprano en
la historia del continente europeo encontramos una voz que podría ser actual:
Alemanes fastidiando a los demás.
El problema es
conocido:
-¿Que lo arreglen
los alemanes- dicen unos.
-¡Otra vez
ellos, metidos en lo que no les importa!- opinan otros.
En el caso de
entonces, Friedrich I , rey teutónico y emperador romano, intervino para
decidir sobre la elección del papa.
Lo que había
comenzado siendo <regnum Francorum> acabó siendo <regnum
Teutonicorum> y al mismo tiempo <Romanorum imperator augustus>. Posteriormente se estableció este título:
<Heiliges Römisches Reich Deutscher Nation>, fusión de doble título en uno solo: <Sacro Imperio Romano de
Nación Teutónica>.
Está claro,
todavía eso no constituyó la Alemania moderna, actual , pero ya se
vislumbraba la problemática que tiene
esa nación con sus vecinos europeos desde que existe; exactamente mil años duró
el <Sacro Imperio Romano> de los alemanes, que al mismo tiempo era <regnum Teutonicorum>, el reino de los
alemanes, y nunca pudo coordinar ambas funciones, una contraria de la otra:
-una quiso mantener
viva la herencia de Roma, compartida con la iglesia romana y su papa y
en eterna rivalidad y confrontación. Significó mantener el imperio, das Reich, encabezado por el
emperador, der Kaiser, encima de los
demás reyes de Europa, una ficción
vivida - nunca realidad. A los reinos de Castilla, Francia e Inglaterra nada
les importaba este imperio en el centro de Europa que no era más que un nombre
y su estado una aparente debilidad.
-la otra necesitaba gobernar hacia el
interior sobre los distintos feudos locales, coordinar sus voluntades diversas,
domesticar los conflictos internos bajo
un signo común: das Reich der Deutschen[2]
- el imperio de los alemanes.
Durante los
siglos de la Edad Media, este Reich de los alemanes, el territorio habitado por
ellos, donde se hablaba la lengua alemana, se extendió hacia el este -
practicamente duplicando su estado original-
y nació lo que
es su característica multiétnica y cultural hasta hoy;
se puede hablar
de cuatro"Alemanias":
la romanizada
del oeste (Tréveris, Colonia), la céltica del sur (Múnich),
la germánica
del centro y norte (Hanover, Bremen), la eslávica del este
(Leipzig,
Dresden) y la fusión de todas en un crisol: Berlín.
Hay que acabar
con el prejuicio creado por la ideología nazi que los alemanes son unos
germanos o los descendientes directos de ellos.
Solamente una
porción relativaamente pequeña puede presumir de eso. Todos hablan alemán, en
sus variantes dialectales naturalmente, pero eso es lo único cierto, hay
múltiples orígenes étnicos. Y en estas circunstancias nada raro sería una
Alemania turca, y esta que se está
anunciando ya.
La nación
alemana es una compleja fusión de etnias
durante un largo proceso histórico; para un país sin fronteras naturales no
pudo ser de otra manera, con un carácter fundamental: se escapó temprano de la
romanización completa, creando una fuerte indidualidad con lengua y cultura
propias, parcialmente latinizadas.
Friedrich
Nietzsche opinaba que la fusión de tan distintos elementos había creado en
Alemania un distanciamiento entre el poder político y social por un lado y la
cultura por el otro, sembrando genialidad y estulticia al mismo tiempo sobre el
país. En cada rincón un filósofo, en toda fiesta un músico destacado, y el
vecino estúpido que te molesta con su cursilería e intolerancia.
Es una
exageración, pero se aproxima a la realidad. Pero también en cada rincón un
maestro y un policía para educar y corregir a los otros.
Es un país de
educadores natos con abundantes mentecatos.
El siglo XX,
comunmente llamado el siglo de Alemania, desató una ola de imperialismos de
diferentes ideologías, hasta el extremo
de la lógica perversa nazi que el destino alemán fuese, crear un imperio racista. Nada de eso
era previsible, una violenta explosión arrasó a los vecinos, pero acabó en un
"suicidio" colectivo. Alemania dejó de existir temporalmente, para nuevamente nacer y reinventarse.
Curioso hecho:
Una vez más,
Alemania logró superar una catástrofe histórica, liberándose de fantasmas del
pasado. Pero no se ha podido liberar de
su situación geográfica, su ubicación entre muchos otros, su distinción
y su doble vocación, la nacional y la europea.
Y como pasó hace mil años:
Unos desean que
Alemania intervenga a solucionar lo que otros temen y rechazan. Un liderazgo
que automáticamente le llega sin necesidad de buscarlo. Y no es de extrañar que
una persona como la canciller alemana obtenga esa doble función, igual que sus
lejanos antecesores imperiales, "ser imperial" hacia Europa, y
"reina" directa sobre el país.
La masa popular
así lo entiende y vota en su favor.
Tomamos nota: Alemania
no escapa de su destino histórico, está por si
sola, pero al mismo tiempo le cubre
aquella sombra de un imperio romano lejano que le obliga a pensar de
modo paneuropeo, y si es preciso: liderar
a los demás.
Ya escucho una
voz:
-¡Bienvenida
sea!
Y otra:
-¡ Basta ya!
Siempre ha sido
así,
piensa
friedrichmanfredpeter agosto 2015
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