jueves, 6 de febrero de 2014

¿Adé Uni Frankfurt?

El pasado domingo dos de febrero cayó estrepitosamente la torre AfE de la Universidad de Frankfurt, efecto de cerca de mil kilos de dinamita usados para derribar un edificio de 116 m de altura que fuera lugar de investigación y de docencia desde los años sesenta del pasado siglo. Ha sido eso un hecho único, sorprendente: nunca antes se había volado por los aires un edificio tan alto en Europa. Fue toda una fiesta popular. Casi treinta mil personas presenciaron el espectáculo y a pesar de las bajas temperaturas se organizaron picnics sobre el suelo, con los productos de siempre, salchichas, queso y vino de manzana, lo típico del lugar. Esto es Hessen.

La universidad se había mudado a otro lugar mejor, dejando atrás lo que yo conocí siendo estudiante allí durante los años cincuenta del siglo pasado. 
Mudanzas de este tipo no son solamente técnicas, tienen un dimensión mayor, suelen ser profundas en sus consecuencias. Dicen que la nueva sede figura como el Campus más atractivo en Alemania, su carácter de fundación libre y autónoma se destaca.
Frankfurt siempre ha sido signo de modernidad y libertad, su radiación llegó más allá de fronteras regionales y nacionales, por ello Frankfurt es metáfora de democracia para el año 1848 y después en 1949 nuevamente.
¿Qué pasará con el Institut für Sozialforschung – el Instituto de Investigación Social – donde pasé parte de mis estudios universitarios?
El instituto fue fundado en 1924 en ese mismo lugar y financiado por la donación de Hermann Weil, multimillonario argentino. Es éste un hecho curioso, que un capitalista financiara una institución que se proponía -sobre la base de un marxismo renovado- crear una teoría crítica y en permanente actualización de la sociedad; no simplemente anticapitalista, sino antiideológica por principio.
Die kritische Theorie – la teoría crítica – se conoce en el mundo entero. En esencia ha querido salvar la dimensión humanista ante el acoso de un mundo mecanizado, tecnificado, autoritario. Hostil a todo pensamiento único, dispuesta a variar y cambiar, la teoría crítica ha inspirado y ha desorientado al mismo tiempo. No es misionera; no se acude a ella en busca de alimentación para revoluciones, ni justifica opresiones de ninguna clase.
Después de la larga noche nacionalsocialista, el instituto fue refundado en 1949 y desarrolló su actividad bajo la dirección de Max Horkheimer, en estrecha colaboración con Theodor Adorno; ambos habían regresado del exilio forzado para resucitar en Alemania el libre pensamiento y la resurrección moral, bajo el lema que invisiblemente pudiera estar escrito sobre el portal de entrada: 
Auschwitz - nie wieder – Auschwitz - nunca más.

La actividad del instituto siempre cubría amplios sectores del saber, desde la teoría filosófica, a la sociología, la investigación social, la economía y la cultura. Adorno además era músico, y crítico musicólogo. Y no se limitaba a su actividad de docente universitario, sus comentarios en la prensa y en la radio eran famosos.

¿Qué ha quedado de todo eso? ¿Ha caido con la torre demolida, víctima del imparable proceso de actualización?
Yo salí de Frankfurt, terminando mis estudios en 1960, todavía quedaba un buen trayecto para que sonaran los tambores de la revolución estudiantil de 1968, una revolución que solía rebosar de citas “prestadas“, desde la teoría crítica, o más bien a la Escuela de Frankfurt como comenzó a llamarse.
Y yo, desde una distancia creciente registré eventos del todo incomprensibles. Dos escenas grabadas en fotografías de la prensa de los años setenta:
.-Theodor Adorno, llamando a la policía para que diera fin a la ocupación violenta del instituto por parte agresores que se llamaban estudiantes.
.-Theodor Adorno, rodeado de mujeres desnudas quienes le impedían dar la clase de filosofía correspondiente.

Había llegado la hora de la calle, la hora de activistas ansiosos de soluciones extremas, no para la sociedad sino para ellos mismos. Sobre todo eso ha pasado el tiempo y hoy, como un punto final, la caida de la torre universitaria.

¿Qué queda? ¿Qué nos ha dejado la Escuela de Frankfurt?

Axel Honneth, el actual director del instituto en una entrevista reciente dice:
<La Teoría Crítica exige mantenernos despiertos, debemos estar alertos contra los somníferos que nos hacen creer que todo está en orden, porque esa teoría es una crítica de la sociedad desde adentro>
El paradigma de Auschwitz realmente es este: La razón instrumentalizada se asocia a la barbarie, reduciendo al hombre a máquina, a objeto, a cosa, a elemento despreciable y por ende eliminable. Y el poder de tal paradigma no ha acabado, vive con nosotros, y se sirve de nosotros, llenando nuestras vidas con falsas promesas seudoliberales.
Las tesis de la Teoría son radicales, pero de un radicalismo del pensar y no del actuar. Y eso toca el fondo del conflicto con el movimiento estudiantil que culmina reprochando que la Teoría no quiere cambiar nada.
Jürgen Habermas ha querido cerrar esta brecha, elaborando una extensa teoría de la comunicación; por su lado, escritores como Enzensberger han llevado su mensaje al discurso general, haciendo cambiar Alemania, y Alemania ha cambiado. Nos preguntamos hoy con naturalidad ¿Cómo queremos vivir?
Y eso es un nueva realidad que tiene en su esencia como causa el mensaje desde Frankfurt a la República Alemana, un mensaje libertador.
La Escuela de Frankfurt ha entrado en la categoría de los clásicos inmortales.

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