domingo, 26 de enero de 2014

1914 (2) ¿Cómo vivir con la muerte?

Durante los años transcurridos entre 1914 y 1918 cayeron más de dos millones de soldados alemanes en los frentes y las víctimas totales superaron los tres millones.  Fue también innumerable el número de mutilados, lisiados y traumatizados. Su presencia definiría la imagen de las ciudades muchos años más y marcaría para siempre familias enteras , incluso destruyéndolas.

 El eco de esos años llega hasta el día de hoy multiplicado aún más por las huellas posteriores que dejara otra guerra terrible, apenas una generación después. Todo el siglo XX  vivió bajo la marca de la muerte.
¿Cómo reacciona una sociedad ante un hecho así?
Sabemos lo que pasó, conocemos algunas de las infinitas tragedias, pero la esencia de todo eso hasta hoy es un enigma, un rompecabezas para los especialistas de la historia.
¿Cuál fue el motor que alimentó  toda esa locura?
Ninguna familia se escapó: en Alemania como en Francia todas contaron con víctimas y de los daños materiales ni hablemos.
Me permito presentar dos textos emblemáticos, traducidos por mí, son las palabras más difundidas en aquel tiempo - muy ilustrativos-  sirven para entender el espíritu de esta era:
Der Tod für´s Vaterland    Friedrich Hölderlin    1813
<La muerte  por la patria>

¡Encerradme entre vuestras filas!
Para no morir de vil manera una muerte común.
No quiero morir por nada,
¡Quiero caer en el monte de la gloria!

Por la patria verter la sangre del corazón,
Por la patria – la muerte rápido pasa ­–
Y entre vosotros me encuentro, mis ancestros,
Que criado me habéis para vivir y para morir.
Con vosotros me reuno, allá abajo.

Y llegan los mensajeros desde arriba
Proclamando que la batalla está ganada.
¡Viva arriba, oh patria!
Y no cuentes a los caidos,
Porque para tí, mi amor,
ni uno solo ha caido en vano.

Es un texto desconcertante de este autor clásico de la literatura alemana del que no sospechábamos que fuera militarista sino un enamorado de los dioses griegos. Pero pensemos mejor el orígen de este texto. Fue escrito en medio de guerras que sacudían Europa  en la continuidad de la Revolución Francesa.
Y, efectivamente, a través de las líneas del poema, se percibe el ritmo y la patética de la Marsellesa.  Allá fue donde los hijos de la Patria formaron batallones, porque el día de la –gloire est arrivé-.

El deseo de libertad y gloria inundó media Europa. El joven Friedrich Holderlin era un jacobino alemán, que si hubiese podido se habría afiliado a la tropa de Napoleón Bonaparte que en este momento sufrió la derrota definitiva ante las puertas de la ciudad de Leipzig. Miles de muertos tuvieron que “acudir a sus ancestros" -si usamos la metáfora de  Hölderlin - y la revolución sonaba a causa perdida. El joven Friedrich se opone a los sucesos que le rodean. Y a pesar de todo, no han caido en vano. Es un cante al archienemigo francés, a los derrotados por la fuerza de la Alianza entre Prusia, Austria y Rusia. Europa perdió su revolución y el joven jacobino alemán se resignó.
Y en 1914,  cien años después,  este texto  multiplicado por miles y miles de ejemplares acompañaba dentro de sus mochilas  a  los jóvenes soldados alemanes que marchaban contra Francia, para morir allá o vencer. Nuevas circunstancias, nuevos poderes hicieron que las palabras se volvieran  -paradógicamente- contrarias a su sentido original. Pero algo básico quedaba en sustancia inalterado: se trata de  un canto contra la realidad, las plabras de gloria y victoria se estrellan contra un muro. La historia es otra.
Y de esa hablaremos en otra oportunidad.

Ich hatt´ einen Kameraden     Ludwig Uhland     1809
<He tenido un compañero>    melodía de Friedrich Silcher

He tenido un compañero,
Ningún otro era mejor.
Al toque de zafarrancho, combate,
A mi lado marchó,

Al mismo compás del tambor.
Una bala vino silbando.
¿A quién de los dos tocará?
A él tocó matando,
Y ante mis pies cayó.

Despedirme de tí no podía,
El fusil me lo impidió.
Serás en la otra vida
Mi mejor amigo que se marchó.

¿Quién de los alemanes no conoce este texto y esa melodía?  En mi generación todos la conocemos, reproducida miles de veces en miles de oportunidades. Emociona, llega al corazón.  En You Tube hay muchas interpretaciones que reflejan uso y abuso de esta canción.
Desgraciadamente no ha perdido actualidad. El texto se hizo popular, se transformó en Volkslied. Acompaña todas las causas perdidas, porque no canta al heroismo sino que acompaña el fatalismo. El tambor no llama a una sagrada misión sino a un baile con la muerte. Un ritual millones de veces repetido. Se obedece, se marcha, se recibe la bala y zasss... ¡ya está!
El único consuelo que queda es el de las palabras al compañero.
(“Camarada“ en español tiene otro sentido, ideológico, político.)
“Compañeros“  son los que sufren el mismo destino, y este está marcado por la muerte segura, porque al poco rato al amigo compañero que canta también le tocará una bala que llegará silbando.
¿Dónde se encontrarán?   Seguro estoy que no será el Hades, el mundo arcaico de los griegos.
Sus nombres se encontrarán sobre las millones de cruces que cubren los paisajes de Centroeuropa.
¿Serán estos los últimos?

friedrichmanfredpeter
enero de 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario