<<Las condiciones de trabajo de un
escritor naturalmente son diferentes de un comerciante o de un ingeniero. Y es
debido en la sociedad cuando a un escritor se le dirije como a un ser raro y
excepcional. Hay personas que ven al escritor como una especie de canario o
papagayo. No debe deformarse en el eco social subvencionado, ni tampoco decorar
el propio ombligo con el dolor del
mundo. Ser observador es condición de su trabajo; pero también lo es compartir las
penas ajenas.
Ejemplos hay: cuando la sociedad no entiende
al escritor, eso es fatal para él; pero el aislamiento que por ello sufre es soportable. Mucho,
mucho peor para él es no comprender a las personas sobre las que escribe y este
aislamiento – se puede justificar como quiera – es el verdadero
desastre.>> Martin Walser[1]
Yo no
soy escritor, sólo escribo textos y eso a falta de clases que hay que preparar.
Entonces: ¿es para mí una diversión para matar el aburrimiento, castigo de los
viejos pensionistas?
Quiero que sea más que eso: ser observador,
no lamiar las propias heridas, tratar de comprender vidas ajenas, es más que
mantenerse en forma y actualizado. Escribir para mí no es profesión, nunca fue
vocación, es asegurarme de comprender lo que ví y he vivido, porque detrás de
las imágenes grabadas por la experiencia se esconde lo que escapó a la vista.
La realidad de estos encuentros en su inmensa complejidad. Descubrir lo que hay
detrás del espejo, cuando nos contemplamos
sin vernos de verdad, es labor del que escribe sin ser escritor. Como
aquel quien buscando cetas encuentra un tesoro.
El lector crítico dirá, todo se ha dicho y
descubierto ya. ¿Qué puede descubrir un aficionado? y ¿a qué sirve repetir lo
que otros han hecho mejor?, ¿nueva versión de lo mismo?
Lo último sería, ser canario o papagayo. Sí,
lo admito, hay fragmentos de
pensamientos pasados, de modas caducadas, que amenazan porque ponen lentillas
invisibles y hacen ver lo que ya pasó e impiden comprender un problema actual.
Y comprender no es afirmar ni consentir.
Goethe dijo que no había conocido ningún delito que no era capaz de cometerlo
también. Eso significa comprender vidas ajenas.
El escritor, al revés del fotógrafo es
llamado a contemplar la vida desde dentro y siendo viajero renuncia a la
fotografía como medio para guardar impresiones. Su medio es el lápiz y un
pedazo de papel. El escritor Jünger, siendo soldado, tomó notas bajo el fuego
de la artillería enemiga y eso no es simple frialdad ante es peligro de muerte;
el momento de escribir significaba tener la vida aun.
Las imágenes de color pueden engañar a la
mente como olores aromáticos que
anticiparon lo que mejor no hubiéramos comido. Escribir impone distancia
a lo vivido y eso hace que la alegría sea menos resonada y el dolor menos
hiriente.
Escribir en español para el alemán que soy es
un reto que me obliga a alejarme de mi mismo; es como mirar con otros ojos.[2]
Escribir consuela y es como un proceso que
limpia la mente: Con el texto escrito termina una vivencia y normalmente no lo vuelvo a leer más,
similar a un acto de confesión. Pero eso está reservado a los grandes escritores que pudieron poner como
título a su obra: Confesiones.
Lo mío es más sencillo, no pretendo cambiar
ni remediar nada, y un solo lector ya es un éxito.
He dicho,
friedrichmanfredpeter
feb – 11 – 2012
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