sábado, 25 de febrero de 2012

Alemania y sus Iglesias

¿Es Alemania un país cristiano?
Sí, lo es.  ¿Pero existe una forma específica de ser cristiano en Alemania? –veremos:
Cada día 8 de agosto se celebra en la ciudad de Augsburgo “das Friedensfest” – la Fiesta de la Paz – que durante más de tres siglos conmemora la paz firmada entre las confesiones católica y protestante en el Tratado de la Paz de Westfalia de 1648, punto final de la devastadora Guerra de los Treinta Años que había dejado el país en ruina completa y casi despoblada de habitantes. Principados católicos y protestantes ( luteranos y reformados ) se garantizaron mutuamente respetar las reglas establecidas en la Paz Augustana firmada bajo la autoría del Emperador Carlos V en 1555, quien – el mismo mes y el mismo año – se retiraba a Yuste en Extremadura, gesto de resignación y de abandono del concepto de la unión religiosa en el Sacro Imperio y con eso el final definitivo de Europa católica.


Fue difícil llegar a este acuerdo. Las negociaciones complicadas se desarrollaron en dos ciudades de la región de Westfalia, en Münster y Osnabrück. Tenían que ser dos ciudades, porque las comisiones, protestante por un lado y católica por el otro, no fueron capaces de deliberar en el mismo lugar y menos aun estar sentados juntos a la misma mesa. Así, mensajeros bajo protección militar llevaron diariamente documentos, sugerencias, preguntas y respuestas de un lugar al otro. El resultado de este proceder tan complicado marca la fecha de nacimiento del estado soberano moderno; y los protagonistas, buscando el consenso, habían creado el fundamento de la relación entre Estado y las Iglesias moderna, en el fondo vigente hasta hoy. Era el paso decisivo para cambiar la estricta confesionalidad del estado por la neutralidad en materia de religión; y es la neutralidad que excluye la vía del laicismo, evolución propia de estados de Europa Occidental desde la Revolución Francesa. El estado o la confederación de estados del Sacro Imperio garantizó la protección de las confesiones religiosas.
Ningún tratado de la era moderna ha tenido mayores consecuencias para la evolución política, social y cultural en Alemania que esta “libertad confesional” aunque en la realidad no significaba la libertad de las conciencias sino el principio de “cuius regio eius religio” – la confesión de los subditos la define el repectivo principado – y el que no la compartía tenía que emigrar. Excepción: las ciudades imperiales, bajo el control directo de la autoridad del emperador, seguían biconfesionales:
Así en Augsburgo pudo existir una iglesia protestante al lado de otra católica, en Frankfurt una catedral católica al lado de numerosas iglesias potestantes y en Wetzlar una catedral para uso común de católicos y de protestantes. La gran Reforma de Lutero había dividido a Alemania, pero la razón pragmática creó la connivencia que aun hoy perdura. Llegar a este punto había costado millones de vidas y la alternativa habría sido la autodestrucción.
En Alemania todas las fiestas oficiales del calendario son religiosas y hay tres días festivos para los principales eventos del año cristiano, la Navidad, las Pascuas de Resurrección y  Pentecostés. Existe un día conmemorativo por la unificación de Alemania, pero no es fiesta. Esta distinción es importante porque para los días festivos religiosos está vigente una legislación especial que prohibe ejercer trabajos, abrir tiendas para el negocio, celebrar fiestas públicas y actividades públicas en desacuerdo con la solemnidad de aquel día festivo. Eso incluye prohibición de bailes, cierre de discotecas, desfiles y conciertos, etc. Una manifestación pública en contra de una actividad religiosa en Alemania es imposible, sería considerado violación de la ley vigente, traería consecuencias penales.
Disposiciones que el lector español no habrá esperado de un país generalmente considerado progresista y avanzado en el camino laicista. Gobiernos y administraciones son aconfesionales en Alemania, pero la sociedad alemana no lo es. Las confesiones cristianas y la judía gozan de protección oficial y las iglesias se financian principalmente a través del impuesto sobre la renta. Este importe es recaudado por el estado y significa de un 8 a 12% del impuesto a pagar anualmente. Los contribuyentes que se declaran aconfesionales son libres de pago. Sin embargo, dos tercios de la población  lo pagan aunque escasamente participen activamante en las funciones religiosas. Se consideran católicos o protestantes no practicantes. Las estatísticas son cambiantes, pero indican un número decayente de practicantes hasta cinco porcientos de católicos y un tres porcientos de protestantes, que – en suma – aun son millones, y muchos más que los asistentes a los partidos de futbol o de cualquier otra actividad social del día.
Es cierto, la presencia de las iglesias en la vida pública alemana ha decaido notablemente en comparación con los primeros años de postguerra y también debido a la ubicación marginal que sufrían en la antigua RDA, antes de la unificación. Pero en relación con los demás estados europeos sigue extraordinaria. El aporte de la iglesia católica alemana para la universal es esencial, tanto que muchos proyectos misioneros no se podrían realizar sin los fondos procedentes de Alemania. La separación de iglesia y estado desde 1918 es constitucional. Pero el estado no es laicista sino comprometido en la protección de las actividades de las iglesias; y las iglesias están muy presentes en la vida real de la sociedad alemana, lo manifiestan los ancianatos, orfanatos, escuelas, centros de asistencia social, etc.
El libre ejercicio de la actividad religiosa incluye el derecho de no ejercer ninguna y nadie debe ser discriminado por ello. Fuera de las fronteras alemanas se entiende esta separación de otra manera, la actividad religiosa como acto estrictamente personal. En Alemania la vida religiosa se considera parte de la vida social desde que hay historia y cultura alemanas; es esencia vital ante toda política. Por eso un anticlericalismo como en España practicamente no existe. Pero también está excluida la intromisión directa del clero en los asuntos estatales. Aunque se trate de instituciones separadas hay compenetración: Dos partidos gobernantes llevan C -(Christlich) en su nombre ( CDU / CSU ); la actual canciller es hija de pastor luterano, y la Asamblea Federal eligirá como próximo presidente de la nación al teólogo protestante Joachim Gauck. El Papa Benedicto XVI ha pronunciado un discurso en el edificio del Reichstag en Berlin ante los parlamentarios defendiendo los principios básicos de la fe.
Sin embargo, las actuales organizaciones religiosas no representan la plenitud de esa tradición. Por eso, ser protestante o ser católico sigue siendo un factor de distinción a pesar del acercamiento ecuménico de las confesiones. Existe lo que en alemán se llama “Kulturprotestantismus” – un modo específico de ser protestante – el que lleva en mano la Biblia y el libro de las canciones (Gesangbuch). Y por el otro lado esa religiosidad popular (Volksfrömmigkeit) católica de las procesiones y peregrinajes, de la liturgía festiva.  Uno sabe poco del otro y se contemplan con desconfianza y mantienen muchos prejuicios heredados. Sin embargo las catástrofes históricas sufridas en común han acercado los que antes vivían separados y las barreras regionales han caido. Sur y norte se han mezclado y matrimonios mixtos son casi la regla. El ideal de “Una Sancta”[1] no se realizará, pero el abrazo entre las confesiones ya es una realidad. El recuerdo de haber sufrido persecución durante la era del nazismo nos une. Hubo mártires de las dos confesiones. Pero al lado de la valiente oposición al nazismo existía también una vergonzosa colaboración de cristianos pervertidos – sobre todo entre elementos protestantes.
Cuando echamos la mirada atrás vemos un escenario cultural dividido. La historia filosófica cultural del país casi exclusivamente es fruto de la Reforma. Lutero y su versión del alemán moderno están a la base de todo. Se ha dicho que la literatura alemana ha brotado de las casas de los pastores protestantes y los que no han sido hijos, lo fueron adoptivos, como Heinrich Heine por ejemplo. Los decenios de creatividad genial cultural alrededor de Weimar, Leipzig, Dresden y Berlín han marcado este corredor de cultura alemana teñida del color protestante. Años pasaron y el sur se levantó para crear esa musicalidad católica inconfundible en textos y melodías. Y aromas del barroco español llenan festivales como el de Salzburgo[2]. Ambos medios no son alemanes exclusivamente, su vocación es universal. Así una mirada al calendario de festividades europeas lo demuestra. El filósofo Joseph Ratzinger resume en síntesis católica las voces teológicas de ambos bandos, y nadie mejor que Benedicto XVI da una impresión de lo que es ser cristiano al estilo de los alemanes, es ser uno y doble al mismo tiempo (Goethe).

friedrichmanfredpeter
25 de febrero de 2012



[1] Movimiento de teólogos y láicos para crear una sola iglesia ecuménica en Alemania
[2] Los austriacos me perdonarán el lapsus

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