el asesinato político más significante en una
república que se hundió.
<<¡Schlagt ihn tot den
Rathenau, die verdammte Judensau!>>
Da vergüenza traducir el bárbaro eslogan multiplicado en inscripciones
callejeras y dedicadas al ministro de
asuntos exteriores de la jóven República alemana. Ocurrió en el año 1922.
¿Quién era Walther Rathenau que para sus enemigos políticos merecía la
muerte? El diputado en el Reichstag del pequeño partido liberal Walther R. era
hijo de Emil Rathenau, quien fue fundador de la empresa AEG mundialmente
conocida hasta hoy. Después de la muerte
de su padre fue gerente de la empresa, pero al mismo tiempo se dedicaba a la
publicidad y a la política. Su intelecto y el dominio de varios idiomas le
hicieron idóneo para el cargo de ministro del exterior en tiempos tan dificiles
de la postguerra, actividades que atrajeron el odio de los opositores
antidemocráticos, odio a muerte que se confunde con patriotismo. Bien lo
conocemos, dirá el lector español. Rathenau también conocía el riesgo que
corría, pero su carácter luchador no permitía esconderse detrás de su riqueza
personal; buscó la responsabilidad y creyó en las virtudes del país que quería:
Alemania:
<<Estoy luchando
contra la injusticia que en Alemania existe porque veo como surgen sombras por
todos los lugares donde ando. Las veo, cuando de noche paseo por las calles de
Berlín. La locura de esta riqueza me insulta, la nulidad de las palabras sin
contenido, la presumida exclusividad seudogermánica. El antisemitismo es la
invasión vertical de la sociedad por los
bárbaros >> (1911)[1]
Pues, estos bárbaros lo mataron en el camino al ministerio. La barbarie
se había organizado bajo el nombre de “Organisation Consul“, responsable
también de la muerte de Mathias Erzberger,
quien representaba el gobierno alemán ante los vencedores y quien no había
tenido más remedio que firmar el humillante Tratado de Versailles para impedir
males mayores para el país militarmente
derrotado.
El asesinato de Rathenau fue el signo definitivo del derrumbe de la
democracia alemana hacia la toma del poder de la revolución nazi. Los asesinos
de Rathenau fueron tratados como caballeros por una justicia con tendencias
antidemocráticas y en la revista “Die Weltbühne“, ojo crítico de la democracia,
el escritor y posterior portador del Premio Nobel de la Paz Carl von Ossietzki
publicó la siguiente nota que lo dice todo:
<<Esto no lo podíamos
imaginarnos en el año 1918 cuando tirábamos nuestros sucios gorros militares al
aire para vitorear la República, que tan pronto sacudirían sus fundamentos,
inclusive aquellos que habían gritado en coro esas „vivas“ y que ahora estarían
entre los que la matarán. Lo que entonces nos unía, eso era la sensación que se
había acabado la muerte masificada y que el militarismo se acabó. A partir de
esta hora seríamos hombres libres en una patria libre: autodefensa de una
nación hundida en el sufrimiento. ¡Y qué rápidamente se agotó este
consenso!>>[2]
Los que contemplamos estos eventos históricos no nos preocupamos por la
historia sino por el presente. Ningún logro institucional humano y democrático
está asegurado si no hay quien lo defienda. En este sentido Walther Rathenau
sigue siendo un ejemplo a seguir.
friedrichmanfredpeter
19 – Feb - 2012
[1] Para entender lo que estaba en juego, basta recordar que esta ciudad
era también la preferida de Albert Einstein (Física) y de Fritz Haber
(Química), entre otros más y se consideraba capital de la ciencia. Ninguna otra
ciudad en el mundo se podía comparar con ella.
[2] Carl von Ossietzki, escritor – periodista; Premio Nobel de la Paz de
1936 (lo recibió como preso político en un KZ nazi; dejado en libertad, murió
en 1938). Schriften, Aufbau – Verlag Berlin, 1966.
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