comienza
un nuevo ciclo de aprendizaje de profesiones industriales en Alemania. Símbolo
también de una industria que siempre ha de inventarse de nuevo.
Vale
reflexionar sobre esencias de la permanente discusión sobre desastres causados
por el capitalismo, ahora llamado neoliberal. Existe una abundante literatura
crítica sobre las consecuencias negativas de globalización e integración en el
mercado común europeo. Presenciamos como sus activistas se declaran víctimas y
se unen en marchas de protesta y rebelión desde Grecia a España: “¡Unidos
contra el enemigo común: el sistema neoliberal!”.
- la globalización destruye el mercado local,
- la UE reduce a España a un lugar turístico,
- la liberalización del contrato laboral causa inestabilidad social y el desastre del paro juvenil.
- En fin, el futuro de España es pobreza social ante un crecimiento sin medida del capital en manos de pocos.
¿Dónde
está lo positivo, si lo hay?
¿No ha
invadido el bienestar general los hogares socialmente menos favorecidos como
nunca antes sucedió? – Según las estadísticas de Naciones Unidas la pobreza en
el mundo ha descendido y todo eso a pesar del paro e inestabilidad
laboral. Es verdad, la industria moderna es distinta de la tradicional y la
sociedad también lo es. Nunca antes en la historia existía el fenómeno de que
se pueda vivir sin trabajar; y eso sucede en muchas familias ya durante
decenios. Nadie aprecia este fenómeno nuevo, se considera normal y fruto de un
derecho social. Varias generaciones viven de paro en paro, pero con televisor,
coche y vacaciones. Se alimentan practicamente igual que los que están
trabajando. Su limitación está en la escasa formación y en el bajo índice en
participación cultural. ¿Qué pueden ofrecer en el mercado laboral? No leen
libros, muchos casi han perdido la noción de la lectura, crece el analfabetismo
en el precariado social. Ven televisión todo el día.
La
doctrina socialista, que la nacionalización del proceso de producción crea
igualdad y es justa ha cedido el terreno a la práctica socialdemócrata que hay
que socializar los resultados de esa producción capitalista. ¡Hay que socializar
los beneficios y no la producción! El ideal de la clase obrera que los medios
de producción estén bajo control social ha cambiado. Lo que se quiere es cobrar
el cheque al principio de cada mes, provenga de donde sea. Resulta que para el
que solamente ofrece labor no cualificada cada vez hay menos lugares a
refugiarse. ¿Dónde puede invertir esa relativa incapacitación de por vida para
ejercer un trabajo?
Por eso,
el partido Verde alemán favorece el proyecto de una pensión social de por vida
que se mide por las necesidades básicas de subsistencia y la recibirá todo el
mundo, independiente si trabaja o no. Y eso en un país donde prácticamente hay
empleo para todos. En Baviera p.ej. el paro es de 2%. Para lograrlo, la
educación ha sido fundamental.
Ahora,
el día 1 de septiembre comienzan los contratos de aprendizaje industrial. Hay
más de 90 mil ofertas y menos de 80 mil demandas. Más de diez mil puestos de
aprendizaje industrial quedarán libres sin ocupar. Otros más no se ocuparán por
falta de preparación de los candidatos. En vista de eso, me pregunto, ¿de dónde
surgen todas estas lamentaciones cargadas de resentimientos y de doctrinas fundadas
en el pasado?
Nadie
puede ejercer una actividad profesional sin tener que adaptarse a alteraciones
profundas durante su vida laboral. La misma evolución técnica exige
flexibilización del mercado laboral. El saber de hoy ya no sirve mañana. Habrá
que estudiar, cambiar, adaptarse a la medida de la permanente innovación.
Esa es la realidad. No sólo la labor del obrero está hecha una inestabilidad
permanente, las empresas mismas surgen y desaparecen. Se han hecho estudios
sobre eso. Muchas empresas medianas no tienen continuación. De padres a hijos
practicamente no pasa capital productivo porque este capital constante - de
Marx - es lo más inconstante que hay. Las máquinas de ayer ya no sirven para
mañana. Gran parte del descenso imparable de las economías dirigidas reside en
eso. Rusos, alemanes de la RDA, cubanos y hasta poco chinos durante demasiado
tiempo trabajaron con máquinas prehistóricas. Improductivas. Marx había
descrito eso. ¿Por qué no leen El Capital los que exhiben convicciones
marxistas?
¿Quienes
son los ganadores en este proceso imparable?
Conocemos
ya los que a sí mismos se autodefinen como perdedores, los que buscan redención
en la mano mágica del estado protector.
Los
ganadores – si miramos las biografías de los que dan los impulsos decisivos en
esa empresa colectiva que es el mundo – son hijos de familias humildes. No son
otros que el vecino de al lado. Son los que están dispuestos a arriesgarse, a
abandonar la cómoda existencia modesta, de alejarse del entorno habitual. Representan el capital variable del día, hablando en
términos de Marx. Y son decisivos en el proceso de la reproducción del capital
globalizado. Actividad e inteligencia, factores humanos son el capital
decisivo. Ya no son simples ejecutores de la maquinaria productiva, son
creadores de nuevas máquinas. Miles de patentes anualmente se crean nuevamente
en el mundo, sólo SESENTA en España. Y eso no depende de la fuerza
paralizadora de turismo y ladrillismo, donde pocas innovaciones son posibles.
Hay que romper una frontera mental que identifica la justicia social con
reducción de la reproducción social a la autosuficiencia, al cómodo bienestar,
al consumismo. Riqueza hay que construirla antes que repartirla. La Unión Europea,
la economía global, son un chance, un golpe de suerte que ha caido sobre
nuestro continente para libertar iniciativas que nunca antes existían a nivel
personal y nacional y no son una amenaza. Son un reto.
Así lo
veo yo.
manfredpeter
4 de
septiembre de 2011
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