miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ante el paro juvenil

Ante el paro juvenil, en medio  de la crisis económica y social en España, siempre siento como si tocara  hierro caliente y temo quemarme, porque lo último que quiero, es ser sabelotodo o dar lecciones. Pero estoy convencido de que la crisis en el caso de España en gran medida es autofabricada.
La coalición entre
  • el discurso oficial socialista, redentorista e ideológico, de retórica izquierda, pero vacío de contenido real,
  • el flegma general de una masa feriante
  • y la mentalidad de casino de arribistas sin escrúpulos,

ha hundido el país en una crisis sin precedente. Costará duros esfuerzos para salir de ella y el primer paso ha de ser un cambio mental. Eso es:
  • abrirse a ese mundo cambiante global,
  • abandonar el provincianismo estéril reinante,
  • pensar y actuar en dimensión europea,
  • y no encerrarse en cómodos clichés pasados. 
España posee una enorme capacidad de ingenio humano, pero se dedica a explotar lo que facilmente es negociable:
  • el entorno natural, playas, paisajes, lugares históricos,
  • el consumo desenfrenado y la veneración cursi del bienestar individual, imitación de gente “guay”,
  • el  cultivo de recursos locales, fiestas populares, etc.
y olvida que el mundo global presenta nuevos retos, más allá de lo que empresarios del gran circo de diversiones, cocineros, albañiles y funcionarios de la administración autónoma pueden cumplir.
Hasta ahora, con un limitado esfuerzo innovador ha logrado un máximo rendimiento. En ningún otro lugar de Europa se podía ganar tanto dinero en tan poco tiempo. Las cosas parecían ir bien, tan bien, para dar lecciones a los demás europeos.
Ahora  ha llegado el triste despertar: abundan casas que nadie compra y productos que no son competitivos en el exterior.
Se trabó lo que parecía una máquina de fabricar dinero, porque este dinero era capital dedicado a consumir en rápida circulación, fácilmente ganado y rápidamente quemado; no  era capital productivo, capaz de movilizar los recursos humanos, que son:
  • inteligencia creativa y actividad innovadora,
  • capacidad para crear proyectos de larga duración que resisten a las alteraciones imprevisibles del mercado.
La vieja industria desapareció. ¡Hay que construir su alternativa, la nueva!

La crisis tiene un lado positivo, obliga a revisar los conceptos fundamentales de economía, sociedad y cultura, conceptos en las que creemos y las que por costumbre practicamos. Por ejemplo, obligará a revisar la práctica habitual de aposiciones que selecciona según la capacidad memorística de los candidatos y apenas reconoce el valor de la inteligencia creativa, y esa es la valiosa y el mejor remedio anticrisis que hay.

A partir de ahora, nada va ser como antes ha sido. Que descarten esa ilusión, los que pretenden combatir el mal con  medicinas caducadas, aunque renovadas:
  • subvenciones en proyectos sociales,
  • aumento del gasto autonómico,
  • creación de cada vez más empleo público.  
El estado no será capaz de consolidar el enorme coste causado por sus premisas ideológicas, por la seguridad social y el sistema de salud público más extensos de Europa. No hay que renegar a ello, pero hay que buscar nuevas fuentes para el crecimiento económico, porque ya no hay más playas para llenarlas de proyectos turísticos, ni más compradores para cada vez más y más pisos.
De la cantidad de crecimiento hay que pasarse a la calidad. Ese camino sólo pasa por la educación de las futuras generaciones que han de ser distintas a la actual que se dedica a la conservación de privilegios y derechos a costo de las venideras, porque toda deuda que se hace hoy, la pagarán mañana, los que vienen detrás.

manfredpeter
7 de septiembre de 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario