lunes, 26 de septiembre de 2011

El Golf, el rescate de la economía.[1]

Acabo de leer este planteamiento en una revista de prestigio nacional. El autor, un reconocido docente universitario, plantea sembrar toda España de campos de golf y crear una verdadera industria de la diversión alrededor de este deporte de prestigio social. El autor asegura que así se abrirá un nuevo mercado turístico que atraerá inversiones y masas de consumidores hacia España que se transformará en la tierra prometida de la actividad golfista internacional.


No soy golfista ni pretendo saber de qué se trata en esta actividad tan alabada y reservada a élites solventes hasta el presente. Pero estoy convencido que esa receta para curar a España económicamente enferma es un disparate aunque lo promueva  un personaje de prestigio social. Todos sabemos de experiencia vital, cuando se presenta una grave enfermedad no faltan los curanderos que prometen por medio de tinturas y agüitas sonadas poner remedio a cualquier mal , ¿para salvar al paciente o para beneficio de ellos mismos?
¡Se crearán muchísimos nuevos empleos! opina el autor. Y yo veo el clásico obrero español correr detrás de pelotitas perdidas, cortando hierbas para mantener el famoso “green” y regarlo incesantemente con el escaso liquido. La imagen bucólica es, crear un inmenso circo de diversiones, donde la economía de la fiesta es considerada la panacea. ¿Qué proyecto social tiene en mente aquel iniciador de este remedio para curar una economía enferma? Pues, la de servidores para servir a hotelería y turismo en  permanencia.
Hace casi trescientos años, Bernard de Mandeville escribió la Fábula de las Abejas. En versos sencillos el autor celebra los efectos positivos de egoismo y corrupción para lograr el bienestar común. Sólo buscando placer y diversión, según este concepto amoral, se crea riqueza y prosperidad. Mandeville cree haber encontrado esa ley vigente en la misma naturaleza y opina que las abejas se comportan así. Su riqueza, la miel, es el producto de un millonario egoismo. Durante siglos, la filosofía del economista reposaba sobre esa fábula, sin poner en duda su esencia de falsedad y mentira. Las abejas no actúan de forma egoista, todo lo contrario, su actuación es altamente coordinada. Por eso contemplar la economía através del comportamiento egocéntrico del golfista es una postura irresponsable y perversa. Entonces: ¿qué hacer? -- ¿crear campos de golf  con inversiones públicas y privadas?
Todo análisis económico serio llega a la conclusión que no hay crecimiento económico sin innovación tecnológica. ¿Para qué existen las universidades? -- si no para formar élites para las puntas estratégicas sociales.  El proceso de la producción de valores comienza en la investigación, se traslada a educación y se transforma en multiples aplicaciones en todos los áreas para  producir bienes y servicios en permanente renovación. Solamente así, a mediano o largo plazo se consigue reducir los riesgos de las crisis que se han de presentar  - son ley de vida. Se trata de un proceso muy complejo, pero funciona en coordinación y no en actos de egoismo. Es imposible ejercer un control completo sobre este ciclo vital. Su esencia es, la reproducción social en un ambiente de permanente cambio, se escapa al control por los políticos; sus medios para dirigir la economía son limitados. Una mirada al noticiero del día lo confirma.
Es obvio, lo que falta hace es aclarar, cuáles son las causas del desastre económico y por qué  les ha tocado a unos con tanta fuerza y a otros no. ¿No disponemos todos de similares reservas en Europa, humanas, científicas, técnicas? ¿Son competentes los estrategas del mercadeo para poner remedios a la crisis? ¿O es más que eso?
Es un problema filosófico: se trata de ¿cómo nos vemos a nosotros mismos ante el espejo?
¿Nos vemos como visitantes de un Casino y la economía como una mesa de ruleta? Invertimos. Esperamos el pelotazo o el patinazo. ¡Triunfaremos!, soñamos.
O nos vemos ante un inmenso caudal de objetos que nos rodea, cuyo función no conocemos, pero nos mueve la idea de combinarlos de nuevo, ensamblar para crear algo nuevo y diferente. Este reto nos causa atracción y placer. Es un reto aplicable a todos los niveles. Encontramos satisfacción, porque algo nuevo hemos hecho. Tratamos a seducir a otros para usar lo que hemos creado. Triunfamos o fracasamos, pero no dependemos de la ruleta y no soñamos.
El lector tomará ese paradigma como demasiado simplificado. Pero estoy convencido que hay una predisposición mental  responsable en gran medida de éxitos y fallos económicos. Y la opción de construir más campos de golf – que  en otra parte se tomaría como un chiste  – es señal que algo va mal “en este reino de Dinamarca”, dice Hamlet.

manfredpeter
26 de septiembre de 2011 



[1] José Gabriel Fernández, El golf al rescate de la economía. Cuenta y Razón 20 (mayo-junio 2011 ), p.23.

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