Acabo de leer este planteamiento en una revista de prestigio nacional.
El autor, un reconocido docente universitario, plantea sembrar toda España de
campos de golf y crear una verdadera industria de la diversión alrededor de
este deporte de prestigio social. El autor asegura que así se abrirá un nuevo
mercado turístico que atraerá inversiones y masas de consumidores hacia España
que se transformará en la tierra prometida de la actividad golfista
internacional.
No soy golfista ni pretendo saber de qué se trata en esta actividad tan
alabada y reservada a élites solventes hasta el presente. Pero estoy convencido
que esa receta para curar a España económicamente enferma es un disparate
aunque lo promueva un personaje de
prestigio social. Todos sabemos de experiencia vital, cuando se presenta una
grave enfermedad no faltan los curanderos que prometen por medio de tinturas y
agüitas sonadas poner remedio a cualquier mal , ¿para salvar al paciente o para
beneficio de ellos mismos?
¡Se crearán muchísimos nuevos empleos! opina el autor. Y yo veo el
clásico obrero español correr detrás de pelotitas perdidas, cortando hierbas
para mantener el famoso “green” y regarlo incesantemente con el escaso liquido.
La imagen bucólica es, crear un inmenso circo de diversiones, donde la economía
de la fiesta es considerada la panacea. ¿Qué proyecto social tiene en mente
aquel iniciador de este remedio para curar una economía enferma? Pues, la de
servidores para servir a hotelería y turismo en
permanencia.
Hace casi trescientos años, Bernard de Mandeville escribió la Fábula de
las Abejas. En versos sencillos el autor celebra los efectos positivos de
egoismo y corrupción para lograr el bienestar común. Sólo buscando placer y
diversión, según este concepto amoral, se crea riqueza y prosperidad.
Mandeville cree haber encontrado esa ley vigente en la misma naturaleza y opina
que las abejas se comportan así. Su riqueza, la miel, es el producto de un
millonario egoismo. Durante siglos, la filosofía del economista reposaba sobre
esa fábula, sin poner en duda su esencia de falsedad y mentira. Las abejas no
actúan de forma egoista, todo lo contrario, su actuación es altamente
coordinada. Por eso contemplar la economía através del comportamiento egocéntrico
del golfista es una postura irresponsable y perversa. Entonces: ¿qué hacer? --
¿crear campos de golf con inversiones
públicas y privadas?
Todo análisis económico serio llega a la conclusión que no hay
crecimiento económico sin innovación tecnológica. ¿Para qué existen las
universidades? -- si no para formar élites para las puntas estratégicas
sociales. El proceso de la producción de
valores comienza en la investigación, se traslada a educación y se transforma
en multiples aplicaciones en todos los áreas para producir bienes y servicios en permanente
renovación. Solamente así, a mediano o largo plazo se consigue reducir los
riesgos de las crisis que se han de presentar
- son ley de vida. Se trata de un proceso muy complejo, pero funciona en
coordinación y no en actos de egoismo. Es imposible ejercer un control completo
sobre este ciclo vital. Su esencia es, la reproducción social en un ambiente de
permanente cambio, se escapa al control por los políticos; sus medios para
dirigir la economía son limitados. Una mirada al noticiero del día lo confirma.
Es obvio, lo que falta hace es aclarar, cuáles son las causas del
desastre económico y por qué les ha
tocado a unos con tanta fuerza y a otros no. ¿No disponemos todos de similares
reservas en Europa, humanas, científicas, técnicas? ¿Son competentes los
estrategas del mercadeo para poner remedios a la crisis? ¿O es más que eso?
Es un problema filosófico: se trata de ¿cómo nos vemos a nosotros
mismos ante el espejo?
¿Nos vemos como visitantes de un Casino y la economía como una mesa de
ruleta? Invertimos. Esperamos el pelotazo o el patinazo. ¡Triunfaremos!,
soñamos.
O nos vemos ante un inmenso caudal de objetos que nos rodea, cuyo
función no conocemos, pero nos mueve la idea de combinarlos de nuevo, ensamblar
para crear algo nuevo y diferente. Este reto nos causa atracción y placer. Es
un reto aplicable a todos los niveles. Encontramos satisfacción, porque algo
nuevo hemos hecho. Tratamos a seducir a otros para usar lo que hemos creado.
Triunfamos o fracasamos, pero no dependemos de la ruleta y no soñamos.
El lector tomará ese paradigma como demasiado simplificado. Pero estoy
convencido que hay una predisposición mental
responsable en gran medida de éxitos y fallos económicos. Y la opción de
construir más campos de golf – que en
otra parte se tomaría como un chiste –
es señal que algo va mal “en este reino de Dinamarca”, dice Hamlet.
manfredpeter
26 de septiembre de 2011
[1] José Gabriel Fernández, El golf al rescate de la economía. Cuenta
y Razón 20 (mayo-junio 2011 ), p.23.
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