Sí, lo es. ¿Pero existe una
forma específica de ser cristiano en Alemania? –veremos:
Cada día 8 de agosto se celebra en la ciudad de Augsburgo “das
Friedensfest” – la Fiesta de la Paz – que durante más de tres siglos conmemora
la paz firmada entre las confesiones católica y protestante en el Tratado de la
Paz de Westfalia de 1648, punto final de la devastadora Guerra de los Treinta
Años que había dejado el país en ruina completa y casi despoblada de
habitantes. Principados católicos y protestantes ( luteranos y reformados ) se
garantizaron mutuamente respetar las reglas establecidas en la Paz Augustana
firmada bajo la autoría del Emperador Carlos V en 1555, quien – el mismo mes y
el mismo año – se retiraba a Yuste en Extremadura, gesto de resignación y de
abandono del concepto de la unión religiosa en el Sacro Imperio y con eso el
final definitivo de Europa católica.
Ningún tratado de la era moderna ha tenido mayores consecuencias para la evolución política, social y cultural en Alemania que esta “libertad confesional” aunque en la realidad no significaba la libertad de las conciencias sino el principio de “cuius regio eius religio” – la confesión de los subditos la define el repectivo principado –. Excepción: las ciudades imperiales, bajo el control directo de la autoridad del emperador, seguían biconfesionales:
Ningún tratado de la era moderna ha tenido mayores consecuencias para la evolución política, social y cultural en Alemania que esta “libertad confesional” aunque en la realidad no significaba la libertad de las conciencias sino el principio de “cuius regio eius religio” – la confesión de los subditos la define el repectivo principado –. Excepción: las ciudades imperiales, bajo el control directo de la autoridad del emperador, seguían biconfesionales:
Así en Augsburgo pudo existir una iglesia protestante al lado de otra
católica, en Frankfurt una catedral católica al lado de numerosas iglesias
potestantes y en Wetzlar una catedral para uso común de católicos y de
protestantes. La gran Reforma de Lutero había dividido a Alemania, pero la
razón pragmática creó la connivencia que aun hoy perdura. Llegar a este punto
había costado millones de vidas y la alternativa habría sido la
autodestrucción.
En Alemania todas las fiestas oficiales del calendario son religiosas y
hay tres días festivos para los principales eventos del año cristiano, la
Navidad, las Pascuas de Resurrección y Pentecostés. Existe un día conmemorativo por
la unificación de Alemania, pero no es fiesta. Esta distinción es importante
porque para los días festivos religiosos está vigente una legislación especial
que prohibe ejercer trabajos, abrir tiendas para el negocio, celebrar fiestas
públicas y actividades públicas en desacuerdo con la solemnidad de aquel día
festivo. Eso incluye prohibición de bailes, cierre de discotecas, desfiles y
conciertos, etc. Una manifestación pública en contra de una actividad religiosa
en Alemania es imposible, sería considerado violación de la ley vigente,
traería consecuencias penales.
Disposiciones que el lector español no habrá esperado de un país
generalmente considerado progresista y avanzado en el camino laicista.
Gobiernos y administraciones son aconfesionales en Alemania, pero la sociedad
alemana no lo es. Las confesiones cristianas y la judía gozan de protección
oficial y las iglesias se financian principalmente a través del impuesto sobre
la renta. Este importe es recaudado por el estado y significa de un 8 a 12% del
impuesto a pagar anualmente. Los contribuyentes que se declaran aconfesionales
son libres de pago. Sin embargo, dos tercios de la población lo pagan aunque escasamente participen
activamante en las funciones religiosas. Se consideran católicos o protestantes
no practicantes. Las estatísticas son cambiantes, pero indican un número
decayente de practicantes hasta cinco porcientos de católicos y un tres porcientos
de protestantes, que – en suma – aun son millones, y muchos más que los asistentes
a los partidos de futbol o de cualquier otra actividad social del día.
Es cierto, la presencia de las iglesias en la vida pública alemana ha
decaido notablemente en comparación con los primeros años de posguerra y
también debido a la ubicación marginal que sufrían en la antigua RDA, antes de
la unificación. Pero en relación con los demás estados europeos sigue
extraordinaria. El aporte de la iglesia católica alemana para la universal es
esencial, tanto que muchos proyectos misioneros no se podrían realizar sin los
fondos procedentes de Alemania. La separación de iglesia y estado desde 1918 es
constitucional. Pero el estado no es laicista sino comprometido en la
protección de las actividades de las iglesias; y las iglesias están muy
presentes en la vida real de la sociedad alemana, lo manifiestan los
ancianatos, orfanatos, escuelas, centros de asistencia social, etc.
El libre ejercicio de la actividad religiosa incluye el derecho de no
ejercer ninguna y nadie debe ser discriminado por ello. Fuera de las fronteras alemanas
se entiende esta separación de otra manera, la actividad religiosa como acto
estrictamente personal. En Alemania la vida religiosa se considera parte de la
vida social desde que hay historia y cultura alemanas; es esencia vital ante de
toda política. Por eso un anticlericalismo como en España practicamente no
existe.
Las actuales organizaciones religiosas no representan la plenitud de esa
tradición. Por eso, ser protestante o ser católico sigue siendo un factor de
distinción a pesar del acercamiento ecuménico de las confesiones. Existe lo que
en alemán se llama “Kulturprotestantismus” – un modo específico de ser
protestante – el que lleva en mano la Biblia y el libro de las canciones
(Gesangbuch). Y por el otro lado esa religiosidad popular (Volksfrömmigkeit)
católica de las procesiones y peregrinajes, de la liturgía festiva. Uno sabe poco del otro y se contemplan con
desconfianza y mantienen muchos prejuicios heredados. Sin embargo las
catástrofes históricas sufridas en común han acercado los que antes vivían
separados y las barreras regionales han caido. Sur y norte se han mezclado y
matrimonios mixtos son casi la regla. El ideal de “Una Sancta” no se realizará,
pero el abrazo entre las confesiones ya es una realidad.
Cuando echamos la mirada atrás vemos un escenario cultural dividido. La
historia filosófica cultural del país casi exclusivamente es fruto de la
Reforma. Lutero y su versión del alemán moderno están a la base de todo. Se ha
dicho que la literatura alemana ha brotado de las casas de los pastores
protestantes y los que no han sido hijos, lo fueron adoptivos, como Heinrich
Heine por ejemplo. Los decenios de creatividad genial alrededor de Weimar,
Leipzig y Berlín han marcado este corredor de cultura alemana teñida del color
protestante. Años pasaron y el sur se levantó para crear esa musicalidad
católica inconfundible en textos y melodías. Y aromas del barroco español
llenan festivales como el de Salzburgo[1]. Ambos
medios no son alemanes exclusivamente, su vocación es universal. Así una mirada
al calendario de festividades europeas lo demuestra. El filósofo Joseph
Ratzinger resume en síntesis católica las voces teológicas de ambos bandos, y
nadie mejor que Benedicto XVI da una impresión de lo que es ser cristiano al
estilo de los alemanes, es ser uno y doble al mismo tiempo ( Goethe).
manfredpeter
28 de agosto de 2011
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