viernes, 12 de agosto de 2011

¡Integración, sí! – ¿Pero quién se integra?

Es cierto, todos somos hijos de la migración. Desde la lejana prehistoria hasta el día de hoy emigración corresponde siempre a inmigración y fue el destino del homo sapiens. Nada en Europa es "original" en un estricto uso del término orígen. Son complejos procesos evolutivos que lograron formar comunidades, naciones, sus características sociales y culturales, la variedad de los idiomas y con ello nuestra ideosincrasia colectiva y personal. 


Yo he sido un emigrante durante toda la vida, me integré - hasta donde eso era posible - a diferentes culturas y me arreglé con otra mentalidad e idioma que encontré cuando nací. Fui colombiano de adopción y soy pensionista alemán en España que es el país de mi esposa, no el mío. Y veo que en cierta forma, eso ha sucedido a muchos españoles también en el propio territorio multicultural que constituye la misma España. Yo encuentro el emigrar como un enriquecimiento de la persona, es como tener la suerte de poseer una doble vida. No entiendo eso de las raices mentales separadas y exclusivas de que presumen los nacionalistas. Son aberraciones y falsean la verdad.
Otra cosa es, cuando la emigración es forzada por necesidades vitales como son: buscar la libertad y el pan o salvar la propia vida. La persona que sufre privación no tiene opción, y lo que hace no es emigrar libremente, sino es salvarse pidiendo socorro.
Reflexionar sobre eso, es abrir un saco de problemas. Cada vez más, las grandes urbes europeas se enfrentan al fenómeno de la no integración de grupos crecientes de inmigrantes. El que viene buscando refugio no busca vivir esa doble vida que enriquece la vida del emigrante. Desea preservar la que trajo en su equipaje, y por eso se están creando sociedades paralelas en barrios de Londres, suburbios de Paris y en núcleos urbanos de Berlín. Interpretar esa nueva realidad como multicultural es erróneo porque el inmigrante refugiado es monocultural y monolíngüe y lucha por permanecer en eso.
Yo no veo fácil solución para el montón de problemas que de ahí surgen. Previsibles son: fracaso escolar, desempleo por falta de preparación profesional, aumento de opciones radicales de oposición, criminalidad masiva por desintegración.

¿Cómo reacciona a ello la sociedad mayoritaria, inglesa, francesa, alemana? Me temo con un aumento de rechazo al inmigrante. Y no es racismo en el estricto término del pasado. Hay personajes de orígen africano, vietnamés, turco, etc. en los gobiernos actuales de Alemania y Francia. Algunos de ellos son muy populares y se han ganado la simpatía de la mayoría votante. Por ello ocupan primeros puestos en las listas electorales y la mayoría de europeos los aprecia y convive con el vecino inmigrante con naturalidad  y a veces ni sabe qué orígen tiene. Es más, todos comen lo que el restaurante italiano, balcánico, turco, etc. tiene preparado. 
El primitivo rechazo de la calle, del hombre masa hacia el forastero inmigrante es otra cosa. Yo creo que es la propia incultura que se enfrenta aquí a la ajena. El prototipo del bellaco alemán se forra con prejuicios contra toda clase de rivales, reales o imaginados que no son como él es. Suele odiar al compatriota diferente. Es resentimiento social más que prejuicio racial.
En fin, soluciones fáciles no hay. Medidas administrativas hay y son poco eficaces. El comportamiento social no se prescribe como una receta médica y dar órdenes es contraproducente. Controlar la migración en un mundo globalizado es una tarea casi imposible a realizar y tenemos que vivir con la amenaza de una explosión social grande. La población de las grandes urbes europeas cambiará con creciente rapidez y con ello Europa cambiará. Ese proceso nos parecerá moderno, pero es la ley orgánica de Europa desde siempre: nuestras montañas y ríos se quedan. Pero la gente cambiamos y hemos cambiado continuamente. Tomémoslo como el alma vital del viejo continente, que por eso no será viejo.
Experimentos en Berlín p.ej.  muestran que aun nada está perdido: un colegio situado en un barrio de población multiétnica, y hasta hace poco considerado insalvable, ha ganado el premio nacional de excelencia; y eso gracias a los maestros que allí dejan sus mejores años de vida en la permanente lucha contra adversidades materiales, sociales y mentales. Improvisan, inventan, crean un nuevo modelo de educación. Están formando una nueva generación de alemanes y tienen éxito. La vida misma les dará la razón. Y elogiados serán dos generaciones después. Yo los admiro y quisiera ser uno de ellos, pero yo mis años vitales los dejé en Colombia.

friedrichmanfredpeter

12 de agosto de 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario